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Mejor un objetivo realista que diez buenos propósitos para el Año Nuevo
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ES FUNDAMENTAL TENER FUERZA DE VOLUNTAD PARA LLEVAR A CABO LOS CAMBIOS

Mejor un objetivo realista que diez buenos propósitos para el Año Nuevo

“Aprender inglés de una vez por todas”, “dejar de fumar” o “ir al gimnasio” son algunos de los propósitos de Año Nuevo más extendidos entre los

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Mejor un objetivo realista que diez buenos propósitos para el Año Nuevo

“Aprender inglés de una vez por todas”, “dejar de fumar” o “ir al gimnasio” son algunos de los propósitos de Año Nuevo más extendidos entre los españoles. Según se acerca la Nochevieja, la mayoría de la gente tiende a hacer balance del año que acaba y, sobre todo, a proyectar el que va a comenzar. Así surgen las ideas sobre cómo mejorar nuestra vida para que el año que viene por estas fechas estemos un poquito más satisfechos con nosotros mismos.

La idea de renovarse y encontrar nuevos retos para seguir perfeccionándonos es inherente al ser humano. Como explica el psicólogo Pedro Rodríguez, solemos hacerlo además en los cambios de ciclo, es decir, a la vuelta de las vacaciones y, sobre todo, cuando acaba el año.

Un cambio en el calendario parece ser la oportunidad perfecta para correr un tupido velo sobre los errores cometidos en los últimos doce meses y, tras el borrón, hacer una cuenta nueva en la que apuntamos tantos y tantos proyectos que queremos llevar a cabo.

Ése es el primer error: apuntar muchas cosas en la lista. “Lo principal que tenemos que aplicar es prudencia”, explica Rodríguez, “porque no podemos poner en marcha todos los cambios a la vez”. Por ese motivo el psicólogo recomienda elegir cuidadosamente sólo uno o dos propósitos con el objetivo de que sea más fácil desarrollarlos. Centrarse en pocas cosas siempre es más efectivo que intentar hacer muchas.

Hay que sudar

Además, hay que tener cuidado con las expectativas. Paciencia. Si queremos ponernos en forma, no podemos pretender haber conseguido muscularnos a finales de enero. “Los resultados no son inmediatos, eso hay que tenerlo muy claro”, recuerda Rodríguez. “Si la expectativa que se tiene es de inmediatez, eso provocará que abandonemos si no vemos los efectos”, añade.

Pero de poco sirve dilatar los plazos de las expectativas si aún así no ponemos fuerza de voluntad, porque “si uno quiere algo, tiene que esforzarse y sufrir un pelín”. El que quiera aprender inglés tendrá que pasarse horas estudiando y quien desee ponerse en forma, va a tener que sudar. Es inútil proponerse hacer algo si uno no está dispuesto a pagar el precio que conlleva, por mucho que la propuesta se presente delante de las uvas.

¿De veras es inútil? No tanto, porque el “motor psicológico” se alimenta, entre otras cosas, de nuevos retos y motivaciones, como explica el psicólogo. “La mente debería estar siempre revisando los hechos y planteando nuevos retos”, un ejercicio positivo que la mantiene en marcha tratando de alcanzar esos objetivos.

Cada año los mismos propósitos

Pero no siempre se logran. De hecho, casi nunca cumplimos los propósitos que nos propusimos en enero. Entonces, ¿por qué volvemos a plantearlos en diciembre? “Es una forma más de acallar la conciencia, que grita mucho”, explica el psicólogo. Se trata de lo que los profesionales llaman “disonancia cognitiva”. Es decir, que uno sabe que fumar es malo, pero hay una fuerza que le hace seguir fumando. Su pensamiento es disonante con respecto a sus conocimientos: sabe que fumar es perjudicial pero se auto justifica con frases como “total, de algo tenemos que morir” o “no soy el único que fuma”.

Así que plantearse retos aún estando casi seguros de que no los llevaremos a cabo, de alguna forma, es tranquilizador. Al menos, planteados quedan. Sin embargo, los ‘buenos’ propósitos tienen un lado amargo que se revela a lo largo del año, según vamos comprobando que no los hemos podido (o querido) cumplir. “No haber conseguido lo que uno se ha propuesto es frustrante, pero en lugar de sentirnos incapaces, lo que hay que hacer es analizar dónde estuvo el error”, aconseja Rodríguez.

Quizás no cumplimos por falta de fuerza de voluntad, porque han surgido ciertos imprevistos, o porque nos habíamos planteado retos poco realistas. Lo importante es conocer el motivo para evitar auto bloquearse y dañar nuestra autoestima. Hay que tomarse lo no conseguido como un aprendizaje, no como un fracaso.

Como dice Kevin Burns, portavoz del Consejo Estadounidense para el Deporte, "un propósito de Año Nuevo es un maratón, no un sprint". “Hay que cambiar esos sueños grandiosos de cambios enormes por dos o tres objetivos inteligentes, específicos y que se puedan medir”.

“Aprender inglés de una vez por todas”, “dejar de fumar” o “ir al gimnasio” son algunos de los propósitos de Año Nuevo más extendidos entre los españoles. Según se acerca la Nochevieja, la mayoría de la gente tiende a hacer balance del año que acaba y, sobre todo, a proyectar el que va a comenzar. Así surgen las ideas sobre cómo mejorar nuestra vida para que el año que viene por estas fechas estemos un poquito más satisfechos con nosotros mismos.