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Y tú, inversor, ¿te dejas llevar?
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Y tú, inversor, ¿te dejas llevar?

A pesar del supuesto relajo que suele traer el verano, las noticias económicas nos traen de cabeza este mes de julio. Pero cuando los medios y

A pesar del supuesto relajo que suele traer el verano, las noticias económicas nos traen de cabeza este mes de julio. Pero cuando los medios y los analistas parecen estallar de nerviosismo, es cuando uno más debe mantener la calma.

En este nuevo mundo globalizado, con movimientos de dinero instantáneos, los analistas financieros y los inversores internacionales pueden causar estragos mucho peores que antes. Sobre todo si toman una decisión de desinversión masiva bajo el efecto de una ansiedad desmesurada. ¿Será por esto que el mundo no respira tranquilo desde 2007?

La inmediatez de la información y de las transacciones es un potenciador del problema, pero no es la causa. Los culpables son otros dos factores muy humanos: la naturaleza contagiosa de las emociones humanas y la poca atención que le prestamos a dicho contagio.

El contagio emocional es un hecho que todos podemos comprobar a diario si nos paramos a observarlo. Entrar en conversación, o tan solo compartir un espacio físico reducido con otra persona, nos expone a sus emociones hasta que nos vemos influenciados por ellas como si fuesen nuestras. El desayuno con alguien sonriente y ameno nos relaja, la subida en ascensor con un ejecutivo agresivo nos crispa y quedarnos tirados en un aeropuerto lleno de viajeros frustrados nos devuelve a nuestra infancia más protestona.

Sólo la ignorancia y el complejo de superioridad intelectual nos impiden constatar estos efectos en nosotros mismos. La pregunta no es si cederemos o no a la corriente emocional que nos envuelve, sino cuando. Las personas que suelen observar sus propios estados emocionales aguantan más tiempo sin ceder, pero si no pueden salir del entorno que los contagia, también acaban dejándose llevar.

La mayoría, sin embargo, y en especial los perfiles muy técnicos, creen que esto de las emociones es un cuento chino. Los analistas financieros suelen definirse como objetivos, y muchos de ellos ponen su auto-valoración de sí mismos en sus conocimientos técnicos. Valoran a quienes saben tanto o más que ellos de análisis financiero, e infravaloran a quien no se entera. Precisamente por ello son mucho más proclives a dejarse llevar por corrientes emocionales sistémicas.

De modo que la gente que mueve el dinero en nuestro mundo de hoy peca de completa ceguera ante las emociones colectivas y total inconsciencia respecto de su propio estado emocional. Y por supuesto, lo niegan tajantemente. Cuanto más lo niegan, más vulnerables son a los contagios, y más se entregan a los mecanismos clásicos para evacuar ansiedad: ansiolíticos, drogas, sexo, alcohol y juerga desenfrenada. Cualquier cosa con tal de no enfrentarse a la ansiedad que se come las entrañas.

Por supuesto habrá excepciones a la regla, pero estos pocos inversores y brokers lúcidos mantienen un perfil bajo, huyen de decisiones precipitadas y ganan menos dinero que los demás. No se dejan “engañar por lo aleatorio” como rezaba el libro del mismo nombre, y provocan un impacto minoritario en los grandes flujos globales de liquidez.

Si eres inversor, analista financiero y/o responsable de tomar decisiones en reacción a los mercados financieros, mi consejo es que empieces a prestar mucha más atención al nivel de ansiedad que sientes en cada momento, y aprendas a ‘desenchufarte’ de la corriente cuando sube la fiebre de los mercados.

Es tan sencillo como asociarle una puntuación a tu estado de ansiedad diariamente o a diferentes momentos del día. Al poco tiempo reconocerás claramente cuando ya no razonas con la frialdad que requieren tus decisiones, y podrás establecer mecanismos de reducción: desde ejercicios de respiración hasta rutinas de deporte, cambios de actividad o paseos por un parque aislado. Hay muchos libros sobre esto.

Mi segundo consejo es prestar atención a la ansiedad que te generan las personas, las noticias y los eventos. Twitter es el mejor inflador de ansiedad sistémica que existe. Cuando más nervioso está un colectivo, más mensajes genera, sigue, responde. Y cada mensaje contagia más ansiedad a sus receptores. A menos que cada receptor tome note de que le acaban de pegar una ansiedad poco útil y se la quite de encima. Desenchufarse del ruido de los mercados cuando estos están histéricos es una medida de auto-protección.

Yo entiendo que en el mundo del dinero esperar para actuar puede salir muy caro. Pero precipitarse en cadena detrás de los demás puede salir tan caro o más.

No puedes anticipar el futuro. Solo puedes asegurarte de que tomas cada decisión con la cabeza bien fría. 

A pesar del supuesto relajo que suele traer el verano, las noticias económicas nos traen de cabeza este mes de julio. Pero cuando los medios y los analistas parecen estallar de nerviosismo, es cuando uno más debe mantener la calma.