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Aprender un oficio para superar la vergüenza y así poder volver a casa
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REGRESAR CON LAS MANOS VACÍAS LES RESULTA TRAUMÁTICO

Aprender un oficio para superar la vergüenza y así poder volver a casa

Vergüenza. Ése es el principal sentimiento, y el mayor escollo, que tienen los inmigrantes que un día vinieron a España soñando con poder mantener a sus

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Aprender un oficio para superar la vergüenza y así poder volver a casa

Vergüenza. Ése es el principal sentimiento, y el mayor escollo, que tienen los inmigrantes que un día vinieron a España soñando con poder mantener a sus familias y se dieron de bruces con la crisis económica, que tiene a millones de españoles y de extranjeros en vilo y en paro.

Entraron en Europa por la península pensando que enseguida encontrarían El Dorado, que podrían enviar efectivo a las familias que habían dejado al otro lado del océano, que construirían una vida digna y que, quizá, algún día conseguirían traer a los suyos a la tierra de la abundancia.

Pero no hay abundancia, no hay trabajo, no hay dinero. Y tomar la decisión de volver con las manos vacías es para muchos un auténtico trance, más aún cuando algunos ‘adornan’ su vida aquí para tranquilizar a sus familias.

Por eso la Asociación madrileña APLA ha puesto en marcha el ‘Programa Retorno’ con la intención de ofrecer a quienes deciden regresar las herramientas necesarias para poder desempeñar un trabajo o incluso montar un negocio cuando lleguen a su país.

Mario Reyes fue el impulsor de la idea hace ya tres años porque, como relata a El Confidencial, detectó “el miedo del inmigrante a volver a su país” trabajando con ellos en la Asociación.  “Les da vergüenza volver, llevan consigo una carga emocional tremenda y desde la Asociación queremos ayudarles a que puedan hacerlo con dignidad”, explica.

Se refiere a enseñarles ciertas profesiones que no requieren de estudios oficiales, tales como cuidado de ancianos, peluquería, jardinería, cocina, masajes, etc. Adquiriendo ese tipo de conocimientos de forma gratuita los inmigrantes pueden llegar a su país con un proyecto, un conocimiento específico, un planteamiento vital.

Reyes les anima a ponerse en marcha desde España, a que “visualicen su futuro en su tierra”. Según van aprendiendo, por ejemplo, peluquería, les insiste para que vayan fijándose en los locales de aquí, tomando ideas de decoración, comprando materiales, pensando en qué zona de su cuidad podría funcionar el negocio y planificando su futuro negocio.

Explicar a un hijo el abandono

Pero más allá de lo meramente práctico están las trabas psicológicas, en ocasiones mucho más difíciles de superar. “Tienen que aprender a hablar con sus familias, a explicarles sus proyectos, ser capaces de transmitirles cómo se han sentido, lo mal que lo han pasado, las ilusiones y esperanzas que tienen…”, asegura Reyes.

En muchos casos esa comunicación resulta realmente difícil. Reyes habla de una mujer sudamericana que se marchó cuando su hija tenía cinco años para encontrar un trabajo y poder pagarle una educación. Diez años después va a regresar a su casa y tendrá que conseguir hacerle entender a una adolescente de 15 años que no la abandonó, sino que se sacrificó para que ella pudiera estudiar. A madres como ésta Reyes las llama “las Pasionarias del siglo XXI”. “Yo descubrí lo que significa la palabra amor con estas personas”, confiesa.

Carlos Basialo es uno de los inmigrantes que acude a los talleres de APLA, aunque es de los privilegiados porque tiene estudios de enfermería. Aún así, ahora está estudiando inglés e informática en la asociación para que cuando vuelva a su país, Guinea Ecuatorial, pueda encontrar trabajo con mayor facilidad. “Llevo seis años aquí pero ya quiero irme, echo de menos a mi mujer y a mis dos hijos y España no me da trabajo”, relata.

Como él, muchos inmigrantes se ven obligados cada día a aceptar la dura realidad: no hay trabajo, no hay recursos. ¿Qué sentido tiene aguantar así en país extranjero, solo y sin dinero? Ninguno. Superar la vergüenza, aceptar el fracaso y volver con la cabeza bien alta (y, a ser posible, una profesión y un proyecto bajo el brazo) parece la solución más sensata.

Vergüenza. Ése es el principal sentimiento, y el mayor escollo, que tienen los inmigrantes que un día vinieron a España soñando con poder mantener a sus familias y se dieron de bruces con la crisis económica, que tiene a millones de españoles y de extranjeros en vilo y en paro.