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Henry Paulson y la virtud de la ortodoxia
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Henry Paulson y la virtud de la ortodoxia

Ha transcurrido un mes desde el nombramiento de Henry Paulson como Secretario del Tesoro en Estados Unidos y desde la perspectiva que da una cierta distancia

Ha transcurrido un mes desde el nombramiento de Henry Paulson como Secretario del Tesoro en Estados Unidos y desde la perspectiva que da una cierta distancia merece la pena que nos detengamos en el por qué de las bondades de su nombramiento, la incidencia que puede tener en corregir los desequilibrios actuales que afectan a la economía norteamericana y, como consecuencia de ello, cómo su actuación puede afectar a los mercados financieros y a la economía en general, objetos ambas de análisis en este valor añadido.

Paulson es un miembro más de la cartera de Goldman Sachs que se incorpora a la Administración norteamericana. De hecho, dirigía el banco de inversión norteamericano desde 1999. Partidario de la ortodoxia macro, infatigable negociador y con muy buenas relaciones en Asia (acumula más de 70 visitas a China), Bush pretende con su nombramiento ajustar el déficit público, corregir el déficit por cuenta corriente en un nuevo marco de interlocución con los principales socios comerciales estadounidenses, preparar el sistema público norteamericano ante la nueva realidad que el envejecimiento poblacional establece para la economía del bienestar y recuperar la confianza en la economía de una población desencantada. Paulson ha hecho siempre gala de su independencia. La hasta ahora falta de autonomía del Secretario del Tesoro puede quedar en el olvido con la llegada de este banquero de inversión. Bush no puede permitirse un nuevo fracaso en esta figura y, aparentemente, ha cedido a las demandas de autonomía del nuevo Secretario del Tesoro.

En definitiva, Paulson llega para aplicar a las cuentas públicas recetas de la economía privada donde los criterios de optimización de ingresos, eficiencia en el gasto, proyección económica a medio plazo y gestión de los recursos escasos convierten a una empresa en superviviente o no. Difícil tarea en un momento en el que el crecimiento económico parece haber tocado techo, la inflación cobra bríos, la política monetaria se acerca a lo restrictivo y el inmobiliario muestra síntomas de ralentización. La política fiscal será el primer y principal eje de su tarea. Una tarea que, aplicada en su ortodoxia, va a encontrar muchos obstáculos en el camino, especialmente por lo que a contención de determinadas partidas presupuestarias (defensa, seguridad) se refiere y al mantenimiento de los recortes fiscales que han caracterizado el gobierno de Bush.

Pero quizá donde la actuación de Paulson vaya a ser más evidente en el corto plazo es en la política cambiaria. Su llegada al puesto ha coincidido con una cierta apreciación del dólar contra el resto de las divisas ayudado por la búsqueda de calidad por parte de los inversores tras la mini crisis de mayo y por la anticipación de mayores subidas de tipos de interés por parte de Bernanke. Justo lo contrario de lo que la corrección del déficit comercial necesita. Su tarea en relación con la divisa irá encaminada a resolver dos grandes frentes: como banquero de inversión, lograr el equilibrio entre la libertad de fluctuación del dólar y una previsible menor demanda de los americanos que disminuirá por sí sola las compras de bienes de importación; como estadista, establecer un marco de cooperación con China no sólo a nivel relación de intercambio de las monedas (la globalización hace que cualquier producto chino más caro sea inmediatamente sustituido por uno equivalente fabricado en otro lugar) sino a nivel de intercambio comercial con una floreciente clase media china que puede ser un enorme consumidor de los bienes americanos de exportación.

Paulson, además, se enfrenta a un último reto: el proteccionismo que recientemente han mostrado lo legisladores norteamericanos frente a lo que se podrían considerar como activos estratégicos. El boicot a la gestión de Dubai Ports de los puertos estadounidenses no es sino un botón de muestra de ello. Ferviente creyente en la globalización, Paulson deberá emplear sus mejores artes para convencer a los miembros de las cámaras de que éste es un proceso sin vuelta atrás y que, cualquier paso en falso que se dé, puede provocar inmediatas e importantes consecuencias. Baste recordar el impacto que sobre el mercado tuvo una pequeña conversión de la reservas de los Emiratos de dólares a euros.

Paulson no lo tiene fácil pero su track record le avala. Firmeza en la gestión de las finanzas públicas con aplicación de criterios empresariales; sensatez en el desarrollo de la política cambiaria a través del acuerdo y no del choque; apertura de la economía americana a los fenómenos de globalización mundial serán los tres ejes de su política. El que sea market friendly o no, mal que le pese, no dependerá sólo de él. De momento, su compromiso con el medio ambiente, una faceta desconocida pero real, trae un soplo de aire fresco a todos. Sólo si logra cambiar la mentalidad de Bush en relación con Kyoto o el cambio climático, habrá merecido la pena. El Señor seguiría obrando milagros. Buena semana a todos.

Ha transcurrido un mes desde el nombramiento de Henry Paulson como Secretario del Tesoro en Estados Unidos y desde la perspectiva que da una cierta distancia merece la pena que nos detengamos en el por qué de las bondades de su nombramiento, la incidencia que puede tener en corregir los desequilibrios actuales que afectan a la economía norteamericana y, como consecuencia de ello, cómo su actuación puede afectar a los mercados financieros y a la economía en general, objetos ambas de análisis en este valor añadido.