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Viena recuerda a Freud setenta años después de su último sueño
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Viena recuerda a Freud setenta años después de su último sueño

Setenta años después de la muerte de Sigmund Freud, Viena se pregunta si su obra, el psicoanálisis, extendido prácticamente en todo el mundo, compite hoy con

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Viena recuerda a Freud setenta años después de su último sueño

Setenta años después de la muerte de Sigmund Freud, Viena se pregunta si su obra, el psicoanálisis, extendido prácticamente en todo el mundo, compite hoy con las religiones en la búsqueda de la verdad del ser humano. "En el exilio, en Inglaterra. El célebre Freud murió esta mañana", tituló en primera página el diario del partido comunista francés Ce Soir la noticia del fallecimiento del "padre del psicoanálisis" el 25 de septiembre de 1939.

El titular incluía un error, pues el genial psiquiatra austríaco había perecido dos días antes, el 23 de septiembre, a los 83 años de edad, tras décadas de padecimiento por un cáncer de mandíbula. La página del citado rotativo, así como el anuncio, correctamente datado, de Imago, la revista internacional de psicoanálisis, se muestran hoy en el Museo Freud de Viena, abierto al público desde 1971 en los aposentos del apartamento de la calle Berggasse número 19, que fue consultorio del famoso médico y vivienda de su familia.

Extremadamente criticado y combatido en su época, y especialmente en la Viena imperial, la obra del autor de La interpretación de los sueños revolucionó el pensamiento científico e influyó de forma decisiva en el desarrollo de la cultura occidental, sin dejar nunca de despertar controversias. Ese es el tema de la conferencia titulada Psicoanálisis como religión laica de Felix de Mendelssohn, con la que, junto a un simposio bajo el lema El poder de los monoteísmos - psicoanálisis y religiones, Viena rinde homenaje a Freud, más de 71 años después de que, ya octogenario, se viera obligado a huir a Londres de la persecución nazi.

Extendido rápidamente a otros países

El horror y los estragos del régimen de Adolf Hitler son aún palpables en el Museo, pues los nacionalsocialistas, con su quema de libros y la persecución de los judíos, intentaron destruir y ahogar el incipiente pero fuerte movimiento psicoanalítico que desde esta ciudad se extendió rápidamente por otros países. Así, pocos son los muebles originales que pueden verse en la Berggasse 19, y completa está sólo la sala de espera del consultorio, por lo que el público necesita de las fotografías y documentos para reconstruir con la imaginación el ambiente con el famoso diván y el resto de la vivienda y lugar de trabajo de Freud.

Eso sí, numerosos documentos revelan no sólo el rico trabajo del autor de La interpretación de los sueños, sino de los muchos que le siguieron. Y además, el museo ostenta hoy, en parte del apartamento donde vivía la familia, la mayor biblioteca europea de escritos y libros psicoanalíticos, con 35.000 tomos, en su mayoría en alemán e inglés, pero también en muchos otros idiomas, incluido el español.

Junto a diversos aspectos biográficos de los protagonistas de la historia del psicoanálisis, las obras aparecen ordenadas en apartados que reflejan el amplio desarrollo de la nueva disciplina sobre la vida psíquica del ser humano y sus problemas, iniciada hace más de 115 años con un caso de histeria. Manías, sexualidad, problemas de identidad, sadismo y masoquismo, melancolía, depresión, narcisismo, adición, perversión, son algunas de las clasificaciones de los libros de esta biblioteca.

Ni la persecución nazi ni las de otros regímenes totalitarios como algunas dictaduras en Latinoamérica han impedido que el psicoanálisis esté hoy firmemente establecido en casi todo el mundo, incluso en culturas tan diferentes a la europea como la China. Y reflejo de ello es que se haya llegado al punto en que su organización y códigos internos, así como el hermetismo de su lenguaje, haya despertado la inquietud de un parentesco aparente con las rígidas estructuras de las instituciones religiosas tradicionales.

Setenta años después de la muerte de Sigmund Freud, Viena se pregunta si su obra, el psicoanálisis, extendido prácticamente en todo el mundo, compite hoy con las religiones en la búsqueda de la verdad del ser humano. "En el exilio, en Inglaterra. El célebre Freud murió esta mañana", tituló en primera página el diario del partido comunista francés Ce Soir la noticia del fallecimiento del "padre del psicoanálisis" el 25 de septiembre de 1939.

El titular incluía un error, pues el genial psiquiatra austríaco había perecido dos días antes, el 23 de septiembre, a los 83 años de edad, tras décadas de padecimiento por un cáncer de mandíbula. La página del citado rotativo, así como el anuncio, correctamente datado, de Imago, la revista internacional de psicoanálisis, se muestran hoy en el Museo Freud de Viena, abierto al público desde 1971 en los aposentos del apartamento de la calle Berggasse número 19, que fue consultorio del famoso médico y vivienda de su familia.

Extremadamente criticado y combatido en su época, y especialmente en la Viena imperial, la obra del autor de La interpretación de los sueños revolucionó el pensamiento científico e influyó de forma decisiva en el desarrollo de la cultura occidental, sin dejar nunca de despertar controversias. Ese es el tema de la conferencia titulada Psicoanálisis como religión laica de Felix de Mendelssohn, con la que, junto a un simposio bajo el lema El poder de los monoteísmos - psicoanálisis y religiones, Viena rinde homenaje a Freud, más de 71 años después de que, ya octogenario, se viera obligado a huir a Londres de la persecución nazi.

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