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La feminista que vivió un año entero siguiendo la Biblia a rajatabla
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SIN CORTARSE EL PELO, LLAMANDO 'SEÑOR' A SU MARIDO Y AISLÁNDOSE DURANTE LA MENSTRUACIÓN

La feminista que vivió un año entero siguiendo la Biblia a rajatabla

Sin cortarse el pelo, llamando ‘señor’ a su marido, sometiéndose a él, aislándose durante la menstruación y poniendo en práctica una actitud piadosa. Así es como

Foto: La feminista que vivió un año entero siguiendo la Biblia a rajatabla
La feminista que vivió un año entero siguiendo la Biblia a rajatabla

Sin cortarse el pelo, llamando ‘señor’ a su marido, sometiéndose a él, aislándose durante la menstruación y poniendo en práctica una actitud piadosa. Así es como ha vivido Rachel Held Evans durante un año, tal y como, literalmente, dicta la Biblia.

El 1 de octubre de 2010 decidió poner en marcha el proyecto que llevaba tiempo madurando porque quería dinamizar el debate sobre cómo se interpreta y se aplica la Biblia en la actualidad. Según cuenta en su blog, Rachel, que se declara feminista, llevaba tiempo preguntándose cuál era exactamente la feminidad que promulgaban los textos sagrados y, como cada cual le daba su propia interpretación, decidió comprobarlo por ella misma.

Para ello adoptó durante doce meses los diez ‘mandamientos’ de la perfecta mujer según los evangelios: someterse a la voluntad de su marido, dedicarse a las tareas de la casa (para lo que tuvo que aprender a cocinar), ser madre (de forma figurada), vestir con modestia (haciéndose su propia ropa), tener un espíritu afable y apacible, cubrir su cabeza durante la oración, no cortarse el pelo, no enseñar en la Iglesia, no cotillear y no ejercer autoridad sobre el hombre.

Y, aunque parezcan actitudes poco feministas, en realidad Evans se define como una “absoluta beneficiaria” de los logros de ese movimiento, una mujer normal “con una floreciente carrera, un matrimonio igualitario y una casa desordenada”, según cuenta en su blog. “Apoyo firmemente a la mujer en todos los niveles de liderazgo y desconfío de cualquiera que afirme que la Biblia presenta una sola forma correcta de ser mujer”, añade.

Sin embargo, ella decidió cumplir a rajatabla las recomendaciones que hacen los Evangelios sobre la figura femenina. Por eso, por ejemplo, se aislaba durante los primeros días de la menstruación y se iba a dormir en una tienda de campaña en el jardín de su casa, ya que, como se describe en el Levítico 15-18, durante esos días la mujer es ‘impura’ y no pude tener contacto físico con su marido.

Evans confiesa que ésta fue una de las pruebas más duras que tuvo que pasar ya que la prohibición del contacto físico llegaba el extremo de no poder pasar la sal en la mesa a nadie. Además, llevaba consigo un cojín y le resultaba difícil explicarle a la gente que la razón era que tenía el periodo, por lo cual se la consideraba ‘impura’ y no debía contagiar los lugares en los que se sentaba.

Sumisión al hombre

A pesar de presumir de matrimonio igualitario, durante un año Evans se dirigía a su marido como ‘señor’ y se plegaba a su voluntad sin rechistar, tal y como promueve la Biblia. Además colgó en la entrada de su pueblo un cartel en el que ponía ‘Dan es increíble’, porque el esposo de una mujer virtuosa debe ser “alabado en las puertas de la ciudad” según los Proverbios 31:23. “La gente se pensaba que había perdido una apuesta”, cuenta.

Otra de las virtudes que debía desarrollar era la de la maternidad, y aunque esto lo hizo de forma ficticia, el sacrificio no fue menor. Cierto es que no tuvo que soportar aquello de ‘parirás con dolor’ pero todo lo demás, si. Para ello alquiló un muñeco que simula todas las actividades de un bebé. Desde tomar el biberón y hacerse sus necesidades encima hasta ponerse a llorar, cada noche, a altas horas de la madrugada.

 Además, cada uno de los meses del año que vivió como una auténtica y devota cristiana Rachel lo dedicó a centrarse en alguna de las virtudes que se citan en la Biblia: la dulzura, la domesticidad, la obediencia, el valor, la belleza, la modestia, la pureza, la fertilidad, la sumisión, la caridad, el silencio y la fe.

Algunas las observó una sola vez y otras, cuenta, las incorporó a su carácter. Para cumplir algunas de ellas se trasladó a un poblado Amish en Pennsylvania, a un monasterio benedictino en Alabama (silencio), y ​​visitó varias aldeas rurales de Bolivia.

Mi propósito al embarcarme en este proyecto no era menospreciar o burlarme de la Biblia, ni tampoco glorificar a sus elementos patriarcales”, explica Evans, “tan sólo abrir un debate sobre el papel de la mujer”.

Para ella, lo mejor del ‘experimento’ ha sido el hecho de aprender sobre la oración contemplativa, algo que quiere seguir practicando, así como conocer de primera mano el trabajo de las mujeres en Bolivia, lo que le ha inspirado, asegura, “para vivir con más generosidad”. Y además se ha convertido en una gran cocinera.

Sin cortarse el pelo, llamando ‘señor’ a su marido, sometiéndose a él, aislándose durante la menstruación y poniendo en práctica una actitud piadosa. Así es como ha vivido Rachel Held Evans durante un año, tal y como, literalmente, dicta la Biblia.