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El 'insider' más famoso cuenta los secretos de la vida en Wall Street
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El 'insider' más famoso cuenta los secretos de la vida en Wall Street

No todos los traders viven la vida a tope, pero lo que cuenta Martin Scorserse en El lobo de Wall Street no es un caso aislado

Foto: La única foto de John LeFevre que se conocía hasta que sacó el libro.
La única foto de John LeFevre que se conocía hasta que sacó el libro.

Cuando el operador de bonos John LeFevre recibió en 2002 su primera prima en Salomon Brothers, de 75.000 dólares, pensó en ahorrar e invertir el dinero. Pero cuando le comentó a su jefe sus planes, cambió de idea. “¿Por qué cojones te ibas a preocupar de ahorrar dinero ahora?”, le espetó. “Gasta esa pasta”. Así que se marchó a Saint-Tropez y se gastó todo el dinero en cinco días.

No todos los traders viven la vida a tope, pero lo que cuenta Martin Scorserse en El lobo de Wall Street no es un caso aislado. Durante años LeFreve vivió como mandan los cánones del exceso: su vida estuvo repleta de putas, cocaína y fiestas interminables. En un acto de absoluta insensatez llegó incluso a estrellar un Maserati convertible que había comprado borracho una semana antes.

“Cuando te metes en ese mundo, te moldean y te dan forma”, asegura el trader en New York Post. “Y si no abrazas esa cultura no consigues los ascensos”. En 2011 LeFevre decidió hacer públicas muchas de las barbaridades que hacían él y sus amigos de Wall Street en una cuenta de Twitter anónima que fue durante años la comidilla de la banca de inversión.

En @GSElevator("El ascensor de Goldman Sachs")LeFevre se hacía pasar por un empleado del banco de inversión y escribía cosas como: “Todos los años los niños aprenden una importante lección vital: Papa Noel quiere más a los chicos ricos”; “cada coma en tu cuenta del banco añade una pulgada a tu pene”; “nunca le doy dinero a los mendigos, no puedo recompensar el fracaso para tener la conciencia tranquila” o “Groupon… Vales de comida para la clase media”.

La cuenta, que superó los 700.000 seguidores, fue todo un quebradero de cabeza para el departamento de RRHH de Goldman Sachs, que no lograba identificar a su díscolo empleado. Algo lógico, teniendo en cuenta que LeFreve nunca jamás trabajo en la firma.

“Las tías aman a los blancos con dinero”

Hoy LeFevre está retirado del mundo del vicio y la perversión, pero acaba de publicar Straight to Hell (Atlantic Monthly Press), un libro de memorias en los que repasa sus años trabajando en la banca de inversión. Y en el que explica por qué decidió compartir las miserias de Wall Street en Twitter.

LeFevre ha asegurado a NYP que creó la cuenta para “iluminar el alma y la cultura de la banca de inversión”. Para la gente normal, asegura el trader, Goldman Sachs es el enemigo público número uno, pero para la gente del mundo de las finanzas es el mejor sitio en el que acabar trabajando. “Los empleados de Goldman Sachs suelen ser un poco más listos, un poco mejores, y es por ello por lo que la gente quiere ir allí”, explica LeFevre.

En su caso, la pasión por amasar cantidades ingentes de dinero venía de niño. Aunque el trader pasó su infancia en Houston (Texas), tenía compañeros cuyos padres trabajaban en Wall Street. Y les envidiaba. “Eran los padres molones que tenían coches deportivos y blasfemaban”, explica LeFevre en el libro.

Sus sueños se hicieron realidad cuando logró ser contratado en Salomon Brothers, recién salido de la universidad. Estuvo trabajando tres años en la oficina de Londres hasta que su jefe le ofreció moverse a Hong Kong donde “las tías aman a los blancos con dinero”. Y aunque nunca había sido un angelito, fue en la ciudad asiática donde el vicio se le fue de las manos. En el libro asegura que pagaban a las limpiadoras de los hoteles para que practicaran sexo oral, quelas comidas duraban tres horas e incluían botellas de vino de 300 dólares y los expatriados, a fin de cuenta, se lo llevaban crudo.

Hoy LeFevre vive en Texas, junto a su mujer y sus dos hijos, y con todo el dinero que ha ganado vive de las rentas, jugando al golf y escribiendo

En el libro, LeFevre cuenta cómo transcurrió su primera reunión con el jefe de ventas delhedge-fund de Salomon Brothers, al que bautiza con el nombre falso de Dennis Lipton. Después de estar bebiendo tres horas y colocarse como es debido, LeFevre se reuniócon su jefe en una oficina. Y se lo encontró de esta guisa:“Estaba sentado en un sofá, con sus pantalones en el tobillo. Una chica estaba de rodillas, haciéndole una mamada. Mientras, otra chica, totalmente desnuda, presionaba sus hombros ligeramente con sus rodillas. Y allí estaba, nuestro jefe de ventas delhedge-fund, que ganaba más de un millón de dólares al año, casado y con hijos, sentado rodeado de prostitutas”. Después de la fiesta, Lipton le dejó la factura para que su mujer no viera el recibo.

“No me arrepiento de casi nada”

Aunque LeFevre no se arrepiente de lo que hizo en sus años de trader, reconoce que tanto vicio acaba pasando factura y te cambia la personalidad, por supuesto, para mal. “La primera vez que vine a Texas desde Hong Kong me comporté de forma impertinente y desdeñosa con un camarero. Mi hermana me miró y me dijo: 'Wow, te has convertido en un gilipollas'”.

El banquero metido a escritor reconoce que en el mundo de las finanzas acabas viendo de otra forma la honestidad y la fidelidad, y tu comportamiento cambia con el tiempo. En 2008 LeFevre abandonó Salomon Brothers para gestionar un fondo de capital privado y un año después fundó una boutique con dos de sus antiguos jefes. Pero en 2011, cansado del mundillo de las finanzas, lo dejó todo. “Esto ya no era para mi”, asegura.

Hoy vive en Texas, junto a su mujer –una camarera de 22 años– y sus dos hijos, y con todo el dinero que ha ganado se puede permitir vivir de las rentas, jugando al golf y escribiendo. Y asegura que no ha vuelto a probar la droga desde que volvió de Japón.

“Realmente no me arrepiento de casi nada”, ha asegurado al NYP. “En algunas ocasiones podría haberme integrado menos enla cultura. Pero todo me ha llevado dónde estoy ahora. Y soy feliz”.

Cuando el operador de bonos John LeFevre recibió en 2002 su primera prima en Salomon Brothers, de 75.000 dólares, pensó en ahorrar e invertir el dinero. Pero cuando le comentó a su jefe sus planes, cambió de idea. “¿Por qué cojones te ibas a preocupar de ahorrar dinero ahora?”, le espetó. “Gasta esa pasta”. Así que se marchó a Saint-Tropez y se gastó todo el dinero en cinco días.

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