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¿Por qué nos gusta tanto llorar cuando vamos al cine?
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LAS PELÍCULAS TRÁGICAS NOS HACEN FELICES

¿Por qué nos gusta tanto llorar cuando vamos al cine?

Si alguna vez se ha preguntado si no es un poco raro ir al cine a llorar, no se extrañe; resulta que las películas trágicas podrían

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¿Por qué nos gusta tanto llorar cuando vamos al cine?

Si alguna vez se ha preguntado si no es un poco raro ir al cine a llorar, no se extrañe; resulta que las películas trágicas podrían hacernos más felices.

Esta es la contradictoria conclusión a la que llega un estudio de Communication Research dirigido por Silvia Knobloch-Westerwick y Yuan Gong, que decidieron investigar el aparente sadismo de los que acuden al cine y la literatura para ver y leer historias que les hacen experimentar sentimientos negativos.  

Los especialistas reclutaron a 361 estudiantes de la Ohio State University para que viesen Atonement –titulada en España Expiación. Más allá de la pasión–, una película más bien triste en la que dos amantes tienen que separarse por culpa de la guerra. En el estudio se documentaron sus reacciones antes, durante y después del visionado y se les formuló una serie de preguntas acerca de sus sentimientos.

Los que disfrutan de las películas tristes son los que después experimentan más alegría

La conclusión no pudo ser más clara: los sujetos experimentales que afirmaron sentirse más tristes durante el visionado también fueron los que estaban más alegres después. En la mayoría de los casos no se trataba de alivio, pues habían disfrutado de la película. La tesis es que si estamos más tristes durante la película es porque estamos sintiendo más empatía con una historia que, inconscientemente, comparamos con nuestras propias circunstancias personales y en particular, emocionales y románticas. Así, ver películas tristes –e incluso muy trágicas– renueva nuestra visión sobre el mundo y lo hace, según el estudio, en términos positivos.

Aquellos sujetos que afirmaron no sentirse demasiado tristes por ver la película también aseguraron que no tendían a identificarse demasiado con las circunstancias, las historias y los personajes que vieron en ella. Fueron estos precisamente los que se mantuvieron más templados cuando la película hubo acabado, sin experimentar una alegría significativa.

Comparamos la historia dramática con nuestra propia experiencia personal

“Las historias tristes con frecuencia hablan del amor, y esto lleva al espectador a pensar en su propia situación, que normalmente no es tan trágica”, aclara Silvia Knobloch-Westerwick, profesora de comunicación de la Ohio State University. “En realidad, la tristeza es una actitud que implica introspección, mientras que la alegría es más inconsciente y se parece más a un estado de embriaguez”. Aunque las dos difieran en su signo emocional, se trata también de dos maneras distintas, con diferente grado de irreflexión, de aproximarse psicológicamente a la experiencia de la ficción.

Si alguna vez se ha preguntado si no es un poco raro ir al cine a llorar, no se extrañe; resulta que las películas trágicas podrían hacernos más felices.