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Cuando la terapia se convierte en un verdadero problema para la pareja
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¿CAMBIARÁ EL TRATAMIENTO A MI CÓNYUGE?

Cuando la terapia se convierte en un verdadero problema para la pareja

“He decidido ir a ver a un psicólogo”. Esta frase puede alarmar a nuestra pareja porque se cuestione: ¿esta terapia va a plantear nuestra historia?, ¿nuestra

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Cuando la terapia se convierte en un verdadero problema para la pareja

“He decidido ir a ver a un psicólogo”. Esta frase puede alarmar a nuestra pareja porque se cuestione: ¿esta terapia va a plantear nuestra historia?, ¿nuestra relación no le aporta el equilibrio que necesita?, ¿va a cambiar?, ¿cuánto le costará?, ¿le dirá que cortemos?...

Manuel Esbert, psicólogo clínico, reconoce que la terapia cambia a la persona. “Puede ocurrir que la pareja no le reconozca”, plantea como posibilidad. Esta condición altera los parámetros de la relación y, finalmente, la afianza o termina por romperla. “Puede ocurrir que el que se someta a terapia siga con su pareja o se separe. Si hay una ruptura parte de quien está haciendo la terapia”, concluye por su experiencia.

La terapia altera el equilibrio de nuestra relación

La terapia no siempre es la consecuencia de nuestros problemas sentimentales, sino la causa. Acudir a un experto para desahogarnos de nuestras preocupaciones y problemas puede convertirse en motivo de discusión con nuestra pareja. Las dudas, las angustias y las irritaciones creadas por el otro de la pareja, en determinadas ocasiones, son inevitables. Constituyen los efectos secundarios de confesarnos a un profesional e influye en nuestros sentimientos.

Una web francesa especializada en psicología reflexiona que dar este paso alterará, inevitablemente, el equilibrio de nuestra relación. ¿Para bien o para mal?

Acudir solo a terapia, lo más recomendable

Muchas parejas deciden hacer terapia juntos. Para la psicoanalista francesa Cadalen Sophie no resulta favorable. “Algunos de mis pacientes desean llevar a cabo un análisis y una terapia de pareja al mismo tiempo, por lo que el análisis se hace un poco superficial”. Sophie apunta a que es una manera de tranquilizar a la otra parte de la relación, demostrar que no le ocultamos nada, pero poco beneficiosa para nuestros intereses. "En España es más habitual acudir por separado", explica el psicólogo.

La clave para que funcionen estas sesiones de terapia, cuyo número y periodicidad dependen del carácter y necesidades del individuo, radica en los objetivos del paciente. Debe saber con exactitud lo que busca. “La función del terapeuta es siempre guiar al paciente en sus deseos, siempre que sean legítimos”, asegura la psicoanalista María Luisa Carrascosa.

Si se cumplen estos parámetros, estar convencido de lo que se quiere y una buena comunicación con el terapeuta, “la función del terapeuta debería ser beneficiosa”, asegura la psicoanalista.

La terapia puede influir negativamente

Tanto el psicólogo como la psicoanalista españoles coinciden en señalar a la mala praxis del terapeuta como causa del deterioro, más acusado, de la pareja. “No apoyar lo que quiere el paciente es una mala práctica”, opina Carrascosa. Incide en que el terapeuta no dirige nada, sino que sigue los deseos expresados por el paciente.

Los problemas no se solucionarán cuando el experto haga mal su trabajo

“Hay personas que acuden a consulta porque quieren salvar su relación y con el tiempo deciden que quieren romper”, ejemplifica la experta. Esbert matiza que normalmente no aconsejan, “ayudamos al paciente a que se haga cargo de su propia responsabilidad”.

“La terapia influirá negativamente en una pareja cuando el terapeuta no haga bien su trabajo”, admite Esbert. El psicólogo apunta que se trata de una excepción y, según su experiencia, en la mayoría de los casos la terapia beneficia a ambos miembros de la pareja.

Begoña Mazagatos, médico psiquiatra y psicoanalista, asegura que la terapia no funciona “cuando los pacientes siguen igual”. El objetivo de las sesiones es que se entiendan mejor, “sigan juntos o no”, matiza la psiquiatra. Mantener la relación a toda costa dista mucho de ser el objetivo de estas sesiones.

Discutir es parte de la solución

Hay que desmentir tópicos. Discutir no es sinónimo de crisis, sino más bien todo lo contrario. Mazagatos asegura que la mayoría de sus pacientes aprovechan las sesiones para desahogarse. “Tienen desavenencias entre ellos y afloran en consulta porque en casa se las callan”. El psicólogo coincide con esta afirmación. “El trabajo terapéutico a veces hace que emerjan conflictos tapados, tensiones que estaban encubiertas”.  

Discuten para aclararse, aspecto muy positivo para cumplir con el objetico de la terapia. “Discutir no significa que la pareja vaya mal, simplemente que hablan de sus problemas”, sentencia la Mazagatos.

El experto debe mantenerse neutral en consulta

Al igual que Carrascosa y Esbert, la psiquiatra opina que el terapeuta debe saber mantener las distancias. “El terapeuta no tiene que tomar partido, tiene que intentar ser neutral”. Lo que no significa que pueda interpretar las carencias de cada uno de sus pacientes. “El experto puede señalar cosas de uno y de otro para intentar solucionar sus problemas”.

Las claves del éxito

“La razón de que habitualmente un tratamiento a un miembro de la pareja beneficia al otro es que se trata de una terapia bien llevada. Pone por delante las pauta de la pareja y le ayuda a afrontar el conflicto”, señala el psicólogo.

La rutina, la falta de comunicación, la desconfianza, el estrés producido por el trabajo, las discusiones por cuestiones banales o no sentirnos comprendidos son solo algunos de los motivos más frecuentes por lo que nos echamos los trastos a la cabeza.

¿Cómo nos sienta que nuestra pareja le cuente nuestros problemas a un experto?

El trabajo terapéutico rebaja la tensión existente

El psicólogo clínico opina que, en la mayoría de los casos, nos sentimos aliviados. “Si el terapeuta actúa bien, escucha y toma notas de cómo su paciente está contribuyendo al malestar de su pareja contribuirá a que baje la intensidad de su agresividad, de sus quejas”.

En la mayoría de los casos la terapia repercute de manera positiva en nuestra relación. “La experiencia habitual que tenemos es que cuando un miembro de la pareja va al terapeuta lima asperezas con el otro”, explica Esbert.  Existe un beneficio mutuo. “El trabajo terapéutico rebaja la tensión existente”, matiza. Asegura que muchos de sus pacientes le agradecen su labor de parte de sus parejas.

 

 

“He decidido ir a ver a un psicólogo”. Esta frase puede alarmar a nuestra pareja porque se cuestione: ¿esta terapia va a plantear nuestra historia?, ¿nuestra relación no le aporta el equilibrio que necesita?, ¿va a cambiar?, ¿cuánto le costará?, ¿le dirá que cortemos?...