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Una de las míticas ‘puertas del infierno’ de la antigüedad, descubierta en Turquía
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PEREGRINOS Y MUERTE EN HIERÁPOLIS

Una de las míticas ‘puertas del infierno’ de la antigüedad, descubierta en Turquía

En la mitología greco-romana Plutón era el dios del inframundo. Aunque en la Grecia antigua se le conocía como Hades, esta palabra acabó usándose para referirse

Foto: Una de las míticas ‘puertas del infierno’ de la antigüedad,  descubierta en Turquía
Una de las míticas ‘puertas del infierno’ de la antigüedad, descubierta en Turquía

En la mitología greco-romana Plutón era el dios del inframundo. Aunque en la Grecia antigua se le conocía como Hades, esta palabra acabó usándose para referirse al propio infierno, y Plutón se convirtió en uno de los dioses más importantes del panteón helénico y romano. 

Para griegos y romanos el infierno no era una entidad abstracta: estaba en la Tierra y se accedía al mismo al fenecer. Algunos de los templos dedicados a Plutón, los más importantes, funcionaban como ‘puertas del infierno’. El geógrafo griego Estrabón dejó escrito que existían tres plutonion ­–tal como se conocían estos lugares en griego–, que se ubicaban cerca de cuevas o lagos, con extrañas propiedades físicas. Uno de ellos estaba en una colina entre las ciudades turcas de Aydin y Nysa; otro cerca del lago del Averno, en Italia (que debe su nombre a esta creencia) y un tercero, al que Estrabón dedicó especial atención, en la ciudad frigia de Hierápolis (ahora Turquía).

Según escribió Estrabón, que vivió entre el año 64 a.C. y el 24 d.C., el plutonion de Hierápolis era un lugar cargado de misticismo: “Su espacio está lleno de un vapor tan denso y brumoso que apenas se puede ver el suelo. Cualquier animal que pasa a su interior encuentra una muerte instantánea”. Estrabón, como buen científico, realizó incluso una prueba empírica: “Tiré unos gorriones dentro e inmediatamente dieron un último suspiro y cayeron muertos”.

Hierápolis, una ciudad llena de sorpresas

La existencia del plutonion en la ciudad de Hierápolis, hoy Patrimonio de la Humanidad y uno de los puntos neurálgicos del turismo en Turquía, se conocía desde los años 60, pero se desconocía su ubicación exacta y su fisionomía. El arqueólogo italiano Franceso D’Andria, de la Universidad de Salento, ha hecho público el resultado de unas excavaciones que permiten, por fin, saber cómo era en realidad el templo del que hablaba Estrabón.

D´Andria ha encontrado restos de un templo dedicado a Plutón, varias columnas jónicas con inscripciones dedicadas a las deidades del inframundo, una piscina y una escalera que conducía a la cueva de la que surge dióxido de carbono, propio de las emanaciones termales. 

La ciudad turca de Pumakkale (la moderna Heriápolis) es famosa por sus piscinas de carbonato de calcio (en la imagen), de un blanco deslumbrante, conocidas desde tiempos helénicos por sus propiedades termales. El agua termal de las piscinas, que son el gran atractivo de la ciudad, surge del manantial de la cueva del plutonion, por lo que D’Andria no tuvo más que seguir el recorrido del agua en sentido inverso para encontrar su ubicación exacta.

Una atracción turística de hace 2.000 años

Los restos encontrados en Hierápolis encajan a la perfección con la descripción del lugar realizada por Estrabón y permiten conocer con más detalle cómo funcionaba la ‘puerta del infierno’. D’Andria cree que los peregrinos griegos y romanos, que acudían en masa al templo, “podían ver los ritos sagrados desde las escaleras, pero no podían acercarse a la entrada de la cueva”. Sólo los sacerdotes, eunucos consagrados a la diosa Cibeles, podían llegar a ella sin que, aparentemente, sufrieran ningún daño.

Los efluvios de la cueva provocaban alucinaciones en los peregrinosSegún explicó el arqueólogo en la conferencia en Estambul en la que presentó el hallazgo, los sacerdotes del templo habían montado un entramado turístico en torno a la ‘puerta del infierno’ que atraía a peregrinos de todo el mundo conocido. Al llegar al templo los visitantes eran obsequiados con pequeños pájaros que podían arrojar a la cueva para probar los efectos mortales de ésta y los sacerdotes realizaban rituales en los que sacrificaban toros para honrar a Plutón: los metían en la cueva y los sacaban muertos, ante el asombro del personal. El investigador italiano vio con sus propios ojos como varios pájaros, que merodeaban por la excavación, cayeron fulminados en cuanto se acercaron a la entrada de la cueva. 

D’Andria cree que la ‘puerta del infierno’ era un destino famoso para realizar ritos de incubación, una práctica común de la antigüedad que consistía en acudir a un templo para recibir un sueño que proporcionaba la solución a todo tipo de problemas, a modo de oráculo. Los peregrinos bebían el agua de la piscina que estaba junto al templo, dormían cerca de la cueva y tenían todo tipo de visiones y profecías. Es posible que los efluvios procedentes de la cueva provocaran alucinaciones en los peregrinos, que estos atribuían al poder de Plutón.

El equipo de D’Andria trabaja actualmente en la reconstrucción digital del yacimiento, que no podrá observarse in situ tal como fue concebido. Sólo quedan ruinas en mal estado. En el siglo seis d.C. los cristianos arrasaron con el lugar y los terremotos posteriores enterraron lo poco que quedaba en pie. 

En la mitología greco-romana Plutón era el dios del inframundo. Aunque en la Grecia antigua se le conocía como Hades, esta palabra acabó usándose para referirse al propio infierno, y Plutón se convirtió en uno de los dioses más importantes del panteón helénico y romano.