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Ruta del bakalao: el fiestón entra en el museo
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un museo abre sus puertas a chimo bayo

Ruta del bakalao: el fiestón entra en el museo

Un museo reivindica un fenómeno musical que fue víctima de la criminalización mediática. Los protagonistas de la 'ruta' rememoran su historia

Foto: Chimo Bayo en directo
Chimo Bayo en directo

El Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (MUVIM) inaugura hoy la exposición Ídolos pop, que presta especial atención a la llamada "ruta del bakalao" o "ruta destroy". Hablamos de un fenómeno pionero en la cultura de clubes que se estrelló con la incomprensión mediática, política y policial. Locales como Spook, Espiral, Puzzle, Chocolate o Barraca fueron espacios de investigación sonora y de relación social.

En su etapa final, incluso se convirtieron en templos de peregrinación para cluberos de Francia, Inglaterra y otros puntos de Europa. La muestra estará abierta hasta el próximo dos de marzo. El Confidencial entrevista a cinco personajes claves para comprender aquel periodo, repleto de innovación cultural y problemas con la ley.

Orígenes de un fenómeno interclasista

Vicente Pizcueta, coordinador de Pronoche, plataforma estatal de empresarios nocturnos: "Nunca me gustó la etiqueta 'ruta del bakalao'. El nombre viene de un artículo en la revista de la Guardia Civil. Coloquialmente, la expresión 'hay bakalao' significa que 'hay ambiente'. Ellos titularon 'las espinas del bakalao' para referirse a las drogas. En realidad, lo que pasó en Valencia en los años ochenta fue una democratización del ocio nocturno. Antes era patrimonio exclusivo de la burguesía, un espacio pensado para que los hombres pudieran estar con mujeres distintas de la legítima.

El nombre 'ruta del bakalao' viene de un artículo de la revista de la Guardia Civi

¿Qué opciones había cuando no existían estas discotecas? Boites de costumbres trasnochadas y algunos locales hippies relacionados con el jazz. Lo que pasó en Valencia es que nacieron espacios de liberación, impulsados por personas que no venían sólo del mundo de la noche y de la frivolidad. Allí encontrabas desde estudiantes de filosofía (como yo) hasta hijos de represaliados republicanos. Igual que en este país hubo una transición política, esto fue una especie de transición cultural".

placeholder Uno de los templos periféricos del bakalao valenciano

Chimo Bayo, disc-jockey: "Fue una época muy lúdica, de hedonismo de masas. La pena es que en Ibiza esto se fomenta, mientras que aquí se cortó, cuando éramos la punta de lanza de Europa. Fue la última época de libertad, una especie de canto del cisne. La gente que venía era muy normal: currantes de taller mecánico o gente que recogía naranjas en el campo. Hoy esa clase social escucha pop comercial, pero entonces bailaban los sonidos más avanzados de Europa sin darse cuenta. En las radios grandes no sonaban estas canciones, aunque sí en tres emisoras pequeñas de por aquí. Mucha gente tenía que esperar la semana entera para escuchar un tema que le gustaba. Era todo muy romántico".

Joan ManuelOleaque, profesor de periodismo, autor del libro En èxtasi: "Entrar en la discotecaChocolate era impactante, al menos para una persona joven. Estaba llena de gente moderna, con un look siniestro radical. La música, en realidad, no era tan oscura. Sonaban Simple Minds, aunque también cosas más duras como Christian Death y Alex Sex Fiend. Se mezclaba pop, rock y música vanguardista con una enorme falta de prejuicios, que era la seña de identidad. No he visto nada parecido hasta las sesiones de 2Many DJs, que triunfaron mucho después. En Spook podían sonar Fletwood Mac y luego un tema tremebundo de música industrial. Recuerdo canciones como "Dead Eyes Opened", del grupo Severed Heads. El disc-jockey Fran Lenaers la pinchaba en dos platos diferentes a la vez para crear un 'efecto eco'. Carlos Simó, de Barraca, tenía la costumbre de romper cualquier disco que hubiera sonado en la radio. Era una actitud muy fuerte, sobre todo para una ciudad donde no había una efervescencia cultural real que no fuera esa.

La ruta modernizó mucho a los pijos. Llegaban a esos locales y se daban cuenta de que allí no eran los protagonistas

Durante una época, los disc-jockeys hacían lo que les daba la gana. La gente iba con la mente abierta a escuchar lo que les pusieran. Eso lo he visto en muy pocos sitios. La ruta, además, modernizó mucho a los pijos. Llegaban a esos locales y se daban cuenta de que allí no eran los protagonistas. Toda la atención era para quienes más arriesgaban con el look y los gustos musicales. Esas discotecas fueron espacios interclasistas, algo que no se da tanto ahora. El ambiente era muy horizontal, con un montón de gente de los pueblos y sin los clásicos piques entre tribus urbanas que podías ver en otras capitales. El público tenía claro que iba allí a divertirse".

placeholder Flyer de la discoteca Chocolate

Vicente Pizcueta: "Lo veo como una oportunidad perdida. Podría haber sido la réplica de lo que hizo Londres con el pop-rock o Berlín con la música techno. Perdimos un tren cultural, industrial y turístico. También fue un espacio de libertad para las mujeres. Recordemos que durante el franquismo no podían ni siquiera ir a cenar solas con su novio. Muchas chicas rompieron allí sus barreras sociales.

Tenía atractivo incluso para los extranjeros: yo tenía una amiga francesa, que trabajaba en las actividades infantiles del Centro Pompidou, que estaba deseando venir a Valencia. La ciudad era como una aldea gala resistente donde se respiraba una enorme apertura en las relaciones. Seguramente el sonido Valencia fue una de las primeras veces en que los disc-jockeys pusieron música pensando en los gustos de las chicas. Lo que está pasando ahora mismo en Ibiza ocurrió antes en Valencia. La diferencia es que en los ochenta hubo una respuesta policial, mediática y política muy agresiva. No se comprendió el fenómeno ni hubo un proceso de regulación constructivo".

Drogas y música

La ruta era vista como algo chabacano, macarra y relacionado con las drogas

Joan ManuelOleaque: Durante mucho tiempo, la ruta estuvo mal vista. Se consideraba algo chabacano, relacionado con las drogas. Curiosamente, sí se podía hablar del house y techno, que eran la versión sofisticada, mientras que la ruta se veía demasiado macarra. Por suerte, esto ha ido cambiando. Hace tiempo que hay otras miradas. Con el libro intenté explicar el fenómeno con normalidad, como algo que vivieron decenas de miles de personas. Tenemos que enfocarlo como sehabla en Manchester de discotecas legendarias como The Hacienda (Manchester). Allí lo promocionan desde la oficina de turismo. No me parece lógica esa mirada negativa que hubo sobre la ruta. Dicho esto, es normal que aquello no se entendiera en un primer momento. Solo podía pillarlo quien hubieran viajado por Europa o hubiera estado en Ibiza. La gente normal lo percibía como una auténtica marcianada. Además, desde los medios, se daba una visión muy negativa".

placeholder Discoteca Spook, un clásico de la ruta del bakalao

Toni Argujio, exgerente de la discoteca Espiral: "La prensa solo hablaba de pastillas y mescalina. Se sepultó la parte cultural. También fueron años de mejora en los sistemas de sonido y de apertura hacia la música independiente, porque entonces dominaba el funky más comercial. Fue importante una tienda que se llamaba Zig Zag, porque traían discos de importación de Londres. Los primeros que tenían acceso al material eran los disc-jockeys de los clubes grandes. Eso empezó a crear curiosidad. Grupos comerciales como ABC o Soft Cell fueron el puente para pasar hacia música más dura, tipo Front 242 o A Split Second. En los primeros años, también sonaron mucho U2 y Simple Minds, aunque ahora muchos no quieran reconocerlo, porque les parece una horterada. Luego hubo progresiones que vinieron por sí solas, pasamos a Damned o PIL y desde allí a sonidos más cercanos al techno.

placeholder Flyer incluido en la exposición sobre la ruta

También hubo mucha experimentación en la performance. Lo mismo salían unos bailarines maquillados como si se les salieran las tripas que se contrataba a un saxofonista para que tocara unas notas que el DJ empalmaba con los primeros acordes de la canción que iba a poner. Buscábamos sorprender a la gente. Todo creció por el boca a boca. Llegaban autobuses de Albacete, Cuenca y Reus. Un fin de semana venían cuatro amigos de Madrid, al viernes siguiente eran ocho y el siguen dieciséis. Es brutal que ocurriera algo así en una época sin móvil ni redes sociales".

Chimo Bayo: "De esa época recuerdo mucho a Front 242. La primera vez que actuaron en Valencia los traje yo. Cuando acabó su concierto, vinieron a verme pinchar y se quedaron flipados de la cantidad de gente que bailaba sus canciones. En otros sitios se consideraban demasiado extremas para una discoteca. En Valencia se cantaban Headhunter o Welcome To Paradise. La exposición es un homenaje tardío, pero merecido, a todo lo que pasó en los años de la ruta.

En la ciudad hubo disc-jockeys muy buenos como Kike Jaén, Carlos Simó, Arturo Roger, José Conca, los gemelos de Puzzle o Toni "el gitano". Tenían mucha técnica y gusto musical. Yo actuaba en la discoteca Arsenal, pinchando o cantando sobre bases, luego pasé a El Templo y edité mi primer disco en 1991. Es cierto que después hubo cierta decadencia y masificación, pero el sonido Valencia aportó mucho. Lo que quiero dejar claro es que yo sigo en activo. Que no crea la gente que me he retirado, ni cosas por el estilo. Actúo casi todos los fines de semana. Viene mucha gente de veinte años a verme".


Decadencia y política

Toni Arguijo: "El problema es que los locales se masificaron mucho a partir de 1987. Los aforos eran de dos mil personas y se acabó poniendo música en los parkings. Había unos atascos enormes que molestaban a los vecinos. Espiral tiene el dudoso honor de ser la única discoteca cerrada por el gobierno civil. Abrimos en mitad de un campo de peras. Poco a poco, fueron apareciendo chalets y empezaron las denuncias por ruidos, malos aparcamiento o porque la gente saltaba borracha a las piscinas. El motivo real del cierre es que éramos los únicos que no estaban en la misma carretera que las demás. Espiral estaba sola en la zona norte de Valencia. Querían dar un escarmiento y nos tocó a nosotros porque si cerraban una del sur tendrían que haber cerrado todas.

Un alcalde del PSOE se presentó a las elecciones prometiendo cerrar nuestra discoteca. No tengo rencor por eso, pero tengo que decir que la expresión 'ruta del bakalao' nunca ha gustado a los responsables de las discotecas. Siempre lo hemos visto como algo problemático impuesta desde Madrid".

Un alcalde del PSOE se presentó a las elecciones prometiendo cerrar nuestra discoteca

Carles Biano, disc-jockey del colectivo Orxata Soundsystem: "Yo nací en 1984, pero te puedo contar algunos recuerdos: por ejemplo, ir de excursión a la montaña y encontrarte ahí una rave (fiesta electrónica autoorganizada, que se celebra al aire libre). También me impactaba ver tantos coches llenos de pegatinas de discotecas o que algún familiar llegara a una comida del domingo después de estar toda la noche de fiesta.

A final de los noventa, algunas discotecas pinchaban una versión makinera del himno del PP

En la época de la mákina hubo cierta apropiación por parte de gente de la derecha, incluso de extrema derecha, muy nacionalista española. Desde entonces, en los ambientes de izquierda la música electrónica empezó a estar muy mal vista, aunque había colectivos libertarios que sí vivieron la ruta. En los años del declive, a final de los noventa, algunas discotecas pinchaban una versión makinera del himno del PP. Esto me lo contaban compañeros del instituto de primera mano."

Joan ManuelOleaque: "En la época final, cuando empezó a llamarse 'ruta del bakalao', hubo un bajón muy fuerte de calidad. Hablo de los años de mákina y el hardcore. No tengo nada contra esos estilos, pero las discotecas estaban tan masificadas que parecía que la consigna fuera 'cuanto más comercial, mejor'. Se hacían discos como churros, se pinchaba cualquier cosa que te trajese un amigo, se perdió toda la energía vanguardista. Las discotecas grandes siempre mantuvieron cierto nivel, pero había un montón de locales donde valía todo. No sólo en Valencia, sino también en Madrid, Barcelona y Sevilla. En general, eran salas que no daban la talla, tenían el listón musical muy bajo".

Carles Biano: "Ahora mismo, en Valencia, estamos en las antípodas de lo que pasaba en la ruta. Todo es muy estricto con los horarios, los permisos y los niveles de volumen. No tengo claro si es culpa de la comunidad o de la normativa europea. En la ruta las sesiones eran de nueve horas. Se hacían fiestas con más pausa y tranquilidad. Según me han contado, a las cinco de la mañana te podías encontrar una paella, una performance o un concierto. O salías a la terraza y habían montado un show de tres baterías. Se notaban muchas ganas de sorprender, de ofrecer cosas que no pudieran obtenerse en otro sitio.

Para mí, la rehabilitación de la ruta empezó con internet, cuando la gente que vivió aquello se puso a colgar en la red posters, flyers y recuerdos, que rompieron con esa imagen intimidante que había transmitido la televisión y los periódicos. Durante unos años, Orxata Soundystem estuvimos vetados en las fiestas de muchos colectivos de izquierda por reivindicar la ruta. Para ellos era una cosa que tenía que ver con las drogas y la derecha. Ahora hay gente menor de treinta que estamos reivindicando las fiestas populares, sean las fallas o la ruta del bakalao".

El Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (MUVIM) inaugura hoy la exposición Ídolos pop, que presta especial atención a la llamada "ruta del bakalao" o "ruta destroy". Hablamos de un fenómeno pionero en la cultura de clubes que se estrelló con la incomprensión mediática, política y policial. Locales como Spook, Espiral, Puzzle, Chocolate o Barraca fueron espacios de investigación sonora y de relación social.

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