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Niños hiperactivos, un trastorno del que no hay que asustarse
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Niños hiperactivos, un trastorno del que no hay que asustarse

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (conocido por sus siglas TDAH) existe y no hay que asustarse por ello. Sencillamente, se trata de un

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Niños hiperactivos, un trastorno del que no hay que asustarse

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (conocido por sus siglas TDAH) existe y no hay que asustarse por ello. Sencillamente, se trata de un retraso en la maduración del lóbulo frontal de nuestro cerebro. En España, se calcula que entre el 5% y el 10% de la población infantil padece TDAH, lo que se traduce en uno o dos niños por aula. Son tres los síntomas que pueden darse o no a la vez: la falta de atención permanente (‘estar en la nubes’, dicho familiarmente), excesiva actividad motriz o hiperactividad y la impulsividad (falta del control de la inhibición).

El resultado son unos pequeños descontrolados que desquician a sus padres y profesores y terminan sufriendo fracaso escolar. Si no existe tratamiento, el 50% de estos niños no mejoran y se convierten en adultos conflictivos con frecuentes problemas sociales y laborales. En nuestro país, no se había tenido en cuenta este trastorno hasta hace diez años.

Sin embargo, no todos los especialistas están de acuerdo en los porcentajes. El doctor Marciano Sánchez Bayle, pediatra del Hospital Niño Jesús de Madrid y presidente de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid, estima que existen sobrediagnósticos. “Todo el mundo tiene actuaciones fuera de la norma y la norma depende de los condicionamientos sociales”, explica el doctor, “el TDAH tiene unos límites imprecisos y hay que tener en cuenta factores como la influencia de la televisión, la vida sedentaria de los niños... la falta de ejercicio físico fomenta la hiperactividad y se ha sobredimensionado los diagnósticos”.

Sea como fuere, el TDAH se detecta con mayor facilidad en los niños que muestran hiperactividad, pero es la inatención lo más difícil de corregir. “El problema reside en que el lóbulo frontal no está maduro, es el ‘director de orquesta’ en el cerebro. Se trata de un trastorno frecuente y temporal del que no hay que asustarse... es como si a un niño hay que ponerle gafas, hay que verlo así de normal”, explica el doctor Francisco Montañés, jefe de la Unidad de Psiquiatría Infantil Hospital-Fundación de Alcorcón y autor de una Guía Didáctica para familia, niño y profesores.

A la TDAH existen otros problemas asociados como la conducta desafiante, el trastorno del aprendizaje y trastorno de ansiedad, por ello es necesario un correcto diagnóstico que debe realizar un experto. Javier Gastaminza, jefe de la Unidad de Psiquiatría Infantil de Vall d’Hebron, explica que se realizan exhaustivos estudios neurológicos tanto al niño como a su entorno familiar para determinar exactamente donde reside el problema y aplicar el tratamiento adecuado. Reconoce que niños con los síntomas del TDAH pueden acentuarse con factores ambientales, pero “tiene una base genética”.

El tratamiento consta de dos partes: la farmacológica y la terapia. “Con la primera, que es la más fácil, conseguimos que el niño pueda mejorar y con la segunda, que afecta a la conducta y es la más complicada, conseguimos que el niño quiera”, continúa el doctor Montañés. La terapia es un proceso dificultoso porque necesita la implicación de padres, profesores y terapeuta. La Guía Didáctica, por ejemplo, sirve para que todos los adultos que interactúan con el niño “digan y hagan las mismas cosas, como saber mantener la calma, porque el niño buscará el eslabón débil” para mantener su conducta.

La existencia de un tratamiento farmacológico es la parte que más suele asustar a los padres, sin embargo, los especialistas recuerdan que es algo temporal y que no tiene efectos secundarios como la dependencia o la somnolencia. “Es, sencillamente, un estimulante del lóbulo frontal que está trabajando a bajo nivel. No son sedantes, como para otras patologías del ámbito de la psiquiatría”, continúa Montañés.

El último de los medicamentos lanzados al mercado es ‘Medikinet’ de la empresa española Laboratorios Juste que ajusta los tiempos del efecto para evitar que de la toma no tengan que estar pendientes los profesores. De los fármacos para tratar el TDHA existen varias presentaciones de 12, 8 y 4 horas de duración y se aumenta o disminuye la dosis, según los especialistas, paulatinamente hasta determinar la óptima.

No obstante, pediatras y expertos reconocen que existen algunos efectos secundarios como la pérdida de apetito y cefaleas, “incluso un retraso en el crecimiento pero que es temporal, sólo mientras dura el tratamiento, y, además, se realizan lo que llamamos ‘vacaciones terapéuticas’ en periodos como el verano que no hay clases”.

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (conocido por sus siglas TDAH) existe y no hay que asustarse por ello. Sencillamente, se trata de un retraso en la maduración del lóbulo frontal de nuestro cerebro. En España, se calcula que entre el 5% y el 10% de la población infantil padece TDAH, lo que se traduce en uno o dos niños por aula. Son tres los síntomas que pueden darse o no a la vez: la falta de atención permanente (‘estar en la nubes’, dicho familiarmente), excesiva actividad motriz o hiperactividad y la impulsividad (falta del control de la inhibición).