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El arte está en la réplica
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la conservación del patrimonio pasa por su copia

El arte está en la réplica

En el pasaje esencial de La vida es sueño, Pedro Calderón de la Barca le hace preguntarse a Segismundo: “¿Tan semejante es la copia/ al original,

Foto: Creación de la réplica de la Tumba de Tutankamón, en las naves de Madrid de Factum.
Creación de la réplica de la Tumba de Tutankamón, en las naves de Madrid de Factum.

En el pasaje esencial de La vida es sueño, Pedro Calderón de la Barca le hace preguntarse a Segismundo: “¿Tan semejante es la copia/ al original, que hay duda/ en saber si es ella propia?/ Pues si es así, y ha de verse/ desvanecida entre sombras/ la grandeza y el poder,/ la majestad, y la pompa,/ sepamos aprovechar/ este rato que nos toca,/ pues sólo se goza en ella/ lo que entre sueños se goza”. Entre la vida y el sueño, entre la realidad y su copia las fronteras son más confusas que cuando las observó hace más de tres siglos el escritor barroco.

Sin embargo, la excitación frente al original es insuperable. Al menos, ante lo que creemos que es el original. Esa es la justificación de investigadores como el ingeniero químico Gaël de Guichen, responsable del programa de conservación de las cuevas de Altamira, que se muestra partidario de levantar el veto que mantiene clausuradas las cuevas porque “la cueva es emoción”. Suele hablar del impacto que supone estar bajo el famoso techo de los polícromos, en silencio. Es la prueba de que la cueva debe “difundirse” y ser “comunicada”.

¿Son las nuevas tecnologías de grabación y producción capaces de cambiar la percepción de la originalidad de una obra de arte?

Para investigadores como De Guichen la emoción es lo que legitima al original frente a la copia. Otros, desconfían de este tipo de posturas. “¿La emoción es una cualidad del arte? La emoción la pones tú, no la obra. Es absurdo pensar que de la Mola Lisa emerge un magnetismo que la hace especial frente a otras pinturas”, explica el novelista Juan José Millás, autor de Lo que sé de los hombrecillos (Seix Barral), donde avisa –sin alarmas- de un mundo en el que la copia ha ocupado el lugar del original. “Sentimos fascinación por lo único y te emocionas ante las cuevas de Altamira porque piensas que son las originales. ¿Pero qué pasaría si no supieras que lo son y te emocionaras con la copia?”.

Vídeo: En el taller donde las copias se vuelven originales

Adam Lowe ha visto lágrimas frente a copias, de personas que sabían que estaban frente a una copia. El último que lloró ante el artista inglés fue un reconocido egiptólogo: visitaba junto a Adam la copia de la cámara de la Tumba de Tutankamón, en el Valle de los Reyes de El Cairo (Egipto), que fue inaugurada la semana pasada. La emoción del experto era la prueba de que el trabajo del equipo de Lowe era único... como copia.

La reacción emocional

Es el propietario desde hace más de una década de FACTUM Arte, una empresa de más de cuarenta personas -artistas, ingenieros, desarrolladores de software, historiadores o arquitectos- que trabajan en varias naves de una zona industrial de Madrid, reproduciendo monumentos del patrimonio de la Humanidad, con los procesos robotizados más modernos y las técnicas artesanales más tradicionales.

Alcanzar el mayor detalle posible en la reproducción puede provocar una reacción emocional en el visitante

“La respuesta emocional frente a una copia es muy importante. Es una reacción sentimental, no racional”, explica Lowe a este periódico, satisfecho después de cinco años de trabajo con el Consejo Superior de Antigüedades de Egipto. Reconoce que el objetivo está en alcanzar el mayor detalle posible para provocar una reacción emocional en el visitante. El viejo sueño de Calderón de la Barca, que la copia conserve el esplendor del original.

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© Factum Arte

Las dependencias de FACTUM son el paso fronterizo de la realidad y el sueño, donde se manufactura la fantasía. Aparecen figuras espectaculares, aparcadas en las esquinas como si estuviéramos cruzando por los estudios cinematográficos del antiguo Cinecittà. En una de las naves cuelga una Última cena, bien arriba. Impresiona. Escanearon el original de Leonardo da Vinci, en Santa María delle Grazie en Milán, por encargo del director Peter Greenaway para una instalación espectacular.

Lágrimas artificiales

Vio lágrimas también en Venecia, ante varios centenares de invitados a la inauguración de la recuperación del diseño original del refectorio de San Giorgio Maggiore, hecho por Palladio, que desde el saqueo de Napoleón (1797) no contaba con la pieza clave de toda la escenografía: Las bodas de Caná, que el Veronés pintó en 1563. El robo cuelga de la misma sala que La Gioconda, en el Museo del Louvre, hasta allí acudieron los técnicos de FACTUM para escanear el cuadro más grande que se conserva en la pinacoteca francesa. La copia devolvía la iglesia a su estado original.

El propósito de la conservación del patrimonio ante la presión turística de masas, el deterioro por el paso del tiempo, el hito de Egipto –que reproduce con absoluta exactitud el original, desde los colores a la textura- plantea si una copia es incapaz de provocar, es decir, si las nuevas tecnologías de grabación y producción son capaces de cambiar la percepción de la originalidad de una obra de arte. Lowe está convencido de ello y sale al quite rápidamente para puntualizar un matiz esencial: el visitante debe diferenciar entre la autenticidad y la originalidad.

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Proceso de escaneado de la tumba de Tutankamón. © Factum Arte

De hecho, conocemos casos en los que las copias se han vuelto originales y los originales copias. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, año 2006: ha desaparecido la escultura de Richard Serra de más de 38 toneladas. El escultor norteamericano conserva unos moldes en su casa y a los dos años el museo ya tiene una copia que ocupa el lugar de la que antes era el original. Lo más llamativo es que desde ese momento, la escultura perdida cambia su status y pasa a ser copia porque los “papeles” de autenticidad los tiene la copia de aquella, que es la nueva escultura original…

Perdidos en la traducción

El grupo escultórico de Séneca instruyendo a Nerón, que proyectó Eduardo Barrón en 1904, y que nunca llegó a consumarse en bronce. El Museo del Prado tenía cedida la obra al Ayuntamiento de Córdoba, pero recuperó la pieza y la empresa de Lowe realizó un escaneado digital de la pieza para crear un nuevo molde a partir del cual fundir un ejemplar. Si la escayola que se conserva en el Prado era un estudio para el molde y en Córdoba se encuentra el primer bronce realizado de la escultura, ¿cuál de las dos es la original? Como dice Millás, el mundo en el que vivimos no sabemos cuál es cuál.

¿Es difícil imaginar en la era de la réplica una tumba exacta de Tutankamón en París?

“El fetichismo es el principal enemigo de la copia”, explica Miqui Guillén, de FACTUM. “Pero ese enemigo desaparece con el tiempo, porque no siempre tenemos acceso al original”. Esa es una parte importante de las investigaciones que llevan a cabo, la de los métodos y la tecnología de documentación para la conservación que emplean

El turismo de masas no es la mejor opción para la sostenibilidad del patrimonio. Lowe cuenta que estos lugares no fueron creados para soportar el impacto de los miles de visitas. La cámara de Tutankamón son 60 metros cuadrados y cada mes recibe más de 1.000 personas. Las alteraciones de humedad y temperatura son una montaña rusa, como deben serlo en la Capilla Sixtina, la Acrópolis de Atenas, Pompeya o en la Alhambra y el Generalife.

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© Factum Arte

En la empresa de Lowe prefieren hablar de documentación más que de copias, porque obtienen una lectura en altísima resolución que queda en poder de las instituciones públicas. Ese archivo es el secreto de la esencia (superficial) de la obra, la oportunidad de conservar el conocimiento eternamente, pero también de reproducirla en cualquier parte del mundo si al dueño del mismo le interesa. ¿Es difícil imaginar en la era de la réplica una tumba exacta de Tutankamón en París?

“Cuando reproducimos un objeto en tres dimensiones empezamos a comprender la verdadera naturaleza del objeto”, subraya Lowe sobre la importancia científica de su trabajo. “Todo este proceso significa tener un conocimiento más profundo sobre el objeto real. La copia aporta conocimiento al original”. Es más, la relación de los visitantes es más "directa", porque no hay restricciones. De hecho, es la primera vez que unos pocos visitantes podrán comprobar la tumba original y la copia. Quizás comprueben que, a simple vista, la fibra de vidrio no se descubre, y que al tacto tampoco es fácil.

Vídeo: Apertura de la réplica de la tumba de Tutankamón

Sin embargo, este tipo de reproducciones suelen ser tachadas de parques temáticos y vinculados más con el ocio que con la conservación. Pablo Longoria es el representante en España de la organización norteamericana World Monuments Fundation, y desconfía de este tipo de copias. “El valor del auténtico es irrenunciable. Es un valor intangible”. Pero reconoce que puede ser una buena medida en aquellos elementos en los que el deterioro ponga en peligro la pieza, como ocurrió con los cuatro caballos de la Plaza de San Marcos de Venecia.

Longoria es partidario de adaptar el bien a la situación turística. “Lo que hay que hacer es rebajar el número de visitantes y mantener los monumentos abiertos. Pero es un equilibrio muy difícil de conseguir, donde el valor económico prima sobre la conservación”, añade. ¿Y en el caso de una mala restauración? Por ejemplo, el de los leones de la Alhambra, con llamativos desagües de acero y una piedra muy tocada. No sólo el tiempo juega en contra de la autenticidad de las obras de arte; la mano y el gusto del hombre es peor.

En el pasaje esencial de La vida es sueño, Pedro Calderón de la Barca le hace preguntarse a Segismundo: “¿Tan semejante es la copia/ al original, que hay duda/ en saber si es ella propia?/ Pues si es así, y ha de verse/ desvanecida entre sombras/ la grandeza y el poder,/ la majestad, y la pompa,/ sepamos aprovechar/ este rato que nos toca,/ pues sólo se goza en ella/ lo que entre sueños se goza”. Entre la vida y el sueño, entre la realidad y su copia las fronteras son más confusas que cuando las observó hace más de tres siglos el escritor barroco.