El padre también está en duelo
Perder un bebé antes de nacer o alrededor del nacimiento es una experiencia devastadora, no sólo por la pérdida en sí de todo un plan de
Perder un bebé antes de nacer o alrededor del nacimiento es una experiencia devastadora, no sólo por la pérdida en sí de todo un plan de futuro, de unas ilusiones, de un amor que se queda sin dar en el vacío más inmenso de unas manos abiertas, sino por la falta de apoyo social, de aceptación de que ésta es una pérdida, como la muerte de cualquier otro familiar o amigo/a, y necesita también del cariño del entorno.
Y quizá por esa falta de comprensión, toda la atención (a veces equivocada por las maneras) se fija en la madre, que es la que lo sufre físicamente. Y nadie tiene en cuenta al bebé, si ha nacido vivo, y mucho menos al padre, o la pareja en caso de ser dos madres. En este artículo hablaremos en general de los padres, pero muchos aspectos son aplicables a las parejas mujeres, ya que cada vez son más las que se animan a aventurarse a entrar en la maternidad juntas.
El padre también está en duelo. Y a veces un duelo muy diferente ya que tiene que sobrellevar básicamente dos cosas: la pérdida de su bebé y el cuidado de su mujer. Alguna vez ha peligrado incluso la salud de ésta última. A los padres se les suele pedir, y ellos mismos se sienten muchas veces responsables, el cuidado de ellas, con lo cual a veces es complicado dejar espacio al propio proceso de duelo.
Un proceso diferente, pero igual de doloroso
Existen diferencias de persona a persona en la manera en que hacemos frente a las pérdidas en la vida, y suele haber diferencias de género también. A grandes rasgos, y siempre teniendo en cuenta la individualidad, las mujeres solemos buscar más apoyo de otras personas y hablar una y otra vez de la pérdida, llorar, e incluso en ocasiones puede parecer que nos regodeamos en el dolor (nada más lejos), en un intento del cerebro por encajar lo sucedido.
Los hombres, por su parte, suelen buscar una solución al ‘problema’, les cuesta más expresar sus emociones y no suelen compartirlas o buscar apoyo de la misma manera que las mujeres. Es más común verlos salir de casa, hacer deporte, intentar ‘hacer’ más que ‘estar’. A la hora de buscar ayuda, y más de un profesional, lo suelen hacer más ellas. Aunque, como psicóloga, he tenido muy buenas experiencias cuando vienen ambos miembros de la pareja y se hace un seguimiento de los dos de forma conjunta.
Otro tema a tener en cuenta es que el hombre se tiene que incorporar muchas veces al trabajo antes, a no ser que se tramite una baja por depresión. Esto le obliga a adaptarse a su vida de antes de forma precoz, aunque en algunos casos sirva de descanso mental del dolor. Ya dependerá de lo realizado o no que se sienta en su trabajo el que el hecho de volver a su labor ayude o no a su proceso. Pero su incorporación podría incrementar la preocupación de dejar a su pareja sola en casa. También hace muchas veces de receptor de todas las preguntas sobre su mujer. Y a él, ¿nadie le pregunta?
Llevar ambos duelos, comprender al otro, o sentirse apoyado por la pareja puede ser una tarea difícil. Él puede ver como algo malo que ella se quede ‘estancada’ llorando por el bebé perdido, y ella puede creer que las ganas de salir de él y su mutismo ante el tema signifiquen que le importa menos. Los hombres y las mujeres por educación y desarrollo somos seres diferentes con necesidades diferentes. Los procesos de duelo suelen ser altibajos que van a ritmos desiguales. En estos casos, conocer cómo son las diferencias de género, o simplemente, tener un espacio donde hablar de cómo se siente cada uno y compartir dudas y miedos, puede ayudar mucho.
Ellos no pudieron 'conocer' al bebé
Los hombres no han tenido la experiencia física de sentir al bebé dentro, mientras que, dependiendo de las semanas de gestación, su presencia puede haber sido bastante notable para la mujer gestante. Esto puede crear sentimientos ambivalentes para él: o bien hacer más grande la pérdida por ser más abstracta, o bien tener cierta pena de no haber podido compartir esa experiencia con su mujer, no haber podido ‘conocer’ a su bebé.
Solemos recomendar ver al bebé muerto que estaba en gestación porque suele ser una acción que ayuda al proceso de duelo. Algunas veces, con la intención de proteger a la madre, erróneamente se la ha apartado de ello y, sin embargo, el padre sí ha podido verlo y despedirse en cierta manera. Este puede ser un punto por el cual él haya podido tener una evolución más serena.
El parto en sí o cualquier otro procedimiento médico puede ser traumático para ellos, bien porque pueden ver a su pareja sufrir y no poder hacer nada, o bien porque el proceso médico en sí les resulte desagradable. Ellos también necesitan información, saber qué hacer en estas circunstancias. El sentimiento de no tener control sobre la situación puede causar mucho dolor emocional. Algunos hombres se culpabilizan en silencio de ciertas decisiones que tuvieron que tomar en la soledad y con prisas. Otras veces se les aparta, cuando ellos también han perdido a su bebé, o pueden sufrir por no estar al lado de su pareja.
Igualmente importante es su miedo en los siguientes embarazos y partos. Pueden llegar a retrasar los intentos, o, al revés, ellos suelen estar dispuestos a tener otro hijo o hija antes. Pero también tienen miedo hasta que comprueban que todo va bien o sigue bien.
En cualquier caso, no deberíamos olvidarnos de ellos y sí conviene asegurarse que reciben la atención y el apoyo adecuados a sus circunstancias.
Perder un bebé antes de nacer o alrededor del nacimiento es una experiencia devastadora, no sólo por la pérdida en sí de todo un plan de futuro, de unas ilusiones, de un amor que se queda sin dar en el vacío más inmenso de unas manos abiertas, sino por la falta de apoyo social, de aceptación de que ésta es una pérdida, como la muerte de cualquier otro familiar o amigo/a, y necesita también del cariño del entorno.