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Miguel Ángel llama a las puertas del Louvre
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UNA ESCULTURA RENACENTISTA DONADA AL MUSEO PODRÍA SER OBRA DEL ARTISTA ITALIANO

Miguel Ángel llama a las puertas del Louvre

El pequeño crucifijo alberga detalles que dicen mucho. Su cabello está elaborado con una masa plástica llamada pastiglia con la que se logra ese relieve tan realista. Siguiendo el

Foto: Miguel Ángel llama a las puertas del Louvre
Miguel Ángel llama a las puertas del Louvre

El pequeño crucifijo alberga detalles que dicen mucho. Su cabello está elaborado con una masa plástica llamada pastiglia con la que se logra ese relieve tan realista. Siguiendo el recorrido del cuerpo, su torso es perfecto y muestra una “remarcable finura” en los detalles anatómicos, lo cual transmite un conocimiento casi científico de la musculatura humana. El barniz huele a Renacimiento y la inserción de vidrio para encarnar el color de la piel denotan un cuidado exquisito por el realismo de la pieza. Son escasos 45 centímetros en madera policromada de una precisión llamativa: solo un talentoso como Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) podría estar detrás de un cuerpo tan perfecto. 

O no. Algunos expertos dicen que el artista italiano podría ser el autor de este pequeño crucifijo donado al Museo del Louvre, pero otros no lo tienen tan seguro. Sí hay unanimidad, sin embargo, en que la escultura es una obra “de gran calidad” que coincide con las técnicas de la Italia renacentista. Según el análisis de los expertos, la obra fue elaborada en torno al año 1500 y por un artista florentino “de gran talento”. Todo apunta a Miguel Ángel.

La figura, Cristo en la cruz, es una donación a la pinacoteca de dos coleccionistas canadienses, Peter Silverman y Kathleen Onorato, que la adquirieron en el año 1985. Se trata de una pieza de madera policromada de 44,7x42 centímetros, "probablemente de tilo", según apuntan los expertos que han analizado la obra. El museo, antes de entregarlo a su  laboratorio oficial, el Centro de Investigación y Restauración de Francia (C2RMF, por sus siglas en francés), pidió el análisis de cinco especialistas del periodo renacentista independientes, tres de ellos italianos y dos franceses.

Diferentes conclusiones

Marc Bormand, conservador jefe del Departamento de Esculturas, especificó que dos de ellos atribuyen un fuerte acercamiento a la obra de Miguel Ángel, según las declaraciones que recogió el diario francés Le Monde al respecto. Otro de los especialistas mostró su desacuerdo considerando que se trata más bien “de un artista que se ha fijado” en el trabajo del italiano; un cuarto experto tampoco lo considera suyo, aunque con una argumentación “más moderada”, en palabras de Bormand. El último de ellos ni siquiera sugiere ningún nombre.

El C2RMF recogió el testigo del análisis de la figura y elaboró un estudio técnico (observación con luz directa, ultravioleta, infrarroja y radiografías) en el que identificaron materiales utilizados en la época renacentista. Según los resultados obtenidos, la figura fue elaborada de una sola pieza excepto los brazos, unidos a la altura de los hombros.

Los detalles

Algunos detalles, como la masa compuesta de sulfato de calcio y cola vegetal utilizada para definir el cabello y la capa de barniz exterior, son los que coinciden, sin duda para los especialistas, con los procedimientos utilizados en la Italia del XV. Pero hay todavía cuestiones más específicas, como la presencia del vidrio, un empleo poco habitual, pero que coincide con la obra de algunos pintores italianos como Rafael o Bronzino u otros alemanes o flamencos de finales del siglo XV y principios del XVI. También han detectado toques modernos debidos a una a restauración reciente. Pero no ofrecen ninguna atribución concreta. 

En resumen, no se duda sobre la procedencia de la escultura, pero no hay nada claro sobre el artista. Además, según explica el museo, no hay ninguna obra conocida del arquitecto, escultor y pintor italiano en formato parecido y con los mismos materiales que permitan levantar la duda.

Si finalmente fuera de Miguel Ángel, sería una obra temprana en la trayectoria del autor de La Piedad. Y coincidiría en el tiempo con el Crucifijo del Santo Spirito, una obra escultórica de la juventud del artista que se encuentra en la sacristía de la Basílica del Santo Spirito en Florencia. La escultura, de madera policromada, se llevó a cabo entre 1492 y 1494. Frente a los 44 centímetros de la pieza analizada ahora, ésta mide 139x135 centímetros.

El Louvre asegura que la cuestión de la autoría seguirá abierta por la “falta de certitud”. Sí confirma que, si bien puede no pertenecer al mismísimo Buonarroti, por la fecha y la procedencia el artista debe considerarse referente artístico de la obra. La escultura pasará por una ligera restauración y en unos meses tendrá un lugar en la Galería Miguel Ángel del museo, junto a otras figuras suyas como Esclavo rebelde (215 cm) y el Esclavo moribundo (229 cm). Aunque no hay certeza sobre la autoría por ahora, en la placa de la figura constará el nombre del artista italiano entre interrogaciones.

Peter Silverman, que vive entre París y Nueva York, es coleccionista de arte desde hace cuarenta años. Ya se dio a conocer por haber "descubierto" un retrato de una "bella princesa" que él atribuye a Leonardo da Vinci y que compró en Nueva York en 2007 por 19.000 dólares. Incluso publicó un libro intentando convencer de su discutido hallazgo al mundo del arte. Este noble caballero, al cual el Louvre agradece su "generosidad", propuso hace un año ceder el Cristo en la cruz al museo parisino. Lo había adquirido en Alemania y sugirió que podía ser un Miguel Ángel, según dijo el conservador del museo al diario Libération. Hay quienes tienen un ojo entrenado. 

El pequeño crucifijo alberga detalles que dicen mucho. Su cabello está elaborado con una masa plástica llamada pastiglia con la que se logra ese relieve tan realista. Siguiendo el recorrido del cuerpo, su torso es perfecto y muestra una “remarcable finura” en los detalles anatómicos, lo cual transmite un conocimiento casi científico de la musculatura humana. El barniz huele a Renacimiento y la inserción de vidrio para encarnar el color de la piel denotan un cuidado exquisito por el realismo de la pieza. Son escasos 45 centímetros en madera policromada de una precisión llamativa: solo un talentoso como Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) podría estar detrás de un cuerpo tan perfecto. 

Museo del Louvre