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Aznar, Moa y la reivindicación de Franco
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Aznar, Moa y la reivindicación de Franco

Pío Moa, José María Marco, César Vidal, Federico Jiménez Losantos: todos forman parte de lo mismo, de ese grupo en el que Aznar se apoyó para

Foto: Aznar, Moa y la reivindicación de Franco
Aznar, Moa y la reivindicación de Franco

Pío Moa, José María Marco, César Vidal, Federico Jiménez Losantos: todos forman parte de lo mismo, de ese grupo en el que Aznar se apoyó para legitimar histórica y políticamente su giro desde el centro (1996) hasta la derecha (2000). Eso es lo que afirma Alberto Reig Tapia, profesor de Ciencia Política en la Universidad Rovira i Virgili, quien acaba de publicar Revisionismo y política (Ed. Akal). En él, Reig recoge buena parte de las discusiones, mediáticas y extramediáticas, que generó su anterior libro, Anti Moa (Ed. B, 2006), y arremete contra “quienes tratan de falsificar la historia” para justificar una deriva personal. “Cuando Aznar cambió de política, encontró mercenarios dispuestos a servirle. Uno de ellos fue Pío Moa, a quien Aznar publicitó diciendo que lo leía, y a quien entrevistaron a bombo y platillo en la TVE de Urdaci. Cosa que no hicieron con los ganadores de los premios nacionales de Historia…”.

Dentro de ese núcleo también estaba “su escriba y biógrafo, José María Marco, quien ha tenido la desfachatez de presentarnos a Aznar como un genuino liberal por convicción desde su mismo nacimiento, ignorando su pasado falangista y sus artículos en contra de la Constitución de 1979. Aznar tiene todo el derecho a evolucionar o a cambiar de chaqueta, pero quien se pretende historiador, como Marco, se debe a la verdad. En otro caso, no puedes evitar que te tomen por un simple palanganero del jefe, siempre a la vera del poder a ver si cae algo”. Y, por último, como parte mediática del grupo, afirma Reig Tapia, estaban “César Vidal, alguien que presenta como obra propia lo que le confecciona un ejército de negros y Losantos, el contramodelo de periodista, el ideólogo de todos ellos, que nos sirve a diario un triste y lamentable espectáculo de demagogia y zafiedad supremas. Todos ellos forman parte de esa plataforma propagandística constituida por la COPE, Libertad Digital, La Ilustración Liberal… 'Libertad, libertad…, cuántos crímenes se cometen en tu nombre'".

Revisionismo y política, no obstante, presta especial atención a Pío Moa, con quien el autor ya ha sostenido réplicas y contrarréplicas públicas, y a quien ha acusado de utilizar la historia como arma política. Aunque Reig afirma que lo que hace Moa “no es más que politiquilla. Es la historia orwelliana de siempre: manipular el pasado al servicio del presente para despejar lo más posible el camino del futuro”. Además, asegura, Moa cuenta con la ventaja de que sus escritos, poco exigentes en lo formal, le permiten llegar mejor al público común. “Los libelos se leen mejor que las tesis doctorales; en el tiempo que se emplea en escribir una de éstas se redactan una docena de aquéllos. Que, además, ni siquiera se tienen que leer, porque sus autores evacuan demagogia a diario desde sus aparatos propagandísticos. Y sus receptores no necesitan más para opinar y descalificar o calumniar al contrario”.

El problema, para Reig, no estriba tanto en las tesis que Moa mantiene como en el lugar que se le permite ocupar en el espacio público: siempre ha habido tesis como las suyas, pero antes se las situaba en lugares residuales del campo intelectual. “Manipuladores y ventajistas dispuestos a hacer negocio los ha habido siempre y siempre los habrá, pero no tenían la pretensión de pasar por historiadores revolucionarios que desvelaban verdades ocultas. Lo que ocurre ahora es que determinada derecha extrema no sólo se niega a abominar de sus concomitancias políticas e ideológicas con la dictadura de Franco y a asumir plenamente los nuevos tiempos democráticos, sino que pretende legitimar ese pasado sobre la base de que a aquella derecha no le quedó más remedio que actuar así pues la izquierda era mucho peor y pretendían implantar aquí un Gulag. Así matan dos pájaros de un tiro: se legitiman históricamente y de paso descalifican a la actual izquierda democrática, a la que no se le ocurre reivindicar a Stalin o a Mao, y que pretenden presentar como similar y tan peligrosa para la democracia como aquélla”.

"Un completo ignorante"

Y es que, en opinión de Reig, la reivindicación plena de Franco asoma por debajo de este revisionismo de la historia patrocinado por Aznar. “No paran de repetir que Franco nos salvó de que España se convirtiera en un satélite soviético, haciendo una traslación de la propaganda anticomunista de la guerra fría a la guerra civil, la cual ya haría a Franco bueno. Pero esas afirmaciones no hacen más que mostrar su enciclopédica ignorancia. La bibliografía especializada rusa de ahora mismo, que trabaja con fuentes primarias en sus propios archivos (Rybalkin, por ejemplo), demuestra claramente que Stalin no contemplaba en absoluto hacer de España su “satélite”, como pretende en su desvarío Moa. ¿Hubiera aceptado Stalin un régimen democrático en Polonia? Pues lo mismo: ¿Hubieran permitido los aliados una dictadura comunista en España? Moa dice admirar más a Franco (y por eso cobra) a medida que lo estudia más, que es justo lo contrario que nos ocurre a quienes sí lo estudiamos. Es un completo ignorante y encima con pretensiones”.

Sin embargo, no parecen vivirse nuevos tiempos para el revisionismo, en la medida que el nuevo talante del PP parece condenarle al ostracismo. Igualmente, resulta previsible que el ruido mediático de la gente que apoyó a Moa, de quienes le dieron cobijo, decaiga. “Perderán influencia y apoyo ahora que toda su cohorte mediática y política de apoyo entiende que ya no es útil la crispación y la manipulación, que tal estrategia política ha dado de sí todo lo que podía dar, y que la conquista del poder exige centrarse. Pero no desaparecerán del todo, del mismo modo que nunca desaparecen la ignorancia, la ingenuidad, los prejuicios, el fanatismo…”

Hay quien mantiene, dentro de la izquierda, que se han tenido demasiados complejos con quienes han utilizado la descalificación y las malas formas como arma política, y que eso ha permitido que ganasen mucho mayor espacio en la sociedad. Que la izquierda no ha estado lista, que ha girado la cabeza hacia otro lado, criticándoles sólo en privado. Así, cuando quisieron reaccionar, ya era tarde.

Sin embargo, Reig afirma que “no hay complejo ninguno por parte de los profesionales de la Historia. Simplemente no están dispuestos a perder el tiempo con naderías historietográficas y son plenamente conscientes de que con panfletarios no se polemiza. Es perder el tiempo. Es un criterio que comparto en gran medida, pero también es cierto que llegué a título particular a un punto de saturación ya inaguantable, y más teniendo en cuenta la cantidad de estudiantes y estudiosos de la historia contemporánea de España que nos echaban en cara nuestro silencio frente a estos propagandistas. En este mundo mediático no es inteligente dejarles el campo expedito a estos profesionales de la calumnia, la tergiversación y la mentira. Pero si la izquierda razonable se pusiera a su nivel dejaría de ser razonable y la vida política se convertiría en un infierno”.

Pío Moa, José María Marco, César Vidal, Federico Jiménez Losantos: todos forman parte de lo mismo, de ese grupo en el que Aznar se apoyó para legitimar histórica y políticamente su giro desde el centro (1996) hasta la derecha (2000). Eso es lo que afirma Alberto Reig Tapia, profesor de Ciencia Política en la Universidad Rovira i Virgili, quien acaba de publicar Revisionismo y política (Ed. Akal). En él, Reig recoge buena parte de las discusiones, mediáticas y extramediáticas, que generó su anterior libro, Anti Moa (Ed. B, 2006), y arremete contra “quienes tratan de falsificar la historia” para justificar una deriva personal. “Cuando Aznar cambió de política, encontró mercenarios dispuestos a servirle. Uno de ellos fue Pío Moa, a quien Aznar publicitó diciendo que lo leía, y a quien entrevistaron a bombo y platillo en la TVE de Urdaci. Cosa que no hicieron con los ganadores de los premios nacionales de Historia…”.

José María Aznar Botella Francisco Franco