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Una gran retrospectiva en Londres acoge obras de la fotógrafa Diane Arbus
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Una gran retrospectiva en Londres acoge obras de la fotógrafa Diane Arbus

El museo Victoria & Albert, de Londres, dedica bajo el título de Revelaciones una gran retrospectiva a Diana Arbus, una de las artistas más inquietantes de

Foto: Una gran retrospectiva en Londres acoge obras de la fotógrafa Diane Arbus
Una gran retrospectiva en Londres acoge obras de la fotógrafa Diane Arbus

El museo Victoria & Albert, de Londres, dedica bajo el título de Revelaciones una gran retrospectiva a Diana Arbus, una de las artistas más inquietantes de la historia de la fotografía. Nacida en Nueva York en 1923, Arbus es una figura en cierto modo inclasificable, la importancia de cuya obra comenzó a apreciarse sobre todo después de su suicidio en 1970. Sus imágenes sorprenden por lo que era entonces una gran audacia temática: Arbus fotografió de modo casi obsesivo a todo tipo de personajes marginales, excéntricos, deformes o discapacitados. Arbus dijo en cierta ocasión que prefería a los monstruos a las estrellas de cine porque éstas se cansan pronto de sus fans mientras que aquéllos apreciaban el que alguien les prestara "honrada atención".

La artista en ningún caso juzga o moraliza sino que muestra en toda su desnudez al personaje que tiene delante y deja que cada cual saque sus propias conclusiones.

Una de sus imágenes más conocidas es, por ejemplo, la titulada Muchacho con sombrero de paja, de 1967, que muestra a un adolescente que se dispone a participar en una manifestación a favor de la guerra de Vietnam y luce en la chaqueta dos chapas, en una de las cuales se lee Dios bendiga a América y en la otra, Bombardead Hanoi.

Otra de sus imágenes más impactantes muestra a un niño claramente subnormal en el Central Park neoyorquino con una granada de juguete en la mano.

Fascinación por las máscaras

Arbus fotografió también a transexuales, dominadoras látigo en mano con sus clientes a los pies, tragafuegos y enanos de circo, nudistas de carnes flácidas en zapatillas, hombres disfrazándose de mujer en el camerino y viejas enmascaradas: la artista parece sentir una enorme fascinación por las máscaras.

Es admirable en cualquier caso cómo la fotógrafa logró ganarse la confianza de los retratados, lo mismo hombres que mujeres, jóvenes o viejos, "normales" o submormales, metiéndose muchas veces en su espacio privado y muchas veces literalmente en su alcoba.

Al igual que la obra de August Sander, aunque ella esté en las antípodas del optimismo sociológico del fotógrafo alemán, las imágenes que nos dejó Diane Arbus constituyen, como ella misma dijo, una "especie de antropología contemporánea".

Hay quien la ha acusado de voyeurismo y aun de sadismo, de haber explotado a los individuos, muchos de ellos desvalidos o retrasados mentales, a los que retrató.

Sin embargo, el responsable de la sección de fotografías del museo londinense, Martin Barnes, sostiene que las imágenes muestran la ternura que sentía en el fondo la fotógrafa hacia esas criaturas, a las que por primera vez hacía visibles para muchos.

"Quiero fotografiar las ceremonias de nuestro presente...Quiero recogerlas, como cuando una abuela hace mermelada, porque son tan hermosas", escribió la fotógrafa en 1963.

Sus comienzos: fotógrafa de moda

Poco antes de su muerte, Arbus comenzó a juntar sus fotografías en una especie de álbum de familia, que ella comparó a un arca de Noé, del que no quería dejar fuera a ningún animal.

Es en cualquier caso curiosa la evolución de Arbus, que comenzó su carrera como fotógrafa de moda junto a su marido, y trabajó en la década de los años cincuenta para revistas como Vogue y Glamour.

En 1956 iba a abandonar, sin embargo, la moda y tomó clases con Lisette Model, fotógrafa francesa emigrada a Estados Unidos tras huir del nazismo, que había sabido encontrar sus modelos las calles de un país en el que las divisiones sociales eran cada vez más claras y profundas.

Model enseñó a la joven fotógrafa a ser finalmente ella misma y la ayudó a desarrollar una penetrante visión documental que rompía totalmente con sus anteriores trabajos comerciales.

El museo Victoria & Albert, de Londres, dedica bajo el título de Revelaciones una gran retrospectiva a Diana Arbus, una de las artistas más inquietantes de la historia de la fotografía. Nacida en Nueva York en 1923, Arbus es una figura en cierto modo inclasificable, la importancia de cuya obra comenzó a apreciarse sobre todo después de su suicidio en 1970. Sus imágenes sorprenden por lo que era entonces una gran audacia temática: Arbus fotografió de modo casi obsesivo a todo tipo de personajes marginales, excéntricos, deformes o discapacitados. Arbus dijo en cierta ocasión que prefería a los monstruos a las estrellas de cine porque éstas se cansan pronto de sus fans mientras que aquéllos apreciaban el que alguien les prestara "honrada atención".