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Cambié mi iPhone por el Nokia 3310 (y no es para mí, ni para mi madre)
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ya a la venta por 59 euros

Cambié mi iPhone por el Nokia 3310 (y no es para mí, ni para mi madre)

Es (casi) indestructible, muy ligero y su batería es una bendición. Pero en la era del 4G, las redes sociales y la mensajería, un teléfono como este tiene muy poco sentido

Foto: Foto: Carmen Castellón.
Foto: Carmen Castellón.

Parecía que sí. Cuando HMD, la firma que se ha hecho con los derechos de Nokia en todo el planeta, presentó el 3110 en el pasado Mobile World Congress, una mezcla de expectación y nostalgia se apoderó de nosotros. 'Indestructible', 'el móvil de la serpiente', 'una batería que aguanta una semana'... las loas se agolpaban frente al teléfono aunque cuando lo tuvimos entre manos ya nos provocó un ligero resquemor. ¿El motivo? La ausencia de conectividad lo convierte, prácticamente, en un 'gadget' simpático para uso en unas circunstancias muy determinadas... y poco más. Y no estoy solo, incluso mi madre (71 años, uno de los perfiles a los que supuestamente le debería encantar este móvil) no ve nada claro esta vuelta atrás.

Todo el apartado estético del Nokia 3310 es puro amor. Y pura nostalgia. El aspecto es prácticamente el mismo que el del teléfono de antaño, aunque ahora ha adelgazado considerablemente y es mucho más ligero, un punto a favor frente a los 'smartphones' que no hacen otra cosa que ganar tamaño con el paso de los años. Y, por supuesto, su batería no tiene parangón frente a la competencia.

Si esto fuera una 'review' al uso, podríamos hablar de miliamperios, comparar con otros modelos similares en la gama Android o tratar de trazar un paralelismo con Apple. No tiene ningún sentido. Digamos que hace cinco días que cargué el teléfono y con un uso muy discreto durante estas jornadas, todavía tengo más de la mitad de la pila disponible.

placeholder Foto: Carmen Castellón.
Foto: Carmen Castellón.

Ese uso discreto revela uno de los motivos por los que el Nokia 3310 de 2017 no nos ha convencido en Teknautas pero tampoco ha convencido a ese público al que pretende dirigirse. Estamos ante un teléfono muy básico para llamar, enviar SMS y poco más. Sí, es cierto que tiene conectividad Bluetooth y que se puede acceder a la red, aunque es tan enrevesado para el usuario de a pie que no somos capaces de ver quién querría conectarse a internet a través de un 3310... pudiendo hacerlo con un 'smartphone'.

Más allá del nombre y de que el aspecto es muy similar, poco queda del antiguo 3310. Si bien el teclado se mantiene igual, hay ligeros cambios en los botones para moverse por la interfaz, el de atrás o el que abría el menú. Comprensibles si tenemos en cuenta que aportan mejoras desde el punto de vista de la experiencia de uso. Pero ahí acaban las mejoras. La nostalgia aplicada a la tecnología funciona a la perfección cuando ese viaje al pasado no conlleva ninguna incomodidad. Una partida al 'Street Fighter 2', por ejemplo, sigue siendo una experiencia cuasi calcada a la del verano de 1991. Cuando trasteas con el 3310, tu sensación es diferente ya que no haces otra cosa que echar de menos tu teléfono actual.

La nostalgia funciona cuando la experiencia, disfrutada en el presente, se mantiene intacta. No es el caso del Nokia 3310

Volvamos a la conexión a la red. El teléfono no tiene wifi, por lo que es necesario tirar de Bluetooth para acceder a la red. Y aquí viene el primer problema para un usuario de iPhone que quiera hacer la broma y utilizar el terminal como un segundo dispositivo: no es capaz de enlazarse con el teléfono de Apple. Cada vez que lo intentamos, el mensaje es el mismo: "Conexión Bluetooth cancelada". Que no haya conexión 3G limita al teléfono a dos vías de comunicación: llamadas y mensajes de texto. Y la pregunta, en 2017, es hasta ridícula: ¿quién se comunica todavía mediante SMS?

Serpiente descafeinada

El regreso de la serpiente es otro de los reclamos del 3310. Cuando lo probamos, sucede una curiosa reacción que demuestra muy a las claras cómo han cambiado los tiempos en la telefonía, ya que el primer impulso pasa por interactuar directamente con la pantalla como si fuera táctil. No lo es, y no es el único chasco que nos llevamos en este momento, porque la serpiente ha sido rediseñada, a cargo de Gameloft, y el resultado no tiene el carisma de antaño.

No nos volvamos locos, la serpiente era un juego muy sencillo que aprovechaba muy bien las capacidades de la máquina y que está grabado a fuego en nuestro subconsciente por motivos muy concretos. Era un pasatiempo que ayudaba a matar horas en clase pero hoy no aguantaría una revisión concienzuda, como sí le podría suceder a Tetris. Si, además, nos enfrentamos a una versión remozada que ha perdido la esencia del original, el chasco es doble, ya que ni siquiera vale para alimentar la nostalgia.

Es más, es casi una bendición que no haya WhatsApp porque hablar con cualquier contacto con esa interfaz es una experiencia terrorífica.

Aunque no hemos logrado conectarnos a la red, lo que habla de las carencias que tiene el teléfono incluso para un usuario habituado a la tecnología de consumo, tenemos constancia de que se pueden utilizar redes sociales (Facebook, Twitter) en el teléfono. No se nos ocurre quién querría dar rienda suelta a sus perfiles sociales con el antiguo teclado. Es más, es casi una bendición que no haya WhatsApp porque hablar con cualquier contacto con esa interfaz es una experiencia terrorífica.

¿Es de verdad indestructible?

Si en algo sí que ha pasado la prueba del algodón, es en la resistencia. Aunque luce algo frágil, y la parte trasera parece que se va a romper cuando la sacamos para insertar la SIM, es cierto que el teléfono ha aguantado varias caídas sin despeinarse ni hacerse el más mínimo rasguño. ¿La pantalla? Aquí sí que ha sufrido una ligera marca al compartir bolsillo con las llaves de casa.

En definitiva, el 3310 nos recuerda que no toda la nostalgia es buena. Que sí, que el teléfono en su día fue un 'hit' y que todos lo recordamos con mucho cariño. Para muchos fue el primer teléfono (en mi caso, fue un 5110), para otros un infatigable compañero de batallas en los tiempos en los que los SMS eran lo más parecido a ligar por Tinder. Hoy, un 3310 tiene poco sentido, máxime cuando un Nokia 150 tiene las mismas prestaciones y es más barato.

No sin mi WhatsApp

Vale, esto no es para mí. Pero ¿qué hay de la gente que no necesita todas las distracciones de un 'smartphone' moderno? ¿Qué hay de padres, tíos, cuñados y abuelos? Tampoco.

"Mamá, ¿lo quieres?", inquiero a mi santa madre vía WhatsApp con una foto del Nokia 3310. "Pero ese teléfono es antiguo, ¿no?", me responde. Después de explicarle que es una reinvención del original —no nos engañemos, fuera de los círculos 'techies' es complicado encontrar a gente impaciente por el lanzamiento del terminal—, me queda más que claro que no le interesa lo más mínimo.

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"Si solo es para llamar y para mandar SMS no me interesa. No sabría estar sin mi teléfono de ahora si no tiene internet", sentencia. Y esa es una de las claves del 3310, incluso para el público menos 'moderno': la ausencia de conectividad por sí misma lo convierte en un teléfono poco apetecible. No es la única persona a la que no le convence.

Paramos por la calle a Dolores Castilla, vecina del madrileño barrio de Adelfas, y aunque le gusta su aspecto, lo descarta por una razón muy sencilla: "¿Dónde está el WhatsApp? Porque entonces no me atrae nada". Y aunque el teléfono le gusta porque "tiene las teclas grandes y pesa poco", lamenta que la pantalla no sea táctil: "No se puede mover con el dedo". Poco más que añadir.

Parecía que sí. Cuando HMD, la firma que se ha hecho con los derechos de Nokia en todo el planeta, presentó el 3110 en el pasado Mobile World Congress, una mezcla de expectación y nostalgia se apoderó de nosotros. 'Indestructible', 'el móvil de la serpiente', 'una batería que aguanta una semana'... las loas se agolpaban frente al teléfono aunque cuando lo tuvimos entre manos ya nos provocó un ligero resquemor. ¿El motivo? La ausencia de conectividad lo convierte, prácticamente, en un 'gadget' simpático para uso en unas circunstancias muy determinadas... y poco más. Y no estoy solo, incluso mi madre (71 años, uno de los perfiles a los que supuestamente le debería encantar este móvil) no ve nada claro esta vuelta atrás.

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