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El fin de la monogamia: cuatro mitos (falsos) sobre el ‘poliamor’
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LAS VENTAJAS DE UNA RELACIÓN ABIERTA

El fin de la monogamia: cuatro mitos (falsos) sobre el ‘poliamor’

Según las últimas investigaciones, al menos el 5% de la población estadounidense está inmerso en algún tipo de relación amorosa no-monógama: relaciones en las que, de

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El fin de la monogamia: cuatro mitos (falsos) sobre el ‘poliamor’

Según las últimas investigaciones, al menos el 5% de la población estadounidense está inmerso en algún tipo de relación amorosa no-monógama: relaciones en las que, de mutuo acuerdo, se permite a ambas partes enamorarse y tener relaciones sexuales con otras personas. Parece un porcentaje alto, pero no lo es tanto si nos paramos a analizar las estadísticas españolas al respecto. La realidad es que la infidelidad es algo común y generalizado. Según los últimos datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de 2008, el 20% de los españoles, hombres y mujeres, han tenido alguna relación sexual extra-matrimonial. ¿Por qué nos parece tan raro entonces que haya parejas donde las relaciones extramatrimoniales estén permitidas explícitamente?

En la actualidad se pueden encontrar relaciones amorosas de todo tipo: hay quien mantiene una relación matriz, pero abierta a otras personas; quien vive en comunidades de amor libre de tres, cuatro o cinco personas; y quien gusta del intercambio de parejas. Todos tienen claro que la monogamia no va con ellos.

La monogamia no es la forma de relación para la que estamos diseñados, ni es la más saludable para nuestra sociedadEn opinión de los defensores del poliamor –término que prefieren sus acólitos frente al de poligamia–, aunque la monogamia sea la única forma de relación amorosa que el conjunto de la sociedad acepta abiertamente, ni es la forma de relación para la que estamos diseñados por naturaleza, ni es la más saludable para nuestra sociedad. Según explicó a El Confidencial el doctor Eric Anderson, autor del libro The Monogamy Gap: “La naturaleza no ha diseñado a los hombres para ser monógamos, la cultura puede intentar ocultar esto, pero a la larga falla”. Y ese fallo es el que intentan evitar los defensores del poliamor.

La internacional del poliamor

Aunque los detractores de la monogamia han existido siempre, cada vez son más numerosos y están teniendo más visibilidad en la medida en que las teorías sobre el poliamor y la decadencia de la monogamia están cobrando fuerza en los círculos académicos. En febrero se celebró la primera conferencia académica internacional sobre el poliamor en la cuna del amor libre: la ciudad universitaria de Berkeley, en California. Durante un fin de semana las relaciones no-monógamas se trataron de forma interdisciplinar, con la intención de derribar los mitos que rodean a este tipo de tratos amorosos. Estas fueron las principales conclusiones a las que se llegó en la conferencia, que ponen en entredicho muchas de las cuestiones que dábamos por hechas en este tipo de relaciones.

Mito 1: Los “poli” siguen siendo monógamos

Muchas de las personas que practican el poliamor tienen una pareja principal con la que llegan a un acuerdo sobre sus relaciones extra-matrimoniales. Se trata de parejas abiertas en las que se consiente que cada una de las partes tenga otras relaciones, pero, en cierta medida, no dejan de ser parejas monógamas. Para el psicólogo Bjarne Holmes, no obstante, este modelo está siendo superado, y no deja de ser una simplificación de los comportamientos de los “polis”.

Según Holmes, que explicó su teoría al portal Live Sciencesólo el 30% de las personas con relaciones poliamorosas piensan en una pareja primaria. El resto no se plantea este tipo de clasificaciones. Los grandes defensores del poliamor se resisten a establecer jerarquías y explican que cada relación les aporta una cosa distinta. Hay muchas formas de vida: parejas abiertas, tríos, cuartetos… ¿Alguna tipología es más numerosa que otra? A Holmes no le cabe duda: “lo que he visto con mayor frecuencia últimamente es a dos hombres viviendo con una mujer”.

Mito 2: la gente “poli” es gente insatisfecha

En las relaciones monógamas, cuando una de las partes tiene una aventura, asumimos que lo hace porque no está satisfecha con su relación; por ello pensamos que las personas que mantienen relaciones abiertas lo hacen porque no se encuentran satisfechas con ninguno de sus compañeros. Pero, según un estudio realizado por la psicóloga Melissa Mitchell, de la Universidad de Georgia, se trata de un prejuicio que no tiene una base real.

Mitchell entrevistó a 1.093 individuos que mantenían relaciones basadas en el poliamor, y recogió datos sobre sus parejas primarias y secundarias. Tras analizar los datos, Mitchell llegó a la conclusión que la búsqueda de un segundo compañero no tenía nada que ver con la insatisfacción respecto a la primera pareja, pues la intimidad y la satisfacción respecto al primer compañero lejos de disminuir aumentaba en el tiempo. Para Mitchell, los resultados de su estudio demuestran que “las relaciones poliamorosas son relativamente independientes unas de las otras”.

Mito 3: El poliamor es malo para los niños

Uno de los principales escollos que está encontrando el poliamor en su lucha por dejar de ser una opción marginal para convertirse en una alternativa más a las relaciones convencionales, es todo lo relativo a la familia y los niños. ¿Pueden los niños criarse de forma adecuada en una familia donde las parejas de sus padres varían en el tiempo? ¿Es viable una familia con dos padres y una madre? ¿Y con dos padres y dos madres?

A diferencia de las parejas homosexuales –que llevan mucho tiempo teniendo que contestar estas preguntas–, las relaciones poliamorosas no cuentan con ningún estudio a gran escala que respalde su capacidad para criar a los niños, pero empieza a haber algunas investigaciones que aseguran que el poliamor no tiene un impacto negativo sobre éstos.

Elizabet Sheff, profesora de la Universidad del Estado de Georgia, está escribiendo un libro sobre las familias poliamorosas, y ha entrevistado a más de veinte niños de entre 5 y 17 años con padres que practican el poliamor. Tal como ha explicado a Live Science, tanto padres como hijos disfrutan de ciertas ventajas. Los padres cuentan con más adultos para echarles una mano en el cuidado de los hijos, y los niños cuentan con más adultos en los que confiar.

Aunque Sheff reconoce que no se puede sacar ninguna conclusión de sus entrevistas –pues las familias disfuncionales no suelen presentarse voluntarias a este tipo de estudios– está convencida de que las familias poliamorosas no tienen una mayor tasa de traumas infantiles que el resto. “Estas familias pueden ser muy buenos lugares para criar a los niños”, afirma con contundencia. 

Mito 4: El poliamor es una manera de evitar el compromiso

Es habitual pensar que las personas que defienden el poliamor en realidad están defendiendo su derecho a no comprometerse. En definitivas cuentas, las relaciones abiertas son en realidad una excusa para gozar al mismo tiempo de los beneficios tradicionales del soltero (libertad), y los del casado (disponibilidad).

La realidad es muy distinta. Tal como se explicó en el encuentro de Berkeley, las relaciones poliamorosas de éxito son aquellas en las que existe un fuerte compromiso y una profunda honestidad. Para que una relación poliamorosa funcione, todas las partes envueltas en ella tienen que saber lo que está haciendo el resto, pues de lo contrario es inevitable que surjan los celos, algo a lo que no son ajenas este tipo de parejas. En realidad, en las relaciones basadas en el poliamor todo debe estar debidamente pautado. Por ello son mucho más estables de lo que creemos.

Según las últimas investigaciones, al menos el 5% de la población estadounidense está inmerso en algún tipo de relación amorosa no-monógama: relaciones en las que, de mutuo acuerdo, se permite a ambas partes enamorarse y tener relaciones sexuales con otras personas. Parece un porcentaje alto, pero no lo es tanto si nos paramos a analizar las estadísticas españolas al respecto. La realidad es que la infidelidad es algo común y generalizado. Según los últimos datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de 2008, el 20% de los españoles, hombres y mujeres, han tenido alguna relación sexual extra-matrimonial. ¿Por qué nos parece tan raro entonces que haya parejas donde las relaciones extramatrimoniales estén permitidas explícitamente?