Una reportera cuenta su "truco definitivo" para que la gente se pare en la calle para responder a sus preguntas

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La vida del reportero es una de las más duras y desagradecidas dentro del mundo del Periodismo. Además del trabajo que lleva documentarse para encontrar el material necesario y montar la pieza encargada, se unen los kilómetros en coche para ir de un sitio a otro y todo el tiempo que uno se pasa en la calle esperando entrar en directo para una conexión de apenas unos segundos o minutos, llueva, truene o haga un calor asfixiante.

Junto a esto, muchos tienen que soportar situaciones surrealistas o bastante incómodas. Gente que se cuela en directo o que permanece en plano observando fijamente al periodista, personas que intentan dar su opinión arrebatándole el micrófono o, incluso, situaciones de acoso como la vivida por la reportera Isa Balado en el programa En boca de todos o José Domingo Bueno en Así es la vida hace apenas unos días.

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D. R.

Otra, en cambio, cuesta la vida conseguir que la gente de a pie se pare para que el reportero pueda obtener unas declaraciones. La vergüenza por salir en televisión o las prisas del día a día suelen ser los principales escollos. Sin embargo, Beatriz Correal, reportera de La Sexta Noticias descubrió ayer un método infalible para conseguir que la gente responda sus preguntas.

"Esto no lo cuentan en la Facultad"

“Tras más de 15 años trabajando en TV, persiguiendo a gente por la calle para que tuviera a bien atendernos, ayer descubrí un truco INFALIBLE que paso a compartir”, escribió Correal en su cuenta de Twitter, ahora conocida como X. “Porque muchos, seguro, estudiaréis Periodismo”, aseguró haciendo un guiño a los futuros reporteros de calle y añadió que “esto no te lo cuentan en la Facultad”.

El reportaje en cuestión trataba sobre los falsos mitos sobre la alimentación como que la fruta de postre engorda, que los huevos son malos para el colesterol, que el pan no es sano, si debemos tomar suplementos o vitaminas, que los alimentos congelados son menos nutritivos que los frescos o que si se hace deporte se puede comer y beber lo que se quiera.

Justo en este último punto y con “el micro en una mano y una bandeja de rosquillas en la otra”, Beatriz consiguió parar a la primera hasta a tres transeúntes. Los dos primeros aceptaron la rosquilla mientras que el tercero lo rechazó de plano. “Eso es veneno. Eso lleva azúcar, lo sabes, ¿no? Es peor que la cocaína”, le dijo. El caso es que en la bandeja solo quedó una rosquilla.