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Coronavirus y conspiración: historia de las teorías absurdas durante las pandemias
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Coronavirus y conspiración: historia de las teorías absurdas durante las pandemias

Aunque han surgido muchos bulos respecto a la aparición del coronavirus, no es la primera vez que sucede algo así con una enfermedad. ¿Por qué somos tan susceptibles de creerlos?

Foto: (Pixabay)
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En el principio, fue la sopa de murciélago. Después llegó el pangolín y asistimos con horror a que una criatura tan, aparentemente, graciosa, pudiera originar un virus tan terrible. Pero nada parecía muy claro y entonces, los primeros incrédulos comenzaron a decirlo en bajito: "El virus de Wuhan ha sido creado por el hombre en un laboratorio".

Como sucede con las teorías de la conspiración, no surgía de la nada y el primero en relacionarlo fue el tabloide 'Daily Mail': en un artículo publicado el pasado 23 de enero, aseguraba que China había construido un laboratorio para estudiar el ébola y el síndrome respiratorio agudo grave en Wuhan. La noticia indicaba que en 2017, expertos estadounidenses en bioseguridad ya habían advertido de que un virus podía escaparse del recinto. El boca a boca hizo el resto.

Wuhan no es el único

Después llegó la novela. En 1981, Dean Koontz publicó una obra que parecía predecir el apocalipsis y el peor de los escenarios posibles con la crisis del coronavirus: 'Los ojos de la oscuridad' ('The eyes of darkness' en el original) habla de un virus originado en un laboratorio militar chino en Wuhan, donde se ha originado el coronavirus. Un ejemplo de serendipia tan impresionante que solo sirvió para que la teoría de la conspiración se propagase.

Cuando apareció el VIH, algunos también creían que había sido creado en un laboratorio. Durante la peste, se culpó a los judíos

El coronavirus, sin embargo, no es el único al que se le ha presupuesto un origen 'conspirativo'. Por poner algunos ejemplos, durante el brote del virus zika en 2015-16 se sugirió que se trataba de un arma biológica también, en lugar de una ocurrencia natural. Si nos remontamos un poco más, durante la epidemia de peste bubónica que asoló a Europa durante el siglo XIV, las teorías fueron igual de locas: se habló del envenenamiento de pozos o, directamente, se culpó a los judíos. Lo inexplicable trató de explicarse y acabó en xenofobia y expulsiones.

Pero, sin duda, el VIH ha sido uno de los virus que ha suscitado teorías más locas desde su aparición. El químico estadounidense Kary Mullis (fallecido en 2019), negaba su existencia, y en los años 80 la KGB soviética se encargó de difundir rumores asegurando que Estados Unidos lo había desarrollado como arma biológica, probándola con prisioneros y homosexuales. Frente a la teoría oficial de su surgimiento en África, algunos científicos se negaban. "No se conoce ningún virus animal que tenga todos los síntomas del sida, por lo que debe haber sido creado genéticamente, de virus diferentes", decía en 1986 el doctor Robert Strecker en una entrevista concedida a 'Sunday Express'.

Por tanto, el coronavirus no ha sido el primero ni el único susceptible de que se creen alarma y mitos a su alrededor. Las teorías de la conspiración no son algo nuevo y, según algunas investigaciones, tienden a surgir en los momentos en que las sociedades atraviesan una crisis (ataques terroristas, cambios políticos, crisis económicas...), esto se debe a que suelen florecer en periodos de incertidumbre y amenaza, en los que buscamos darle sentido a un mundo caótico.

Hay que acabar con la idea de que el conspiranoico es un varón blanco de mediana edad con un sombrero de papel de aluminio

Muchas veces, las teorías de la conspiración también ayudan a establecer y hacer una diferenciación entre 'los buenos y los malos', de manera que así podemos culpar a alguien de los acontecimientos que no nos gustan. Como cuenta en 'BBC' el profesor Joe Uscinski, autor de 'American Conspiracy Theories': "Todo el mundo cree en alguna y quizás en más de una. Y la razón es sencilla: hay un número infinito de teorías de la conspiración ahí fuera. Si hiciéramos una encuesta sobre todas ellas, todo el mundo marcaría varias casillas. Da igual que seas de izquierdas o derechas, ambos bandos tienen ideas de este estilo. Hay que olvidarse de la idea de que el conspirativo es un varón blanco de mediana edad que lleva un sombrero de papel de aluminio y vive en casa de su madre".

También indica que, a menudo, culpamos a los políticos de los malos acontecimientos. "De esta manera, sentimos que pertenecemos a un grupo, a la vez que generamos antagonismo hacia otro, que es el culpable de lo que está sucediendo", cuenta, como están tan arraigadas en la sociedad desde hace tanto tiempo, asegura que es muy difícil que vayamos a desprendernos de repente de las teorías de la conspiración.

Por tanto, todo lo que ha sucedido con el coronavirus de Wuhan no es nuevo. De hecho, en la revista 'The Lacent' ya se ha señalado que "científicos de múltiples países han analizado genomas del agente causal y los resultados concluyen, de forma abrumadora, que el origen está en la vida silvestre". Pero como ocurrió con la gripe A o el SARS en 2002, mucha gente seguirá pensando que proviene de un laboratorio. Quizá como los que culpaban a los dioses de su infortunio, para poder darse una explicación convincente y brindar algo de sentido al mundo en tiempos difíciles.

En el principio, fue la sopa de murciélago. Después llegó el pangolín y asistimos con horror a que una criatura tan, aparentemente, graciosa, pudiera originar un virus tan terrible. Pero nada parecía muy claro y entonces, los primeros incrédulos comenzaron a decirlo en bajito: "El virus de Wuhan ha sido creado por el hombre en un laboratorio".

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