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La historia de las mujeres que se alistaron en el Ku Klux Klan
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"TODA LA GENTE BUENA PERTENECE AL KLAN"

La historia de las mujeres que se alistaron en el Ku Klux Klan

A pesar de ser una organización extremadamente conservadora, el KKK recurrió a ciertas ideas feministas para que las mujeres se unieran a sus filas en los años 20

Foto: Una fracción de la Ku Klux Klan Women. (Wikipedia)
Una fracción de la Ku Klux Klan Women. (Wikipedia)

"Novedad, misterio y secreto". Estos fueron los tres principios por los que surgió el Ku Klux Klan poco tiempo después de que acabara la guerra de Secesión norteamericana. Su germen fue el descontento tras la abolición de la esclavitud. Aunque la historia de este oscuro grupo supremacista tiene distintas partes, las mujeres en un comienzo solo participaban en tareas auxiliares de la banda, como coser las prendas que vestían sus maridos, para después jugar un rol significativo y ganar relevancia.

Así lo narra la periodista estadounidense Emily Cantaneo en un artículo de 'JSTOR Daily': "Las mujeres jugaban un papel simbólico en esta primera versión del Klan: uno de los objetivos declarados de estos terroristas era proteger a esas 'angélicas mujeres inocentes' de los terribles 'demonios' negros que habían sido liberados en el campo". Como era de esperar, los primeros miembros no solo eran racistas, sino también profundamente machistas. "En su imaginación, las mujeres blancas protestantes eran criaturas virtuosas e inocentes cuya razón de ser era apoyar y servir a los hombres", explica el historiador William F. Pinar. "A su vez, los hombres tenían la misión de protegerlas de esos demonios sexuales que iban a la caza, los negros, hacia los que no podían evitar sentir deseo".

La WKKK les dio la oportunidad de hacer valer su nuevo poder político conseguido recientemente y vivir la vida fuera de los límites del hogar

En 1870, la primera división del Klan fracasó y desapareció. No fue hasta 1915 cuando se refundó, volviéndose más poderoso que nunca al atraer a más simpatizantes a sus filas. "Este nuevo Klan, que atrajo entre tres y seis millones de estadounidenses a lo largo de la década de 1920, se diferenciaba de su predecesor en dos aspectos clave: emergió a la vista del gran público, entrelazándose con el gobierno estadounidense y llevó sus acciones hasta mucho más allá del sur del país", explica la periodista. Entre sus enemigos figuraban católicos, judíós, asiáticos, mormones, inmigrantes, socialistas, trabajadores y hasta propietarios de salones de baile.

Las Reinas de la Máscara Dorada

Es en este segundo Klan cuando se crea la primera división de mujeres. Surgieron distintos grupos que pugnaron entre sí para hacerse con el poder de los altos mandos, algunos de ellos dirigidos por hombres para derrocar a sus rivales y ascender en el control de la organización. En esta época también surgen distintas sociedades secretas de corte supremacistas que se relacionaban con el KKK, como por ejemplo Las Reinas de la Máscara Dorada. Fue esta precisamente quien finalmente ascendió al poder a la hora de gestionar toda la devoción femenina por la causa supremacista.

Todos estos roles nacieron a partir de las ideas nacionalistas que abogaban por preservar la institución familiar y combatir la decadencia moral

Kathleen M. Blee, autora del libro ''Women of the Klan'', describe a La Máscara Dorada como una organización que tenía sedes en casi todos los estados, sobre todo en Ohio, Indiana, Pensilvania y Arkansas. Al igual que la división masculina, la WKKK seguía unos órdenes jerárquicos, con nombres de lo más variopintos para designar a los líderes de cada división: el Comandante Imperial, los Klaliffs, Klokards, Kligrapps, Klabees y los Klexter. "Todos estos roles y actividades nacieron a partir de las ideas racistas y nacionalistas que abogaban por preservar la institución familiar y combatir aquello que percibían como una decadencia moral", relata Cantaneo.

"Las mujeres no se solían involucrar en los actos violentos, aunque naturalmente había excepciones", afirma la periodista. Según Blee, "eran manipuladoras encubiertas que, de cara a los demás, se presentaban como organizaciones culturales". Una de sus grandes facetas era la sociabilidad, sobre todo en los clubs selectos de clase alta de y de blancos, en los que intentaban captar adeptos para el Klan. Además, según explica Cantaneo, lideraron 'escuadrones de envenenamiento' en los que ingeniaban conspiraciones para destruir la reputación de los candidatos políticos que estaban en contra del Klan, alegando que eran católicos o judíos. También "intentaron expulsar a los profesores de las escuelas públicas católicas, realizaron boicots en empresas e hicieron campaña por los líderes supremacistas".

Foto: David Duñe, exrepublicano y exlíder del Ku Klux Klan. (Reuters)

"Toda la gente buena pertenece al Klan", era una de sus lemas. Un recurso que desde siempre ha calado entre los simpatizantes de ideas ultraderechistas o nacionalistas. "La WKKK no atraía a las mujeres por su novedad, sino más bien por sus ideales y rituales, que encajaban de forma bastante natural con la tradicional vida de la población protestante blanca en Estados Unidos". En este sentido, muchas de ellas interpretaron su pertenencia al grupo como un oportunidad para "pasar un buen rato con amigos y disfrutar".

Lo más perturbador y llamativo de esta particular visión que muchas simpatizantes tenían del Klan era que, en cierto modo, creían que debían formar parte del grupo porque este salvaguardaba sus derechos recién conseguidos, como el derecho al voto. En cierto modo, los líderes del KKK se erigieron como garantistas del papel político que una mujer debía tener en el seno de la sociedad, atrayéndolas con ideales de lo más progresistas que disipaban toda sombra de machismo conservador del que subrepticiamente el colectivo hacía gala.

¿Feminismo en el Ku Klux Klan?

Esta contradicción ideológica la podemos ver plasmada en un antiguo anuncio del estado de Indiana dirigido exclusivamente a las mujeres, recopilado por 'JSTOR Daily': "Los hombres ya no aspiran a la dominación total en ningún campo profesional propio, mientras que ellas, ya sea que permanezcan secuestradas bajo el velo de la vida en el hogar o en los ajetreados pasillos de los negocios de moda, las mujeres ahora están llamadas a poner sus espléndidos esfuerzos y habilidades en un movimiento para mujeres cien por cien estadounidenses".

¿Puede a día de hoy un movimiento conservador radical y abiertamente racista apropiarse del discurso femenista en su propio beneficio?

Esta serie de anuncios convencieron a muchas de que el WKKK era un medio útil para la preservación de los derechos femeninos protestantes que tanto había costado conseguir. ¿Cómo era posible que en un grupo de ideología extremadamente conservadora se diera esa comunión entre racismo y feminismo? Blee lo asocia al hecho de que una vez conquistada la lucha por el voto femenino en 1920, las ideas feministas se diseminaron por el país, dividiéndose en subgrupos, yendo a parar en muchos casos a organizaciones supremacistas. "La WKKK les concedió la oportunidad de hacer valer su nuevo poder político conseguido recientemente, vivir la vida fuera de los límites del hogar y ejercer su autonomía en sociedad", recalca Cantaneo. "Algunas mujeres, incluso, se rebelaron contra sus maridos o se divorciaron para unirse al Ku Klux Klan".

Muchas de sus líderes, como por ejemplo Lulu Markwell o Daisy Doulgas Barr, llegaron a afirmar que el Klan las protegía contra el acoso sexual y la delincuencia recalcitrante de sus maridos. Y, además, exigían demandas políticas que aún hoy están en juego, como por ejemplo la igualdad salarial. "Algunas mujeres tenían la habilidad de convertir la intolerancia racial y religiosa en ideas progresistas", observa Blee. Ahora, pasados los años, la pregunta está clara: ¿puede a día de hoy un movimiento conservador radical y abiertamente racista apropiarse del discurso femenista en su propio beneficio?

"Novedad, misterio y secreto". Estos fueron los tres principios por los que surgió el Ku Klux Klan poco tiempo después de que acabara la guerra de Secesión norteamericana. Su germen fue el descontento tras la abolición de la esclavitud. Aunque la historia de este oscuro grupo supremacista tiene distintas partes, las mujeres en un comienzo solo participaban en tareas auxiliares de la banda, como coser las prendas que vestían sus maridos, para después jugar un rol significativo y ganar relevancia.

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