"Decir que le buscas argumento al porno es ser políticamente correcto"
La escritora valenciana Carmen Amoraga, autora de las novelas Algo tan parecido al amor (finalista del Premio Nadal de 2007) y con El tiempo mientras tanto (finalista del Premio Planeta en 2010), responde
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No, para nada. Se ha acabado el mundo tal como lo conocíamos, ese en el que vivíamos por encima de nuestras posibilidades y rindiendo pleitesía al consumo desmedido. Pero el mundo sigue adelante. Y sigue girando.
Sentada. ¿Hay otras?
Quedaría bien diciendo que ninguno. Pero supongo que todos tenemos uno, no necesariamente material.
Carne de perro.
Por mi hija, supongo.
Creo que no. Menuda pereza.
Si hablamos de manías… creo que no soporto bien ninguna, pero me he acostumbrado a convivir con ellas.
No.
No sabría ir de farol… mentir me da risa.
A veces soy demasiado obsesiva y me obsesiono con gilipolleces. Eso no lo llego a comprender.
Me gusta el porno, a veces. Pero decir que le buscas el argumento, e incluso que se lo encuentras, es pecar de ser demasiado políticamente correcto.
El cuello.
Veo a diario personas de otro planeta, en el buen sentido y en el malo.
No.
15. ¿Merece la pena saber morir?
Dicen que aprender a morir es aprender a vivir. Sí, debe merecer la pena saber que cada día morimos un poco. Eso nos ayudaría a valorar más la vida.
16. ¿Qué harías si poseyeses esclavos?
Liberarlos inmediatamente.
17. ¿Te cambiarías el nombre si te lo pidiesen?
Depende del nombre y de quién me lo pidiese.
18. ¿Cómo te imaginas a tus tatarabuelos?
Trabajadores. Buenas personas.
19. ¿Y a tus bisnietos?
Felices.
20. ¿Te molesta juzgar a los demás?
Sí. Trato de no hacerlo.
21. ¿Qué frontera jamás cruzarías?
La del respeto. Y si la cruzo, doy marcha atrás.
22. ¿Hasta que número sabes contar?
Hasta el infinito.
23. ¿Te gusta meterte en charcos?
En charcos y en jardines, sí.
24. ¿Conoces a todos tus enemigos?
Por desgracia, no.
25. ¿Cuál sería tu epitafio en cuatro palabras?
Llevo un buen rato pensándolas…. ¡Y no se me ocurren!
No, para nada. Se ha acabado el mundo tal como lo conocíamos, ese en el que vivíamos por encima de nuestras posibilidades y rindiendo pleitesía al consumo desmedido. Pero el mundo sigue adelante. Y sigue girando.