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Estos son los efectos que produce volar en avión en tu piel, músculos, corazón y cerebro
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A GRANDES ALTURAS

Estos son los efectos que produce volar en avión en tu piel, músculos, corazón y cerebro

Si te da miedo o inquietud coger un avión, las consecuencias para tu organismo de la expedición podrían agravarse, por lo que mejor que puedes hacer es tranquilizarte antes de subir a la cabina

Foto: Foto: iStock.
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El acto de volar a grandes altitudes no es solo una maravilla de la ingeniería moderna, sino también una experiencia que, aunque acorta distancias y tiempo, puede tener efectos notables en nuestra salud. Médicos y especialistas en salud han arrojado luz sobre cómo los vuelos de larga distancia, especialmente aquellos que superan las ocho horas, pueden afectar diversas partes de nuestro cuerpo, desde el corazón hasta la piel, pasando por el estómago y el cerebro.

Además, el miedo a volar no solo provoca ansiedad y estrés antes y durante el vuelo, sino que también puede desatar síntomas físicos como taquicardia, sudoración, mareos y, en casos extremos, ataques de pánico. El cuerpo, al percibir el vuelo como una amenaza, activa el modo de "lucha o huida", liberando adrenalina y alterando el estado de alerta del individuo. Estas reacciones no solo comprometen el bienestar emocional, sino que también pueden exacerbar los efectos físicos del vuelo, como la deshidratación y la fatiga, complicando aún más la experiencia de viajar en avión.

Los vuelos de larga distancia tienen impactos significativos en el organismo, según revelan estudios médicos recientes. El Dr. Gill Jenkins, asesor de salud, destaca en The Independent que "estar sentado por ocho horas o más puede tener serios efectos adversos en tu salud, tales como en la salud cardíaca y respiratoria, así como en tus músculos y articulaciones". Este fenómeno se debe, en parte, a la reducida movilidad y al ambiente presurizado de la cabina. A continuación veremos más efectos de volar a gran altura.

En el corazón

El ambiente presurizado de los aviones, que simula una altitud de entre 6.000 y 8.000 pies, puede mermar la oxigenación del cuerpo, llevando a dificultades respiratorias y, en personas con precondiciones, agravar problemas cardíacos. "Las personas con mayor riesgo de problemas cardíacos en un avión son aquellas que ya tienen una enfermedad cardiovascular previa", advierte Jenkins. La deshidratación y el estrés también contribuyen a este riesgo.

En el sistema digestivo

Por otro lado, el doctor Simon Theobalds, señala que "las cabinas de los aviones tienen niveles bajos de humedad, lo que puede causar deshidratación y conducir a problemas digestivos como la constipación y la incomodidad". Además, la variación en la presión de la cabina puede provocar expansión de gases, causando hinchazón y molestias digestivas.

En la función cognitiva

El cambio de zonas horarias afecta el ritmo circadiano del cuerpo, alterando patrones de sueño y, por ende, la función cognitiva. "Los cambios en los patrones de sueño causados por las diferencias de zona horaria pueden afectar la calidad y cantidad del sueño, lo que puede tener un impacto en las funciones cognitivas y el estado de ánimo", explica Theobalds. La baja humedad y la menor oxigenación también pueden causar dolores de cabeza y mareos.

En la nariz

La sequedad en ojos, nariz y boca es otro efecto adverso frecuente en los vuelos de larga duración, exacerbado por el aire seco recirculado. Jenkins resalta que "la circulación de aire dentro de un avión es muy seca". Este ambiente favorece la evaporación de las lágrimas y puede aumentar la sensación de sequedad y molestia ocular, además de promover la proliferación bacteriana en la boca.

En la piel

La piel también sufre en estos entornos, tornándose seca y tirante, lo que puede "llevar a la descamación y empeorar condiciones de la piel como el eczema o la psoriasis", indica Theobalds. La exposición a rayos UV a altitudes elevadas, a pesar de la filtración de la ventana, puede incrementar el riesgo de daño cutáneo a largo plazo. Para mitigar estos efectos, se recomienda mantener una hidratación adecuada, evitar el alcohol, realizar estiramientos y caminar durante el vuelo. Estas medidas son cruciales para preservar la salud durante viajes aéreos prolongados.

El acto de volar a grandes altitudes no es solo una maravilla de la ingeniería moderna, sino también una experiencia que, aunque acorta distancias y tiempo, puede tener efectos notables en nuestra salud. Médicos y especialistas en salud han arrojado luz sobre cómo los vuelos de larga distancia, especialmente aquellos que superan las ocho horas, pueden afectar diversas partes de nuestro cuerpo, desde el corazón hasta la piel, pasando por el estómago y el cerebro.

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