Un español comparte la historia del nacimiento del famoso pastel de nata de Portugal

El pastel de nata, ese dulce emblemático de la gastronomía portuguesa, esconde tras su cremosa textura y crujiente cobertura una historia fascinante que se remonta a los monasterios y conventos de Portugal.

La Fábrica de Nata, ubicada en el corazón de Lisboa, no solo deleita a sus visitantes con la preparación de estos postres en directo, sino que también sirve de escenario para desvelar sus orígenes a través de los relatos de sus murales.

Iñaki, un joven español que vive en Portugal, ha visitado esta pastelería y ha contado a través de su perfil de TikTok la historia del famoso pastel de nata portugués, cómo nació.

Una historia arraigada en la tradición

Según la narrativa que adorna las paredes del local, los pasteles de nata "nacen en monasterios y conventos de Portugal usando las sobras de claras de huevo". Estas claras eran inicialmente las sobras de las que eran utilizadas en la producción de vino y el lavado de la ropa.

Sin embargo, con la expulsión de las órdenes religiosas y el cierre de muchos conventos en la estela de la Revolución Liberal de 1820, la receta trascendió los muros eclesiásticos para convertirse en un símbolo de la repostería portuguesa.

Desde aquel momento de cambio, tanto los locales como los visitantes de todo el mundo han tenido la oportunidad de disfrutar de la dulzura de estos pasteles, espolvoreados tradicionalmente con canela y azúcar en polvo, recién salidos del horno. Aunque la Fábrica de Nata no es el establecimiento más económico de la ciudad, ofrece una experiencia gastronómica altamente recomendable.

Un símbolo de la dulzura portuguesa

Probar un pastel de nata acompañado de helado en este lugar emblemático no es solo cuestión de paladar, sino también una forma de conectar con un pedazo de la historia portuguesa. Es un viaje a un pasado donde la innovación nacía de la necesidad y la creatividad se manifestaba en las cocinas de conventos y monasterios.

La receta del pastel de nata es un vivo recordatorio de cómo la gastronomía puede servir de puente entre culturas y tradiciones, enriqueciendo nuestra experiencia del mundo de maneras inesperadas.

Así, cada degustación de este postre no es únicamente un deleite sensorial, sino también una invitación a explorar la rica herencia cultural de Portugal. El pastel de nata se erige como un testimonio de la capacidad de la gastronomía para contar historias, uniendo a personas de distintos orígenes en torno a la mesa de la dulzura compartida.