La Santa Compaña: una investigación sobre las oscuras energías que recorren Galicia
Muchas son las versiones sobre esta extraña comparsa o presencia, contrastada por miles de testimonios ampliamente documentados a lo largo y ancho de Galicia
La justicia es como las serpientes, sólo muerde a los descalzos.
Eduardo Galeano.
En la latitud inmemorial, donde el inmenso océano Atlántico combate milenariamente el entramado amurallado de la costa Gallega, ora con el azote de los vientos, ora con olas gigantescas, existe una tierra donde hay una extraña concentración de fenómenos inusuales, enredados en el mito sempiternamente arraigado en todas las culturas, particularmente en las ascendencia celta, en las que Galicia e Irlanda comparten tantas raíces comunes.
Quizás el más famoso de ellos sea el de la tenebrosa e inquietante Santa Compaña. Hablamos de Galicia y, por ende, de una tierra en donde la lluvia, el viento, la bruma, el misterio y también, por qué no, la superstición, juegan un papel importante.
España, como los otros tres países tradicionalmente ribereños de Europa, concita una alta densidad de la historia oficialmente conocida y registrada, y si hablamos de historia, ¿por qué no hablar también de los mitos inherentes a ella?
Pues en nuestra Galicia mágica y llena de ritos ancestrales, poblada de hombres rudos y de mujeres recias de voz magnéticamente seductora y cantarina, y muchas de ellas con extraños poderes y facultades desconocidas en otras latitudes, en la Galicia donde el paganismo milenario y las rentas de aquella gran cultura que fue la celta, que dejó en la espesa y sempiterna bruma local su huella indeleble, hay un fenómeno que cabalga entre mito y realidad, y que más allá de lo especulativo o el rumor interesado podría tener un fundamento de carácter esotérico con –probablemente– algunos elementos indiciarios vinculados a la física formal –mirados con gran angular y sin prejuicios–, aunque esto parezca a priori una herejía, o mera barbaridad.
La ciencia por lo general, como método explicativo de los grandes avances de la humanidad y como motor de sus consecuencias evolutivas en todas las áreas a su alcance, tiene la primacía de la verdad, entendido este concepto como una voz o palabra diseñada por los humanos para ser comprendida también y solamente por ellos mismos, y entendiendo que la verdad no es un concepto absoluto y circular y que en muchas ocasiones tiene espacios de incertidumbre y zonas erróneas en abundancia, sobre todo cuando es observada por gentes con campo de visión reducido; me refiero a aquellos que son ciegos por vanidad o que sencillamente están enrocados en egos inexpugnables.
Pero la verdad, metafísicamente hablando, o con más amplitud de miras, como algo asociado a lo absoluto, o, si nos ponemos trascendentes, a todo aquello que habita extramuros de nuestra ignorancia y, por supuesto, de nuestro ego y la connivencia con la fatalidad que lo envuelve permanentemente como freno de nuestro progreso individual, no nos permite aceptar que antes que la ciencia hay algo que se llama lo inmanifestado; algo preexistente, inaprensible e inalcanzable, que también es presente y futuro, y cuyo sello último es inasible para la comprensión de este bípedo soñador .
Una duda razonable
La historia –mito o realidad– de la Santa Compaña navega en un limbo en el que la arista científica la llevan sobre sus espaldas los antropólogos (más los de campo ,'in situ', que los de salón), mientras que para la ciencia formal es un tema que solo ha sido abordado por la Facultad de Biociencia de Vigo, por las más que evidentes implicaciones que se van revelando sobre este tema a la luz de los conocimientos actuales, hacia los que este campo apunta.
Lo que es por sí mismo y por su propia expresión evidente, a la vista de los que creamos su definición mediante la palabra, para convertirla en certeza.¿Pero lo abstracto ? ¿Y lo intangible ¿Y lo incomprensible? ¿Y lo que ya es previamente y somos incapaces de definir por elusivo? ¿Existe o no existe? Pue, quien determina esa verdad y certifica esa existencia en el colectivo humano es la ciencia o la fe; la primera con mayor rigor y carga probatoria, la segunda con el Principio de Incertidumbre de Heisenberg siempre a cuestas, ambas muy respetables opciones para quienes crean ciegamente en ellas, pero en multitud de ocasiones con un fundido entre horizonte y materia densa que más parece una defensa cerrada ante la posibilidad de asumir escenarios más especulativos y con índices de probabilidad que nos permitirían una mayor comprensión de nuestra ignorancia.
El revisionismo se impone ante el oscurantismo feroz e implacable del dogma y las verdades oficiales
La virtud cierta y esquiva a la vez que representa para la mitología la historia de la Santa Compaña no se puede debatir desde el ángulo de visión de una tronera de búnker. Quizás sea un tema de que más allá de lo cultural y del hecho antropológico en el que muchos historiadores se debaten, por su incontestable “presencia” algorítmica en el medio rural gallego y la intangibilidad de su comprobación desde la percepción objetiva y verificable de los estudios científicos abordados desde hace tiempo para su constatación hasta el momento han sido relativamente infructuosas desde la experiencia estrictamente científica .
Pero mal que nos pese, hay una duda razonable para habilitar ese espacio de especulación en el que el mundo de lo esotérico se mueve. La historia es una disciplina llena de lenguajes virados y manipulados, donde la verdad en muchas ocasiones brilla por su ausencia y el revisionismo se impone ante el oscurantismo feroz e implacable del dogma y las verdades oficiales.
Extrañas energías incontestables
Hay dos noches o periodos “ventana” a lo largo del año que marcan la presencia de esta tradición en la cultura local, una es la noche del Día de Todos los Santos y la otra la noche de San Juan. Dicen los locales que si te encuentras a la Santa Compaña por ahí, dando un garbeo, no se debe mirar atrás hasta llegar a un 'cruceiro' o un círculo en el terreno hecho con una rama de olivo. De lo contrario te integraras en esa peculiar procesión abducido por extrañas energías incontestables y vagarás eternamente junto a la más famosa procesión espectral de todos los tiempos…
Muchas son las versiones sobre esta extraña comparsa o presencia, contrastada por miles de testimonios ampliamente documentados a lo largo y ancho de Galicia (ver la abundante bibliografía que ocupa en la biblioteca de la Facultad de Historia de la Universidad de Santiago y su sección al detalle sobre este increíble fenómeno) que algunos descreídos imputan al exceso de ingesta del orujo local, la queimada u otras aficiones solapadas, en la que, según estos, se describe de manera común y muy similar en apartados y distantes rincones entre gentes que no se conocen entre sí, lo que ocurre cuando la muerte acecha al futuro interfecto con el claro objetivo de alejarlo definitivamente de este plano terrenal para iniciar la Gran Transición.
Según la leyenda, cuando eres testigo del paso de La Santa Compaña, ésta te entrega un cirio blanco y arrastra tu alma al mundo de los muertos
La famosa Santa Compaña a lo largo y ancho de la Península ha tenido numerosos “avistamientos”, no solamente en Galicia y Asturias, sino también en Zamora, Salamanca y la maragatería leonesa, donde a este fenómeno espectral se le conoce como "la Huéspeda”. En lugares como Extremadura y Castilla se le conoce con el nombre de "la Estantigua”.
La Santa Compaña, según la compilación de miles de testimonios, la tradición oral y las investigaciones de antropólogos locales y foráneos, se trataría de una procesión compuesta por dos hileras de ocho espectros en cada una, almas en pena básicamente, y que va encabezada por una figura también espectral, "la Estadea”, que es el espectro de mayor rango que va presidiendo el desfile mortuorio. Suelen ir vestidos con sudarios que portan una capucha y, según testimonios, en ocasiones van descalzas. Aparecen cuando ya ha pasado la la medianoche y, por general, portan en sus manos un hueso con el extremo encendido a modo de luminiscencia fosforea que funciona como si de una vela se tratara.
Algo que es comentario común y sintomático es que puede sentirse su presencia por la llegada de un frío viento y el olor característico a vela ardiendo que inunda las calles, veredas, trochas y caminos que recorre la procesión, invadiéndolo todo con ese peculiar olor a cera. Los animales huyen en cuanto la perciben, ante su inminente presencia, lo que en ocasiones es respondido a través del tintineo de una campanilla proveniente de la propia Santa Compaña. Al parecer, la misión de esta fúnebre comitiva es precisamente anunciar una defunción de alguna persona que viva en las proximidades. Esta persona morirá en los próximos días irremediablemente.
Si coincides en lugares donde la Santa Compaña tiene la costumbre de aparecer, por lo general cuando te encuentras cerca de un cruce de caminos o a veces ante un 'cruceiro', si escuchas el tintineo o el silencio absoluto y el olor a vela se apodera de la atmósfera circundante, procura evitar mirar alrededor, ya que según la leyenda, cuando eres testigo del paso de la Santa Compaña, ésta te entrega un cirio blanco y arrastra irreversiblemente tu alma al mundo de los muertos o convirtiéndote en el nuevo “comandante” de la peregrinación. Este es, al parecer, el 'modus operandi' de la legendaria comitiva.
Aunque si bien es cierto a juzgar por las enseñanzas de los mayores, el círculo es una buena protección si ves a la Santa Compaña, sobre todo si ese círculo lo conseguimos dibujar con una rama de olivo. Hecho de esta manera, su poder aumenta si dibujamos la estrella de seis puntas en su interior. También existe la posibilidad de darse a la fuga sin más y poner pies en polvorosa a velocidad de crucero.
Residentes del purgatorio
Los orígenes de esta aparición milenaria pueden tener sus raíces en creencias celtas que, en sagas y petroglifos, expresan rotundamente las apariciones de los espíritus nocturnos con una naturalidad pasmosa. El noroeste de la Península Ibérica y, en particular la comunidad de Galicia, fue el lugar por antonomasia de asentamiento del pueblo celta. Muchas de sus tradiciones impregnan enormemente el imaginario gallego, pero cuando se implantó el cristianismo, la Iglesia, al no poder erradicar estas creencias populares tan arraigadas, se limitó a cristianizar costumbres y relatos de origen pagano sobre el culto a los muertos.
De esta manera se dan a conocer las famosas historias de las procesiones de los muertos penitentes. La leyenda de la Santa Compaña cobró forma como un relato de muertos que perecieron en pecado y que, tras su muerte, penan por un período de tiempo indefinido, vagando por los caminos hasta alcanzar así el cielo de forma eterna. La Iglesia Católica, más benévola en este sentido, da una solución más asequible al vagar eterno de aquellas almas sin fortuna, convirtiéndolas en residentes a tiempo parcial en el purgatorio.
La Santa Compaña es un claro intento poético de curar las heridas causadas por la tragedia que nos impone la vida en su actual estado de conocimiento
La Santa Compaña es una historia (o mito) que integra todas las características clásicas de los populares fantasmas, la herencia de toma de consciencia de los pueblos neolíticos en lo relativo a la migración a otros mundos y las culturas “heréticas” y paganas asentadas previamente en estas tierras. 'La Santa Compaña, El Urco y Los Muertos', obra del escritor Elisardo Becoña Iglesias, estudia este tipo de apariciones con una amplia profusión de datos que ilustran detallada e inquietantemente este fenómeno, que es motivo de debate entre historiadores y profanos, entre observadores experienciales y legos, entre creyentes y descreídos. Destaca en ella el autor de manera vehementemente, el acogerse al amparo de un cruceiro, si es que este está a mano claro.
La famosa fotografía Kirlian con su aura lumínica periférica, las proyecciones ectoplásmicas, los innumerables hechos constatados sobre apariciones fantasmales a lo largo y ancho de esta jaula de grillos llamada mundo y las proyecciones voluntarias o involuntarias de astralismo, ya sea a través de la práctica formal y entrenamiento consiguiente, o por desdoblamientos accidentales de índole traumática, operaciones de quirófano frecuentemente documentadas, o sencillamente a través de la mera meditación o como consecuencia de ella, nos dan una medida de referencia que no tiene que ser necesariamente vinculante hacia este fenómeno, pero sí que pueden servir como elementos indiciarios para hacernos reflexionar sobre una situación que escapa a nuestra comprensión y en nuestra incapacidad de incorporarla a la “realidad”, la elevamos a la categoría de mito.
La Santa Compaña, como tema antropológico-cultural sobre Galicia, trata el fascinante y extraño mundo, inquietante y misterioso en el que una visionaria recreación espiritual aglutina un conjunto de temas metafísicos y aporías humanas a caballo del 'ethos' del vivir y el 'pathos' de la muerte, en un claro intento poético de curar las heridas causadas por la terrible tragedia que nos impone la vida en su actual estado de conocimiento, a través de una realidad homogénea y trepanadora del razonamiento propio que no consigue liberarse de las ataduras castrantes de una mal llamada educación evolutiva.
Conclusión: en caso de perderse por una trocha en Galicia a altas horas de la madrugada, es conveniente llevar una potente linterna, zapatillas altamente adherentes de esas que llevan unas alitas en el logo y estar en forma por lo que pueda pasar.
La justicia es como las serpientes, sólo muerde a los descalzos.