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Los primeros pasos de la educación sexual
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EL EROTICÓN

Los primeros pasos de la educación sexual

Desde que una niña o un niño nace, hay ya muchos comportamientos adultos que están favoreciendo o dificultando su educación sexual. Desde el nacimiento, el bebé

Desde que una niña o un niño nace, hay ya muchos comportamientos adultos que están favoreciendo o dificultando su educación sexual. Desde el nacimiento, el bebé aprende cosas sobre sí mismo y sobre su cuerpo. Si el bebé muestra una vulva, es una niña. Si tiene pene, un niño. A partir de este hecho biológico, la madre y el padre, así como los familiares, adoptan comportamientos diferentes con el recién nacido y esperan cosas diferentes para su futuro. Sería conveniente que el trato hacia niñas y niños no les restara posibilidades de desarrollo, sino que les sumara posibilidades. Por ello, sería importante que se tratara a ambos igual y se les dieran las mismas oportunidades.

El recién nacido adquirirá capacidades motoras a lo largo del primer año de vida que le permitirán incluso el desplazamiento autónomo con los primeros pasos. A nivel emocional, el niño/a desarrollará emociones cada vez más precisas (placer, displacer, alegría, ira, tristeza…) asociándolas a determinados acontecimientos, situaciones y personas.

Sus relaciones con su madre y su padre, así como con las personas más allegadas, irán fortaleciéndose, estableciendo lazos afectivos muy fuertes con sus cuidadores principales. Los vínculos de apego con el cuidador o los cuidadores principales, influirán en gran medida en las posteriores relaciones de la niña o del niño, en si se siente digno de ser amado, y en si confía en gustar tal y como es. Si se le transmite al bebé cariño, amor, se le atiende, y se le demuestra que se le quiere tal y como es, se estará contribuyendo también a su educación afectiva y sexual.

El cuerpo de los bebés es también un cuerpo sensible, y recibe con agrado los mimos y las caricias, el contacto físico, tan importante también para desarrollar la idea de que “es querido”. Los bebés muestran una clara sensación de placer con las caricias y los mimos corporales, y de hecho diversos estudios han mostrado que las niñas y los niños que recibieron pocas o muy pocas caricias durante la infancia, muestran un desarrollo físico e intelectual menor que otros que sí las recibieron. La salud emocional y psicológica precisa caricias durante la infancia (también durante el resto de la vida), y los bebés responden claramente con placer las mismas.

Muchos bebés de sexo masculino a veces muestran erecciones espontáneas, y bebés de sexo femenino lubricación y tumescencia de la vulva. Estas respuestas del cuerpo no tienen el mismo significado que en los adultos. Son reflejas o responden a sensaciones agradables (por ejemplo, estar en la cama calentito y a gusto). Por tanto, conviene no darles un significado “adulto”.

Los bebés ya muestran interés por explorar su cuerpo y dentro del mismo también los genitales, como una parte más. Cuando el desarrollo motor del niño y la niña lo permite, observamos también en muchos casos juegos de autoestimulación, en los que niñas y niños exploran deliberadamente sus propios genitales. En estos momentos sería importante empezar a enseñar a la niña y al niño que las caricias en los genitales son algo que se hace en privado (reglas de intimidad), y no en público y delante de todo el mundo. Es más positivo que el niño y la niña aprendan reglas de intimidad, a que aprendan que es algo “malo” y lo hagan furtivamente y con sentimiento de culpa.

Suele ser frecuente con los niños y niñas pequeños y los bebés, realizar juegos de nombres, en los que la madre o el padre nombran diferentes partes del cuerpo y las señala (o el propio bebé las señala). En este tipo de juegos en muchas ocasiones los progenitores excluyen los genitales, no los nombran o los pasan por alto, dando ya indicios al bebé de que esa es una parte diferente al resto del cuerpo, que recibe un trato especial, y que en muchos casos no recibe ni siquiera un nombre oficial (especialmente en el caso de las niñas).

En el caso de las niñas, es muy frecuente que no se le enseñe a nombrar con naturalidad sus genitales, ni las partes que componen los mismos. Tampoco es frecuente que se enseñe a las niñas que su vulva es una parte de su cuerpo bella y hermosa, de la que debe estar orgullosa. Se mantiene un silencio absurdo sobre el clítoris. Por ejemplo, hasta hace poco tiempo la mayoría de los libros de anatomía que se usaban en las escuelas incluía la vagina, pero no hacía la menor mención del clítoris. Por ello, muchas niñas crecen con una gran ignorancia sobre su anatomía genital, y con una imagen negativa de la misma que perjudica sus futuras relaciones de pareja.

La niña y el niño forman poco a poco una imagen de la totalidad de su cuerpo, del valor y la importancia que tiene cada una de las partes del mismo, de su apariencia física, de la opinión que los demás tienen de él, y de los sentimientos que su propio cuerpo inspira en él mismo o ella misma. La imagen corporal, que se va poco a poco conformando, es una parte básica de la autoestima de la persona.

Los silencios y las omisiones con respecto a ciertos aspectos de la erótica también son captados por las niñas y los niños y también son interpretados como un mensaje cuyo contenido puede ser: “Esto no tiene importancia”, o “tiene demasiada importancia para que tú lo conozcas” o “es algo sucio” o “es demasiado malo para mencionarlo”. Algunos niños y niñas en esta edad aprenden a “no preguntar sobre cuestiones sexuales” y por ello, los padres se pierden la ocasión de dialogar con sus hijos e hijas al respecto.

Las preguntas respecto a partes del cuerpo o conductas eróticas, sobre todo las que incluyan los genitales, pueden recibir por respuesta el silencio, los gestos de enfado, el castigo, las risas y bromas, o las explicaciones pacientes de los cuidadores. También determinadas conductas, como las de autoexploración de los genitales, pueden haber sido asociadas con el castigo, el rechazo y lo prohibido; o con las sensaciones agradables y la intimidad.

Ciertos niños (esto es frecuente sobre todo en el caso de las niñas), incluso, han aprendido ya a ignorar sus genitales, a considerarlos una parte del cuerpo que “no debe ser mencionada” ni “tocada”, y en cierto modo, “mala” o “negativa”.

Cuando tienen tres o cuatro años, y comienzan a relacionarse con otros niños y niñas, son frecuentes también los juegos de “médicos”, en los que se exploran unos a otros, y descubren e incluso exhiben sus propios genitales. En principio, son juegos movidos por la simple curiosidad, y sin los fines “eróticos” que los adultos podrían poner en un juego similar.

Con todos estos elementos, comienza, de esta manera, a conformarse ya la historia sexual de la persona. Por tanto, algunas formas de contribuir a que la niña y el niño comiencen bien en la vida en el terreno de la educación sexual, serían: educar por igual a niñas y niños, ofreciéndoles las mismas posibilidades; enseñarle que es amado y querido tal y como es; acariciarlo, abrazarlo y besarlo; enseñarle que los genitales son una parte más del cuerpo, que hay que conocer y cuidar; educarlo en normas de intimidad; hablarle (aunque no entienda todo aún) de nuestra opinión y nuestros valores con respecto a las relaciones amorosas y de pareja; educarlo en tolerancia con respecto a otras formas de entender las relaciones amorosas y de pareja; y, por supuesto, entender que ciertas conductas y juegos de los niños y las niñas no tienen un significado “sexual” similar al del mundo adulto.

*María Victoria Ramírez es psicóloga y sexóloga.

Asociación www.lasexologia.com

Desde que una niña o un niño nace, hay ya muchos comportamientos adultos que están favoreciendo o dificultando su educación sexual. Desde el nacimiento, el bebé aprende cosas sobre sí mismo y sobre su cuerpo. Si el bebé muestra una vulva, es una niña. Si tiene pene, un niño. A partir de este hecho biológico, la madre y el padre, así como los familiares, adoptan comportamientos diferentes con el recién nacido y esperan cosas diferentes para su futuro. Sería conveniente que el trato hacia niñas y niños no les restara posibilidades de desarrollo, sino que les sumara posibilidades. Por ello, sería importante que se tratara a ambos igual y se les dieran las mismas oportunidades.