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La mirada del líder
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La mirada del líder

Los ojos son el espejo del alma, y no te imaginas hasta qué punto delatan a los jefes de nombre que en realidad no rellenan su

Los ojos son el espejo del alma, y no te imaginas hasta qué punto delatan a los jefes de nombre que en realidad no rellenan su puesto. Me sorprende hasta qué punto muchos grandes referentes mediáticos no son capaces de sostener la mirada. ¿Tienen entonces alma de líder?

Es muy sencillo. El concepto de liderazgo nos viene heredado del mundo animal, en el que toda manada de mamíferos se organiza a las órdenes de un jefe. Y para esto no hace falta discutir. Entre mamíferos el liderazgo se expresa al andar, cazar, elegir cama y pareja. Entre los humanos el comportamiento expresa mucho también, pero la mirada es clave.

Los susurradores de perros, por ejemplo, hablan mucho de la postura corporal de los dueños a la hora de transmitirles su superioridad jerárquica a sus caninos. Espalda erguida y relajada, paso seguro y voz autoritaria sin ser rígida son señales que el animal entiende espontáneamente y que obedece sin excepción. Las palabras le entran por un oído y le salen por el otro. Pero el conjunto de señales corporales le dejan claro quién está por encima de quién.

Entre humanos, por mucho que nos cueste admitirlo, también. La decisión de quién lidera a quién se toma en los primeros segundos de contacto, mucho antes de que el discurso brillante secuestre al intelecto. La llave está en el intercambio inconsciente que promueve la mirada.

El primero que desvía la mirada, o la aparta, es el más débil. Precisamente es uno de los gestos corporales más difíciles de fingir. Si limar los nervios de nuestra voz nos cuesta tanto, imagínate manipular nuestros ojos. El peso del inconsciente es tal sobre la mirada que uno puede obligarse a sonreír con la boca, pero no puede alegrar los ojos tristes o enfadados que la acompañan.

Incluso si consigues mantener tus ojos fijados en la nariz de tu oponente, aunque sólo sea para comprobar qué efecto os produce a ambos, tu inseguridad se plasmará en un vacío ocular que tu oponente reconocerá intuitivamente. Aunque ninguno de los dos lo hable o lo piense abiertamente. Los dos lo sabréis en el fondo más inconsciente de vosotros mismos.

Quizás surja algún nuevo mago por ahí que se ponga a entrenar a los directivos en poner miradas de jefazo. Pero yo no me creo que uno pueda fingir una mirada durante mucho tiempo. Es como el juego de la risa de los niños, o el viaje hacia la intimidad de los amantes. Una vez que enfocas el ojo en el ojo ajeno, ya no controlas los mandos, y las emociones te sacuden el cuerpo desde el interior. O te ríes con complicidad, o te apartas con miedo, o te escondes tras máscaras vacías que ocultan heridas y enjuiciamientos.

Ponerte delante de un equipo o una sala llena de directivos es la prueba definitiva de tu capacidad de liderazgo. ¡Cuántas veces lo hacemos sin darnos cuenta de lo poco que lideramos en realidad! Si ese equipo tuviese que seguirte a través de un fuego, o a la misma muerte, ¿crees que seguirían a alguien que no les sostiene la mirada con confianza?

Lo mejor que puedes hacer para mejorar tu mirada de líder es precisamente enfocar más los ojos en los demás y observar lo que te pasa cuando lo haces. ¿Cuánto tiempo aguantas? ¿Qué te incomoda? ¿Con quién te resulta fácil y qué tipo de personas o situaciones te ponen nervioso?

La mirada no es la palanca de cambio a modificar, es el indicador resultante de tu propia inseguridad con la autoridad y la jerarquía. Mirar a la gente a la cara te sirve de diagnóstico inmediato e irrefutable: cada vez que te fallen tus propios ojos sabrás que la parte más sabia de ti, la que garantiza tu supervivencia segundo a segundo, no siente que controle la situación.

Y si ya no encuentras nunca a nadie ni nada que te haga apartar la mirada en la vida, o estás oficialmente muerto, o has dejado de ser humano. El liderazgo es un juego por niveles infinito. Siempre quedan nuevos retos por encontrar, mirar y vencer.

Los ojos son el espejo del alma, y no te imaginas hasta qué punto delatan a los jefes de nombre que en realidad no rellenan su puesto. Me sorprende hasta qué punto muchos grandes referentes mediáticos no son capaces de sostener la mirada. ¿Tienen entonces alma de líder?