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Los 'cazadores' de pisos ilegales de Airbnb: "Yo he denunciado a mi vecino"
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VECINOS, COMPETIDORES ILEGALES Y HOTELES

Los 'cazadores' de pisos ilegales de Airbnb: "Yo he denunciado a mi vecino"

En Barcelona hay una guerra abierta (y a veces bastante sucia) contra los pisos turísticos ilegales. Hablamos con varias personas que han denunciado a los que hacen negocio con ello

Foto: El barrio de la Barceloneta, uno de los más afectados por los pisos turísticos ilegales anunciados en páginas como Airbnb o HomeAway. (Reuters)
El barrio de la Barceloneta, uno de los más afectados por los pisos turísticos ilegales anunciados en páginas como Airbnb o HomeAway. (Reuters)

Desde hace unos meses, en Barcelona se libra una dura batalla en varios frentes: por un lado está el ayuntamiento, que ha declarado la guerra a los pisos turísticos ilegales; por otro, los vecinos, que también luchan contra este tipo de prácticas y el turismo que conllevan, y, por último, las páginas web como Airbnb o Homeaway, que albergan gran parte de dichos apartamentos ilegales.

Foto: Foto: EFE/Marta Pérez.

El último episodio ha llegado este verano con un nuevo motivo de disputa: la carta que el consistorio está enviando a los vecinos de Barcelona en que les anima a denunciar de manera anónima a los posibles pisos que estén siendo alquilados de manera ilegal. Muchos no se lo han pensado dos veces.

"He denunciado a mi vecino"

Teresa (nombre falso) es una joven del barrio de Sarriá que hace algo menos de tres semanas denunció a su vecino. "Es una situación insoportable", cuenta a Teknautas. "Uno de los vecinos lleva tres o cuatro años alquilando su piso a turistas de manera ilegal. Todos los pisos damos a una especie de pasillo interior, como el de una corrala, así que imagínate el escándalo que se monta todas las noches. Porque no hay día que ese piso no esté alquilado, ¿eh?".

Ella entiende que ruido e ilegalidad no tienen por qué ir ligados, pero sí cree en la correlación: "En un piso legal también te puede entrar gente que arme fiestas, pero ten en cuenta que este hombre no paga a Hacienda ni un duro de todo el dineral que se lleva, así que puede alquilar su piso muy barato. Y si alquilas un piso muy barato, el turismo que viene es el que es: borrachera, fiestas, música por las noches... varias veces —aunque no siempre— hemos tenido hasta peleas", asegura.

"Manda narices que todos los vecinos estemos sin descansar para que este tío se forre. Y encima, sin declarar ni un euro"

Para ella, la decisión estuvo clara: "No me gusta ser la 'cortarrollos' de nadie, pero es que manda narices que todos los vecinos estemos sin descansar para que este tío se forre sin aparecer por el piso, solo para dar las llaves. Y encima, sin declarar ni un euro".

Por el momento, la actividad ha ido cesando: "Sé que han venido tres veces del ayuntamiento y hace semana y pico que por aquí no aparece nadie: o le han multado o al menos ha dejado de alquilar por un tiempo".

256 cierres y multas de 30.000 euros

Hace tiempo que la disputa entre unos y otros bandos en la ciudad ha tornado en una guerra. Las webs piden dos cosas: en primer lugar, no ser ellas (sino las administraciones) las encargadas de cotejar qué pisos son legales y cuáles ilegales; en segundo lugar, que dichas administraciones creen un marco legal que ampare el 'home sharing', es decir, a las personas que no alquilan viviendas completas, sino habitaciones sueltas dentro de la vivienda en que ellas mismas viven a diario.

Sin embargo, no hay equilibrio entre las partes. Hace tiempo que el consistorio de Barcelona les declaró la guerra a los pisos ilegales de alquiler y a las webs en las que se anuncian, ya fuera multando a los propietarios o a las propias páginas.

El ayuntamiento abrió una web para denunciar de manera anónima los pisos turísticos ilegales

Pero ¿cómo va a saber un habitante de Barcelona si el piso que alquila su vecino es legal o ilegal? Consultando el registro de pisos de alquiler turístico que ha habilitado el ayuntamiento. Y si la vivienda en cuestión no aparece en ese listado, emitiendo dicha denuncia mediante un formulario web.

La cosa, por ahora, parece haber sido fructífera. Solo en el mes de agosto, Barcelona ordenó el cierre de 256 pisos turísticos ilegales que, además, están recibiendo una multa de 30.000 euros que podría subir hasta los 600.000 euros en caso de que el propietario de la vivienda reincida en su práctica.

De los 256 pisos cerrados, 234 fueron detectados gracias a las denuncias anónimas a través de la web y a los 22 empleados públicos que, a modo de visualizadores, comprueban las licencias de los pisos investigados.

Ilegales denunciado a ilegales

A estas alturas, hay una cosa que nos queda clara: en Barcelona se ha instaurado cierta batalla para acabar, de un modo u otro, con los pisos ilegales de alquiler turístico. Lo que no sabíamos era que nos encontraríamos con el colmo de los colmos: piratas denunciando a piratas. Es decir, propietarios de pisos ilegales denunciando a otros ilegales para quitarse de encima a la competencia. Una circunstancia que recrudece aún más la batalla, que ya alcanza cotas de guerra sucia.

Gracias a Vanessa, la pirata que gana 3.200 euros al mes alquilando 14 pisos, entramos en contacto con Pau (nombre falso), un catalán de mediana edad que en las últimas semanas ha denunciado a varios 'colegas de profesión' con un único fin: quitárselos de en medio.

Pau tiene un piso ilegal y denuncia a otros dueños de pisos ilegales... para quitarse competencia

"El Ayuntamiento de Barcelona no da abasto", nos cuenta, "todos los días tienen a funcionarios yendo a pisos denunciados para pedir las licencias de alquiler. Si no las tienen, se abren unos procedimientos, se hacen nuevas visitas y, al final, les puede caer la multa y tienen que dejar de alquilar su piso. Como los hoteles están jugando sucio y nos están denunciando, yo hago lo mismo: denunciar a otros propietarios".

Pau tiene (o eso cree) una salvaguarda: "Que yo lo hago porque otros me lo han hecho a mí, ¿eh? Yo tengo dos pisos, me han denunciado uno y he tenido que dejar de alquilarlo por si acaso. Aquí todos los que tienen pisos ilegales están denunciando a los demás, así que no voy a ser yo el único tonto", afirma.

"No soy ilegal, alquilo el piso en el que vivo"

En este recorrido, nos encontramos con algún perfil más que nos muestra el complejo dibujo de toda esta situación. Pastora (nombre falso) es una joven barcelonesa que, desde hace un tiempo, ha decidido pasarse al 'home sharing'. Es decir, ella no alquila su casa entera y se desentiende, sino que alquila una habitación de la vivienda en la que ella misma reside.

A ella la denunció uno de sus vecinos: "Un día, a las 10 de la noche, se plantaron en mi casa unos funcionarios para pedirme la licencia de alquiler turístico. Les dije que no la tengo, pero que tampoco la necesito: yo estoy alquilando una parte de mi piso, sigo viviendo aquí, soy responsable de todo lo que pasa en mi vivienda".

A Pastora le molesta lo que, para ella, es una persecución: "Si comparto mi casa, es porque estoy en paro y tengo que pagar las facturas. ¿Quién puede pensarse que me voy a forrar con esto? Es mi casa y cada equis días la comparto con gente distinta: no hay que ser muy listo para saber que para mí no es lo más cómodo del mundo. Me parece estupendo que se persiga a los que alquilan pisos enteros, pero no a gente como yo".

"Que vayan a por el que pone pisos enteros, pero yo alquilo una habitación del piso en el que vivo"

Algo similar le ha ocurrido a Liviana (nombre falso): "Hace unos años me divorcié y me quedé con una hipoteca enorme que tenía que pagar. Yo trabajo, pero aun así necesitaba más ingresos, y por eso entré en el 'home sharing'".

A Liviana también la denunció una vecina: "Dice que hay ruido y fiestas y que no se puede descansar, y es falso. ¿Cómo va a haber fiestas, si es donde vivo yo? ¡Si es la casa de mi hipoteca! ¿Cómo voy a dejar que entre gente que va a armar follón? En mi casa las normas las pongo yo, y aquí nunca ha habido un solo problema".

Los casos de Pastora y Liviana son algo más complejos. La legislación sobre alquiler turístico es escasa y (quizás) algo confusa en los temas que rodean a las plataformas de internet, pero deja algo claro: si una persona quiere alquilar una vivienda entera, tiene que estar dada de alta para dicha actividad. Pero ¿y si la persona decide seguir viviendo en su casa, pero opta por alquilar una habitación de manera periódica? Aquí poco o nada dice la ley, con lo que estas situaciones se encuentran en un terreno que, más que ilegal, sería alegal.

Los ilegales pasan al contraataque

Al final, el clima es de una tensión tal que una parte —más minoritaria que mayoritaria— de los dueños de pisos turísticos ilegales ha decidido dejar de verlas venir, abonarse a la acción y pasar al contraataque. Durante el último mes, en Barcelona han ido apareciendo una serie de cartas anónimas en las que distintos dueños de pisos ilegales animan a los demás a boicotear la web de detección de alquileres ilegales para que deje de ser operativa.

Algunos dueños de pisos ilegales pretenden llenar la web del ayuntamiento de denuncias falsas

¿Y eso cómo se puede hacer? Llenando la web de denuncias falsas, haciendo que los visualizadores del Ayuntamiento de Barcelona acaben yendo a viviendas en las que viva una familia corriente y moliente.

La iniciativa no ha pasado desapercibida, desde luego: tanto Airbnb como la Asociación de Vecinos y Anfitriones de Barcelona (ViA), que representa a barceloneses que comparten sus hogares con turistas, se han apresurado a desmarcarse de tales acciones.

Kelly, la ilegal 'cazada' por los vecinos

Entre tanto, otros agentes contrarios al alquiler ilegal optan por métodos de denuncia menos ortodoxos. Kelly, una usuaria de Airbnb que ofrece su piso de Barcelona a turistas, lo sabe mejor que nadie.

Hace pocos días, Kelly reservó su apartamento y se dirigía hacia él, en el Barrio Gótico de la ciudad, para encontrarse con las personas a las que se lo alquilaría. Sin embargo, se llevó una desagradable sorpresa: cuando llegó, a los visitantes esperados había que sumar alguien más: el personal del Ayuntamiento de Barcelona, que había acudido a la entrega de llaves para solicitarle a Kelly una licencia de piso habilitado para el alquiler turístico de manera legal. Una identificación que Kelly no ha tenido nunca.

Había sido 'víctima' de una trampa: en realidad, sus aparentes inquilinos pertenecían a Assemblea de Barris per un Turisme Sostenible (ABTS), un colectivo que lucha por denunciar la proliferación de viviendas de alquiler turístico ilegal y que, a la par que había reservado el apartamento, había denunciado a su propietaria por hacer negocio al margen de la ley.

Hasta 12 viviendas en alquiler ilegal

Y es que en realidad, según la información recabada por la ABTS, la tal Kelly no recurre a Airbnb para alquilar una habitación de su domicilio particular, sino que tiene hasta 12 viviendas que pone a disposición para su alquiler (siete de ellas en la misma finca). Y ninguna de ellas, por cierto, aparece en el registro de pisos turísticos legales habilitado.

Esta vez se ha tratado de una caza 'in fraganti', pero es evidente que el colectivo de vecinos no puede permitirse el coste de alquilar un apartamento para pillar a su dueño. En otras ocasiones, la localización de pisos ilegales consta de dos pasos: en primer lugar, y por las fotos que ofrece el anuncio de Airbnb, intentar localizar la dirección exacta del inmueble.

Por otra, analizar las reseñas que otros usuarios han hecho sobre dicha vivienda, con lo que podrán obtener una fecha aproximada a partir de la cual el piso está siendo alquilado de manera ilegal.

Para la ABTS, la cosa está clara: "Airbnb sabe qué pisos tienen licencia y cuáles no, pero prefiere no hacer distinciones para poder explotarlos todos, aumentando así su provecho".

"Los hoteles son los que más denuncian"

Al hablar con todas las fuentes para este reportaje, hay una frase que se repitió de manera constante: "Los hoteles y los pisos turísticos legales son los que más denuncian". Según nos cuenta Teresa, la barcelonesa que ha denunciado a su vecino, "se habla mucho de los ciudadanos, pero la mayoría de denuncias las hacen los hoteleros y propietarios legales. Y me parece estupendo que lo hagan, pero que nadie se piense que somos los vecinos los que más denuncian. Yo conozco a mucha gente hasta las narices de los pisos de sus vecinos, pero nadie denuncia. Ese trabajo lo hacen los legales, porque ven que pierden dinero".

Llamamos a un pequeño hostal de Sarriá que, nos aseguran, ha convertido las denuncias casi en un modo de vida. La respuesta es casi automática: "No, no, no, no, no. Nosotros no denunciamos. Nos parece muy bien que se haga, pero no tenemos tiempo para ponernos a hacer eso. Es el ayuntamiento el que tiene que encargarse de eso, no nosotros".

"El trabajo sucio no lo hacemos los vecinos, sino los hoteles: ellos son los que más denuncian"

Probamos a llamar a otros dos hostales elegidos al azar, aunque con un perfil más o menos concreto: tamaño mediano, con precios algo superiores a los de un apartamento modesto en Airbnb y localizados en zonas turísticas de Barcelona. El modelo de respuesta es casi idéntico: nadie ha puesto una sola denuncia, pero todos conocen a 'otros' que sí. Y en ese conocimiento, narran las acciones con un grado de detalle que, francamente, sorprende.

"Si es muy fácil eso", nos cuenta un empleado por teléfono. "Si trabajas en un hostal, te conoces el barrio y enseguida sabes quién está alquilando un apartamento. Con que te fijes un poco y preguntes, enseguida te enteras del piso y hasta de la puerta. Luego te vas al buscador del ayuntamiento y, si el piso no está ahí, lo denuncias y vienen a comprobarlo".

Airbnb: "Que se regule el 'home sharing"

Desde Airbnb reclaman lo mismo que Pastora y Liviana, las dos 'homesharers' denunciadas: "Se necesita una regulación que permita que los particulares puedan alquilar el propio hogar, un marco legal para los particulares distinto al de los profesionales. Airbnb es parte de la solución a muchos de los retos que se plantean las ciudades y las administraciones, ya que empodera al ciudadano y reparte los beneficios del turismo y los visitantes más allá de las zonas turísticas habituales, consiguiendo que lleguen a las familias y los comercios", asegura la compañía.

Y es que, en su opinión, "las leyes actuales son confusas, dañan a las familias de clase media en beneficio de los operadores comerciales y ralentizan la innovación en la ciudad. Barcelona necesita reglas claras que distingan a los profesionales de los particulares y el 'home sharing' de las malas prácticas".

La visión de Airbnb, sin embargo, es contraria a la de la ABTS: "Airbnb simula que su perfil de anfitrión es el de una persona con dificultades para llegar a fin de mes o pagar la hipoteca, pero la gran mayoría de anuncios corresponde a estos grandes propietarios".

La situación, en definitiva, es muy complicada, mucho más de lo que cabría pensar. Las posturas no solo están enfrentadas, sino que además parecen irreconciliables. Pisos legales, pisos ilegales, hoteles, plataformas, vecinos, administraciones públicas... Una serie de agentes que están librando una lucha que, en demasiadas ocasiones, ha dejado de ser una batalla campal para convertirse directamente en guerra sucia.

Desde hace unos meses, en Barcelona se libra una dura batalla en varios frentes: por un lado está el ayuntamiento, que ha declarado la guerra a los pisos turísticos ilegales; por otro, los vecinos, que también luchan contra este tipo de prácticas y el turismo que conllevan, y, por último, las páginas web como Airbnb o Homeaway, que albergan gran parte de dichos apartamentos ilegales.

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