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Por qué Sonia Gumpert ganó las elecciones al Colegio de Abogados
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LAS LECCIONES QUE OFRECE SU TRIUNFO

Por qué Sonia Gumpert ganó las elecciones al Colegio de Abogados

Las agresiones físicas y verbales en la tarde electoral y las reclamaciones solicitando la repetición de las elecciones han sido los aspectos que más se han

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Por qué Sonia Gumpert ganó las elecciones al Colegio de Abogados

Las agresiones físicas y verbales en la tarde electoral y las reclamaciones solicitando la repetición de las elecciones han sido los aspectos que más se han difundido acerca de las elecciones al colegio de abogados de Madrid, pero reparar sólo en esos elementos haría que perdiéramos de vista algunas lecciones bastante provechosas acerca de los modos en que llega el cambio y las necesidades que demanda nuestra sociedad.

Las elecciones fueron muy reñidas en el terreno comunicativo, en parte porque la candidata que se puso rápidamente en cabeza y que terminó venciendo, Sonia Gumpert, partía con clara desventaja en cuanto a apoyos instituciones y a presencia mediática. Fue una campaña profesionalizada (todos los participantes con opciones de ganar contrataron asesores) en la que cada uno de ellos optó por emplear una táctica muy ajustada a suposición de partida. Como explica Rafael Rubio, profesor de la Universidad Complutense y asesor de Javier Cremades en 2007 y de Sonia Gumpert en las pasadas elecciones, el exdecano, Antonio Hernández-Gil optó por un perfil bajo y una moderada presencia pública confiando en que su cargo (nadie había ganado el decanato sin ser el candidato oficial hasta estas elecciones) y su conexión con los grandes despachos le serían suficientes. Javier Cremades, que se quedó en los comicios de 2007 a sólo 200 votos de conseguir el decanato, quiso representar el cambio, pero no dio motivos a los electores para que le visualizaran claramente como una alternativa. Tuvo gran presencia mediática, y muchos apostaban por él como ganador, pero su apuesta se quedó corta.

Perder en las redes te lleva a perder las elecciones A pesar de contar con menos apoyos en los medios y de partir desde una posición más desfavorecida, Sonia Gumpert sí logró que sus votantes la percibieran como la candidata del cambio y ello se debió, en gran medida, a su estrategia. Gumpert, surgida de la Plataforma en Defensa de la Abogacía Madrileña, “orientó su campaña siguiendo el modelo las grassroot campaigns, tratando de involucrar a un número grande de partidarios para convertirlos en actores activos de la campaña y poder llegar, a través de ellos, a miles de votantes de manera directa”. Parte de esa estrategia pasó por sumar apoyos de otros colectivos, como el de los abogados de oficio, que en esta ocasión se integraron en la candidatura de Gumpert, en lugar de concurrir por sí mismos, como hicieron en 2007. Si en aquella ocasión hubieran hecho lo mismo, dado el sistema electoral, que convierte en decano al candidato más votado, Cremades habría ocupado entonces el sillón de Serrano, 9.

Pero, además de una política de alianzas adecuada, la explicación del triunfo de Gumpert en los comicios trae a escena algunas lecciones que pueden entenderse útiles para otros contextos:

1. “Un pequeño rápido puede ganar a un grande lento. En el combate electoral no siempre gana la fuerza (recursos, tamaño o posición) sino que la clave puede estar en la movilización. En ese sentido, las redes pueden ser la honda que utiliza David contra Goliat”. Así lo asegura Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación y autor de Elecciones USA 2012: los 12 factores decisivos. Esta vinculación entre las nuevas plataformas de comunicación y la movilización de los activistas es subrayada por Rubio, quien tiene como “un principio plenamente demostrado que ganar en las redes no te lleva a ganar en las urnas, pero perder en las redes sí te lleva a perder las elecciones”. La definición de públicos objetivos y la personalización de la campaña, dirigiendo mensajes concretos a cada target, es determinante en las contiendas electorales contemporáneas. Y más aún en este caso. Según Rubio, en las generales (al menos hasta la fecha) había una suerte de obligación flotante según la cual parecía necesario ir a votar, por lo que la acción más efectiva pasaba por inducir a que el votante diera su confianza a uno u otro candidato. Pero, en estos casos, (y va siendo común también en las elecciones políticas)  “lo que está en juego no es a quién se va a votar, sino si se va a votar o no por lo que la primera tarea es dar razones a la gente para que acuda a las urnas, y más si, como es el caso, había que depositar la papeleta en un día laborable”. Para Rubio, la personalización del mensaje y la movilización están hoy determinados por la tecnología.

2. Hasta la fecha, los grandes asesores tenían claro que sólo invirtiendo en grandes acciones mediáticas se obtenía rentabilidad electoral. La presencia en las redes era entendida como necesaria, pero distaba mucho de ser una gran apuesta, y la movilización al estilo grassroots era vista más como un problema que como una solución; ambas suponían la dedicación de una energía y unos recursos que resultarían mucho más provechosos si se empleaban en los mítines que saldrían en el telediario o en los debates. Esa reticencia alcanzaba al resto de la comunicación política, que entendía que el mensaje válido era únicamente el que se difundía a través de los grandes medios de masas.

No hay medio de comunicación que influya más que lo que has oído en tu comunidad Sin embargo, esas creencias no se corresponden con la realidad. En primera instancia, porque hay contextos que son especialmente favorables a otro tipo de campañas (“las poblaciones de hasta 100.000 habitantes, donde se identifica fácilmente al público objetivo, y aquellas cuyos resultados serán muy ajustados”, señala Recio) pero también porque los medios de masas ya no son los únicos que pueden influir poderosamente en los electores. Según Gutiérrez-Rubí, “mucha gente ve la televisión con un móvil o una tablet en la mano, por lo que ya no es posible recibir la información por un canal limpio e impermeabilizado del contacto con las redes. En este nuevo escenario, las redes sociales reinterpretan el mensaje emitido y aportan otra al receptor”.

3. Este plus interpretativo que fue esencial en el combate discursivo por el decanato. Cuando Sonia Gumpert fue acusada de ser un submarino que defendía intereses catalanes en Madrid, la candidata hizo pública una nota poco afortunada en la que rechazaba las acusaciones. A pesar de ello, nada cambió electoralmente. En otro contexto, ambas cosas hubieran dañado irreversiblemente a la candidata, pero eso no ocurrió en este caso porque “la gente a la que había movilizado se fiaba más de ella que de lo que los medios publicaban. Y ese aspecto resulta determinante. El 41% de los votantes de Obama en 2008 habían oído hablar de él (haciendo campaña en su favor) a un amigo, un compañero de trabajo o un familiar. Y eso es invencible, porque da igual lo que digan los medios. Si has recibido la información a través de tu comunidad, no hay medio que pueda tumbar eso”.

4. Pero, si este tipo de campañas son tan efectivas, ¿por qué apenas se utilizan? Para Rubio, la respuesta es obvia: “A los grandes actores no les gustan porque les hace perder poder”. Según Gutiérrez-Rubí, actuar de esta manera obliga a “generar unas dinámicas de emancipación y de autonomía política que son incompatibles con las estructuras de poder de los partidos”. Y pensar así es un error, también desde el punto de vista pragmático, “ya que una campaña electoral rara vez se puede ganar sólo con la fuerza de tu partido; tienes que hacerlo con la gente. Las campañas exitosas son las que movilizan dentro del partido, pero sobre todo fuera. Si no se consigue eso, se tendrá que fiar el resultado a la publicidad electoral,  que requiere grandes inversiones y que no siempre resulta suficientemente efectiva”. Para Rubio, este tipo de acciones electorales van a ser ineludiblemente le futuro. “Lo vamos a ver en Italia, donde una formación como 5 Stelle (la impulsada por el cómico Beppe Grillo) es ahora misma la segunda en intención de voto en las generales. Es un movimiento surgido a partir de un montón de gente que no tienen una filiación política determinada pero que participan activamente promoviendo políticas públicas en diferentes municipios”. Cuando logra activarse a la gente y que participe de verdad, se tiene mucho ganado, y las elecciones al Colegio de Abogados de Madrid parecen la mejor prueba, según ambos expertos.

Las agresiones físicas y verbales en la tarde electoral y las reclamaciones solicitando la repetición de las elecciones han sido los aspectos que más se han difundido acerca de las elecciones al colegio de abogados de Madrid, pero reparar sólo en esos elementos haría que perdiéramos de vista algunas lecciones bastante provechosas acerca de los modos en que llega el cambio y las necesidades que demanda nuestra sociedad.