El fin de la meritocracia, por M. Ricci

Estimado director,

en referencia al artículo "El plan para el futuro: emitir salvoconductos para huir de España", de Esteban Hernández, quería añadir que el problema de la emigración (se lo dice desde París un emigrante, hijo, nieto y bisnieto de emigrantes) es que nos estamos cargado la meritocracia. Y esto es así porque la cualificación y el estudio han dejado de ser un vehículo de movilidad social.

Se contrata por "networking" o, dicho de otro modo, los puestos bien remunerados en empresas de gran tamaño son, cada vez más, para pagar influencias y cada vez menos para cubrir una necesidad diferencial de habilidades.

A nivel profesional, tenemos ingenieros cobrando lo que un cajero de Mercadona, o médicos cobrando la tercera parte que en países vecinos. Yo mismo he buscado expertos en TIC para proyectos de 5G y los tenemos por 10 euros/hora, al precio del personal de limpieza.

Puesto que ya no existe "carrera profesional" en las grandes empresas, hay bajo coste y bajo rendimiento. El talento se pluriemplea como en la posguerra o emprende en uno de los países más hostiles a las pymes, como es el nuestro.

A menos que, claro está, uno se anime a emigrar.

Pero está empeorando. En el nivel educativo de primaria y secundaria, el daño ya está hecho. Hemos encadenado reformas durante treinta años para "enrasar por lo bajo". Hoy estamos a la cola de Europa (véase informe Pisa), aunque gastamos por alumno por encima de la media. Nos preocupamos por la paridad, la "religión" y otros asuntos ya superados o secundarios.

De la FP nos hemos olvidado. Simplemente.

A nivel universitario, algunas carreras (no todas, ni mucho menos, ni en todos los centros) siguen aplicando filtros, y en ellas es donde se producen los "profesionales cualificados" que exportamos: medicina, ingenierías, exactas, físicas... mientras dure.

Mateo Ricci