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Siempre pasa lo mismo: por qué acabamos haciendo lo que no debemos
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CÓMO NO SER NUESTRO MAYOR ENEMIGO

Siempre pasa lo mismo: por qué acabamos haciendo lo que no debemos

Son numerosos los hábitos o actitudes que practicamos con frecuencia y que no nos hacen ningún bien: desde comer alimentos insanos hasta elegir siempre parejas que

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Siempre pasa lo mismo: por qué acabamos haciendo lo que no debemos

Son numerosos los hábitos o actitudes que practicamos con frecuencia y que no nos hacen ningún bien: desde comer alimentos insanos hasta elegir siempre parejas que nos perjudican, a menudo nuestro peor enemigo somos nosotros mismos. ¿Por qué adoptamos actitudes que nos perjudican? ¿Qué es exactamente aquello que nos hace actuar en nuestra contra? 

Cabe señalar que no nos referimos en esta ocasión a comportamientos adictivos. Las adicciones tienen un componente fisiológico que desemboca a menudo en un síndrome de abstinencia, y son problemas específicos con un tratamiento concreto, que padece gente de variada índole. Sin embargo, los hábitos que aquí pretendemos analizar son aquellos que presentamos muchos de nosotros en nuestro día a día, que no suponen una adicción catalogada como tal y que reiteramos sin cesar, aunque nos perjudiquen.

Los daños del ego

Esta actitud, en apariencia inexplicable, se debe al desfase que hay entre la imagen que fabricamos de nosotros mismos (el ego) y la realidad, tal y como explica la psicóloga Ana Isabel Jiménez Mena. Así, cada uno de nosotros desarrolla una serie de estrategias con el fin de evitar el sufrimiento, pero “estas estrategias son erróneas porque no son meditadas: simplemente hemos huido a lo largo de nuestra vida de lo que no nos gusta”, afirma la psicóloga. Las estrategias que llevamos a cabo para procurarnos la felicidad no tienen éxito

En esa imagen que tenemos de nosotros mismos influyen innumerables factores: los padres, los sucesos más traumáticos de la infancia, los profesores…Todo ello afecta a lo que creemos que se espera de nosotros o ayuda a configurar lo que queremos llegar a ser. Pero a menudo esa visión de lo que somos no se corresponde con lo que efectivamente somos, y por ello las estrategias que llevamos a cabo para procurarnos la felicidad no tienen éxito. Al final todo parece reducirse al clásico griego: “Conócete a ti mismo”. Pero la empresa no es tan fácil como parece.

Las aspiraciones equivocadas

Para María es extremadamente importante ser guapa y, por tanto, destina mucho de su tiempo y su dinero en acicalarse y aproximarse a ese concepto de belleza que tanto anhela. Dado que ése es para ella un valor fundamental, se ve incapaz de salir con un hombre feo. Como es habitual, esto se proyecta en forma de críticas ajenas (“lo que no soporto de mí mismo, se lo critico a los demás” es una consecuencia frecuentísima en este tipo de conductas, según Jiménez Mena). Así, María critica a su amiga Ana, que sale con un chico feísimo. Por supuesto, éste es un problema exclusivo de María: Ana lo encuentra estupendo y es feliz, pero María insiste en su comportamiento de rodearse de hombres guapos y, tal vez, aun sin saberlo, está así eludiendo el encuentro con un chico que quizás sea más adecuado para ella. ¿Ha reflexionado María verdaderamente sobre lo que necesita? ¿O simplemente se ha dejado llevar por la imagen proyectada que tiene de sí misma, sea ésta fiel o no a la realidad? En un gran porcentaje de los casos la ayuda externa es necesaria

Como señala la experta, la ansiedad es una de las principales consecuencias de este tipo de comportamientos. “Intentamos buscar la satisfacción inmediata o, lo que es lo mismo, darle gusto al ego”, explica Ana Isabel Jiménez Mena, y declara que estas estrategias erróneas que operan en nuestra mente son tan inherentes a nosotros mismos que en un gran porcentaje de los casos es necesaria la ayuda externa para darse cuenta del problema.

Una vez somos conscientes de lo que nos sucede tenemos una gran parte del camino recorrido, pero no todo: es importante tomar decisiones y actuar al respecto.

La idealización de uno mismo

Es muy posible que esa imagen distorsionada que tenemos de nosotros se deba a una cierta idealización de nuestra persona, que deriva en parámetros de exigencia inalcanzables a todos los niveles, lo que conlleva una gran frustración y grandes dosis de tristeza.
Pongamos el caso de Juan, extremadamente sensible, cuyo padre era autoritario en extremo, a veces rozando el maltrato. Gracias a esta actitud, Juan aprendió que no es bueno mostrar las emociones y se vislumbró a partir de entonces como alguien invulnerable. Lo más probable es que Juan tenga una relación divertida y buena con la gente que le rodea, y que sea sonriente pero también hermético. Del mismo modo, no sería de extrañar que al llegar a su casa se derrumbase, ya que las actitudes que está tomando en su día a día no se corresponden con lo que su verdadera personalidad demandaLa imagen distorsionada que tenemos de nosotros mismos puede deberse a una cierta idealización de nuestra persona

Debemos, pues, evitar esa imagen perfecta y fantástica que habitualmente tenemos de nosotros mismos. Hay que ridiculizarse más y reírse más de uno mismo, grandes antídotos para este tipo de problemas.

Algunas de esas estrategias erróneas que operan en nuestra mente para eludir el sufrimiento, en lugar de afrontarlo, están muy generalizadas, como apunta Jiménez Mena. Así, es frecuente la búsqueda del placer inmediato o la sustitución de un problema por otro mayor. No es raro obviar los contratiempos, haciendo como si no existieran en absoluto, o el efecto opuesto: afrontar todos los problemas, los tuyos y los de los demás. Pero hacerse el héroe tampoco da buenos resultados. Del mismo modo, son habituales otros dos extremos: bien mostrarse perfecto e invulnerable o bien situarse incesantemente en la posición de víctima, reclamando protección constante.

El problema de todas estas estrategias es que nos alejan irremediablemente de nosotros mismos y, en consonancia, de aquellas elecciones y actitudes que nos harían más felices en nuestra vida cotidiana.

Son numerosos los hábitos o actitudes que practicamos con frecuencia y que no nos hacen ningún bien: desde comer alimentos insanos hasta elegir siempre parejas que nos perjudican, a menudo nuestro peor enemigo somos nosotros mismos. ¿Por qué adoptamos actitudes que nos perjudican? ¿Qué es exactamente aquello que nos hace actuar en nuestra contra?