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La verdad sobre el declive de Julian Assange y Wikileaks
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CUATRO CLAVES PARA ENTENDER EL CASO

La verdad sobre el declive de Julian Assange y Wikileaks

Un programa de entrevistas a “diez líderes, revolucionarios o activistas que marcarán el futuro de la humanidad”. El fundador de Wikileaks, Julian Assange, ha emprendido esta

Foto: La verdad sobre el declive de Julian Assange y Wikileaks
La verdad sobre el declive de Julian Assange y Wikileaks

Un programa de entrevistas a “diez líderes, revolucionarios o activistas que marcarán el futuro de la humanidad”. El fundador de Wikileaks, Julian Assange, ha emprendido esta semana una huida hacia adelante estrenándose como estrella televisiva en el canal del Kremlin Rusia Today (RT). Bajo el título The World Tomorrow, el primer invitado fue Hassán Nasralá, el líder del movimiento chií libanés, Hezbolá. Una exclusiva de alcance mundial, tras casi siete años sin conceder entrevistas, con intención de influir en la agenda mediática global. Sin embargo, las reacciones suscitadas se han centrado principalmente en la controvertida figura del hacker australiano, dejando a un lado el trasfondo de la propia entrevista. “Un tonto útil”, titulaba The Guardian, sintetizando así el torrente de descalificaciones de la prensa anglosajona y norteamericana vertidas sobre la nueva aventura de Assange. Estos análisis son “reduccionistas, propios de la retórica de la segunda mitad del siglo XX”, explica el antropólogo de la sociedad digital Alberto Corsín e investigador en el CSIC, porque “todas las críticas centradas en la figura de un personaje están equivocadas desde la óptica contemporánea de las redes”.Casi todos los análisis han sido reduccionistas, más propios de la retórica del siglo pasado

La elección de RT para vehicular el mensaje de la ‘transparencia informativa’ saca a relucir una serie de contradicciones que no se frenan en supuestas intenciones ocultas del programa. En el arranque de la primera entrevista televisada, el propio fundador de Wikileaks ironizaba sobre esta cuestión: "Ya me imagino las críticas obvias. Ahí está Assange, el enemigo combativo, el traidor, acostándose con el Kremlin y entrevistando a terribles radicales de todo el mundo".

En una conversación mantenida con el filósofo Peter Singer publicada en la revista Philosophie Magazine, el fundador de la web de filtraciones hablaba, a raíz de una relevación que su página había filtrado del Gobierno keniata, sobre la realidad de las difusiones en la prensa y su vinculación con el poder. Estas informaciones produjeron cambios en el poder tras relevar, unas pocas semanas antes de las elecciones, que el expresidente Daniel Arap se había apropiado de 3,5 millones de dólares. La consecuencia del cambio operado en el país africano no se debe, indicaba Assange, a que los keniatas se encolerizasen y sancionasen a su Gobierno. Esta es una “interpretación ingenua”; la lectura correcta de por qué se operaron los cambios se debe a que los teóricos aliados de estos gobernantes se enteraron de que se quedaron el dinero y no lo repartieron con ellos, conforme habían acordado, decía Assange. De este modo, queda en entredicho a qué tipo de consumidor está dirigido el programa de entrevistas de la RT, si a la población en general o a los actores políticos internacionales.

Un azote a Occidente

Estos efectos, más o menos inesperados, en los que el periodismo juega entre dos aguas, arrojan cierta desconfianza sobre el hecho de que la población sea su teórico destinatario de las informaciones. En este punto es donde entran las motivaciones para elegir la televisión rusa. Para el analista del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, José Ignacio Torreblanca, el programa The World Tomorrow encaja a la perfección en el tablero global de las relaciones internacionales con el que Rusia pretende dimensionar su juego en estos momentos. “El público objetivo de este canal es mayoritariamente hispano, concretamente, la izquierda irredenta latinoamericana”, por lo que se centran en difundir todo aquello que moleste a Occidente alimentando la ambivalencia geoestratégica de los rusos, añade el politólogo.

El espaldarazo a Wikileaks de los propios medios que filtraron en exclusiva el cablegate hace deducir al catedrático de la Comunicación y profesor de Opinión La televisión rusa alimenta un mensaje antioccidental para marcar el tablero global en el que quiere jugar el KremlinPública en la URJC, Víctor Sampedro, que ninguna otra televisión se hubiese abierto a las pretensiones del australiano. “No creo que tuviese muchas opciones a considerar para hacerse escuchar y recabar fondos. Los medios que se lucraron con sus cables luego lo condenaron por no cumplir con la deontología periodística y negaron su reconocimiento dentro de la profesión. Además, el resto de opciones a considerar eran mucho más criticables, como la televisión iraní o Al Jazzira, vinculada con las monarquías petroleras”. Tampoco pasa por alto que la información 24 horas de RT, que se emite desde Moscú y Washington, está siendo sintonizada por 480 millones de espectadores con televisión por cable, según las informaciones de la cadena rusa. En el Reino Unido, su audiencia supera a Bloomberg y, como recogen las consultoras de rating, se ha convertido ya en el primer canal de noticias en el mundo que superó los 700 millones de visitas en YouTube.

Para un análisis certero de la influencia política y social del nuevo recorrido televisivo de Assange se precisa conocer antes la identidad del resto de entrevistados. El perfil del primer invitado, condescendiente con la gestión del conflicto sirio por parte del presidente Bashar al-Assad, y las justificaciones del propio Assange sobre la elección del medio: “De todos los canales internacionales sólo se pueden tomar en serio dos, RT y Al Jazeera, (…) pero Rusia Today está mejor representado en América”, no hacen más que reforzar las tesis de Torreblanca. “Se trata de conectar y triangular a los actores que andan dispersos entre Latinoamérica, Rusia o Irán, y que tienen en común ese sentimiento de que Occidente está contra ellos”.

Las peripecias de una estrella televisiva

La capacidad de influencia en la arena global de esta serie de entrevistas ha quedado obnubilada al convertir a Assange en una noticia en sí mismo. El recurso narrativo a la personalización y espectacularización de su figura ha sido la norma en todos los análisis. El autor de W de Wikileaks, Bruno Cardeñosa, reconoce que “Wikileaks no se ha convertido en un medio de comunicación sino en un fenómeno noticiable”. Lo que interesa no es lo que se cuente, sino el personaje, a pesar de sus esfuerzos por intervenir en los conflictos presentes y servir como foro para “quienes no tienen voz”, según explicó en la primera entrega del programa.

Esta desviación del asunto para centrarse en las peripecias de Assange ya quedó patente en su último encuentro con periodistas para presentar las revelaciones de la No interesa lo que diga Julian Assange, sino el personaje en el que se ha convertidoagencia privada de espionaje Stratfor Global Intelligence. En la rueda de prensa celebrada a finales de febrero en el Club Frontline de Londres, los medios mostraron casi más interés en la figura del ‘villano’ que el contenido de los cientos de miles de correos electrónicos de la compañía con revelaciones geoestratégicas. “Con esta moraleja cínica, el reportero arriesga mucho menos que ocupándose de las empresas que han hecho de la guerra, de la diplomacia y del espionaje negocios privados, con nuestros impuestos y en nuestro nombre”, apunta Sampedro. Además, añade el catedrático, “se minimiza su alcance y se escamotean los debates de fondo”.

Al propio Assange no parece disgustarle la personalización de Wikileaks en su figura. Tampoco ha intentado poner trabas a esta identificación con nombre y apellidos. Más bien, él mismo ha entrado en el juego del espectáculo, como ocurre ahora con su salto a la televisión. Para Alberto Corsín, si se parte desde el punto de vista antropológico de la red, la gestión de la imagen de Assange podría ser una estrategia consciente y muy meditada. “Es un error de base personalizar en su figura las redes de distribución porque su esencia de fondo no responde a estos principios. Cada vez que caemos en la trampa de asociarlas a un nombre y apellido le hacemos un favor al propio movimiento en red porque contribuye a desestigmatizarlo”, apunta Corsín. La praxis ciberactivista siempre ha sido transmedia, aunque se aleje de los principios mediáticos establecidos. De hecho, Anonymus también se dio a conocer con un vídeo viral con intención de alcanzar repercusión en los medios tradicionales. La estrategia de Assange a la hora de socializar su identidad revienta los parámetros en los que se ha movido hasta ahora el ciberactivismo, pero también lo ha llevado a convertirse en un fenómeno comunicativo. Un héroe para unos pocos y un villano para muchos otros.

Un programa de entrevistas a “diez líderes, revolucionarios o activistas que marcarán el futuro de la humanidad”. El fundador de Wikileaks, Julian Assange, ha emprendido esta semana una huida hacia adelante estrenándose como estrella televisiva en el canal del Kremlin Rusia Today (RT). Bajo el título The World Tomorrow, el primer invitado fue Hassán Nasralá, el líder del movimiento chií libanés, Hezbolá. Una exclusiva de alcance mundial, tras casi siete años sin conceder entrevistas, con intención de influir en la agenda mediática global. Sin embargo, las reacciones suscitadas se han centrado principalmente en la controvertida figura del hacker australiano, dejando a un lado el trasfondo de la propia entrevista. “Un tonto útil”, titulaba The Guardian, sintetizando así el torrente de descalificaciones de la prensa anglosajona y norteamericana vertidas sobre la nueva aventura de Assange. Estos análisis son “reduccionistas, propios de la retórica de la segunda mitad del siglo XX”, explica el antropólogo de la sociedad digital Alberto Corsín e investigador en el CSIC, porque “todas las críticas centradas en la figura de un personaje están equivocadas desde la óptica contemporánea de las redes”.Casi todos los análisis han sido reduccionistas, más propios de la retórica del siglo pasado