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Un nido de serpientes en la SGAE
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LA LLAMADA "RUEDA DE LAS TELEVISIONES" ESTÁ DETRÁS DE LA DESTITUCIÓN DE ANTÓN REIXA

Un nido de serpientes en la SGAE

Hablar de batallas internas o de conflictos de intereses no llega siquiera a la categoría de eufemismo cuando se trata de la SGAE. Desde luego, la víctima más

Foto: Un nido de serpientes en la SGAE
Un nido de serpientes en la SGAE

Hablar de batallas internas o de conflictos de intereses no llega siquiera a la categoría de eufemismo cuando se trata de la SGAE. Desde luego, la víctima más reciente de estas guerras intestinas, el ya expresidente Antón Reixa, se los ahorró este martes al salir de la sede de la entidad, seguramente porque el cuerpo le pedía adjetivos después de haber sido destituido por su junta directiva. Del espectacular Palacio de Longoria que dejaba a sus espaldas, por ejemplo, joya del modernismo en la capital y sede de la Sociedad General de Autores y Editores, dijo que era un edificio "diabólico". Y eso sólo para empezar.

Hábil con las palabras, Reixa tampoco habló de lucha de poder, sino de lucha por el poder. En la entidad, dijo cuidando las preposiciones, "la lucha por el poder va más allá de lo legítimo" y para muestra de esto no necesitó ningún botón: "Soy una víctima del fuego cruzado de una red organizada y de algo que en la vida política se llama transfuguismo", remató.

Uno de estos tránsfugas a los que Reixa apunta con el dedo es el presidente de la Fundación Autor, Antonio Onetti, compañero de filas en la candidatura Aunir, la que le aupó a la presidencia de la entidad en mayo de 2012, y uno de los miembros de la junta que ahora, no obstante, pedían su dimisión. Entre las razones de Onetti, desglosadas en una carta a la junta firmada también por uno de los cuatro vicepresidentes de la SGAE, Fermín Cabal, están la calamitosa situación financiera de la entidad y, sobre todo, el estilo de mando de Reixa en sus quince meses empuñando el cetro. Le acusan de "presidencialismo".

La rueda de las televisiones

Esto en el apartado de las traiciones. En el de los archienemigos de toda la vida, el gallego lo tiene claro –José Miguel Fernández Sastrón, uno de los vicepresidentes de la SGAE y su antiguo rival en la carrera presidencial–, así como el verdadero porqué de que lo hayan defenestrado: por haberle metido mano a la llamada 'rueda de las televisiones'.

En marzo de este año, Reixa dirigió una carta a los socios de la SGAE en la que denunciaba que once autores podrían haber recaudado  en cinco años más de 25 millones de euros de forma irregular mediante esta práctica, en la que los verdaderos autores de las piezas –que pueden ceder un máximo del 50 % de sus derechos–, renunciaban en realidad a otro 20 o 30% más en favor de productores intermediarios, que después figuraban como coautores de las obras musicales.

Las televisiones, denunciaba en aquella carta, "propician o, por lo menos, toleran (o simplemente se inhiben en el asunto) la intervención de una serie de intermediarios que pagan la producción [de la música que emiten] pactando cesiones de coautoría con los creadores reales", adulterando así el reparto de las cantidades proporcionales a los derechos de autor. Para eso, según Reixa, emprenden con frecuencia una serie de actividades "fronterizas con la legalidad", entre otras, "utilizar dominio público y forzar a compositores a ceder la autoría total o parcial de los arreglos; cobrar irregularmente; exigir los gastos de producción a los autores reales; falsear los títulos de las obras para burlar los límites del reglamento; imponer porcentajes fraudulentos de coautoría a los responsables efectivos de las músicas".

Si lo que ha pasado en la SGAE es un huracán, la rueda de las televisiones es sin duda su ojo. Tanto que Sabino Méndez, exportavoz y actual miembro de la junta directiva, pidió a los once directivos con "intereses" en la rueda de las televisiones que se abstuvieran de votar en la reunión de este martes, en la que se decidió finalmente el cese de Reixa. "En la votación en que se debate el cese del presidente que precisamente ha querido terminar con la rueda no deberían participar, ni estar presentes, los directivos que tienen intereses en esa misma rueda", escribió en una carta publicada por la agencia EFE.

Entre los aludidos –y muy especialmente– estaba José Miguel Fernández Sastrón, vicepresidente de la SGAE y opositor declarado de Reixa, a quien se enfrentó en las elecciones por la presidencia de la entidad hace 15 meses y que lidera desde entonces la oposición.

De hecho, Fernández Sastrón envió a los socios su propio escrito y lo hizo, como el anterior, el pasado lunes. En él acusaba a Méndez de "orquestar" una campaña "en defensa del líder, del único, del Salvador de la SGAE", después de que la Sociedad recibiera una carta firmada por personalidades como Alejandro Sanz, Luis Tosar, Isabel Coixet, Marta Sánchez, Ariel Roth, Santiago Auserón o Raimundo Amador, entre otros destacados socios. Ante la precipitación de la Junta que cesaría al presidente, los creadores se preocupaban por los secretos a gritos de la entidad y pedían a la junta directiva que aparcase discrepancias para no provocar "cambios innecesarios" en su organigrama ni erosionar aún más la deteriorada imagen de la entidad.

Pero aquí estamos, no obstante, hablando de peleas internas y prácticas dudosamente legales en la SGAE, de lo que se deduce que no ha sido así. Reixa fue cesado este martes por 25 votos a favor de los 39 emitidos por la junta, cuando quince meses atrás era investido prácticamente con la misma proporción: 24 de 37. El nuevo presidente será elegido en septiembre y hasta entonces asumirá el mando el cineasta Miguel Hermoso, el vicepresidente de más edad.

La  situación, no obstante, tiene un ganador desde ya: Fernández Sastrón, que ayer mismo cantaba victoria ante los periodistas antes de entrar para votar en la SGAE asegurando que, en caso de que Reixa fuera destituido, el Colegio de Pequeño Derecho le presentará como candidato. "Hay una mayoría, y lo normal es que salga un candidato de esa mayoría", señaló Sastrón, que también recordó, no sea que a nadie se le olvidara, que tiene preparado un programa para pilotar la SGAE "desde hace tres años".

Con 16 miembros, el Colegio de Pequeño Derecho –a su vez dominado por la Asociación de Compositores y Autores de Música ACAM, que había pedido el cese de Reixa porque "podría haber llevado a la entidad a una futura quiebra técnica financiera"– es la familia que más miembros concentra en las altas esferas de la SGAE. El de Gran Derecho –artes escénicas y música sinfónica–, tiene 6; el de obras audiovisuales –directores, realizadores, argumentistas o guionistas y compositores audiovisuales–, tiene nueve y el editorial –editores musicales–, cuenta con ocho.

"La sombra del pasado"

Reixa no da puntada sin hilo, y por eso a su salida ayer de la entidad evitaba mencionar expresamente a Fernández Sastrón. Más poético –e indudablemente más táctico–, Reixa confesó en su lugar haber sentido "la sombra del pasado" en los procesos destinados a moverle la silla.

La sombra del pasado aquí es Teddy Bautista, presidente de la SGAE de 1995 y 2011 y hoy imputado por la Audiencia Nacional en el contexto de la Operación Saga, acusado de delito societario, apropiación indebida y administración fraudulenta. La que libra –y que ha perdido– es una guerra, dice Reixa, entre "los nostálgicos del pasado y los ambiciosos de la actualidad". Ahí queda eso.

Aun así, el expresidente confiesa "alivio, preocupación y agradecimiento" en la hora de su marcha y no abjura de ninguna de sus medidas: "No me arrepiento de haberle metido mano a la rueda de las televisiones", explicó a los periodistas. "Creo que es un problema estructural de la gestión de derechos de autores que se había llevado a una situación insostenible, con un término de reparto nada ecuánime entre los socios de la SGAE".

A su sucesor en el puesto, sea quien sea, le ha deseado suerte y le ha encomendado que la SGAE "tenga unos órganos de gobierno que representen a esta base social" de creadores. Reixa tampoco se ha querido ir sin darle el último toque al Gobierno admitiendo, ahora sí, una frustración: no haber conseguido atajar el problema "homicida del Gobierno de España, que quiere acabar con el derecho de autor y la gestión colectiva", en referencia a la Ley de Propiedad Intelectual.

Hablar de batallas internas o de conflictos de intereses no llega siquiera a la categoría de eufemismo cuando se trata de la SGAE. Desde luego, la víctima más reciente de estas guerras intestinas, el ya expresidente Antón Reixa, se los ahorró este martes al salir de la sede de la entidad, seguramente porque el cuerpo le pedía adjetivos después de haber sido destituido por su junta directiva. Del espectacular Palacio de Longoria que dejaba a sus espaldas, por ejemplo, joya del modernismo en la capital y sede de la Sociedad General de Autores y Editores, dijo que era un edificio "diabólico". Y eso sólo para empezar.