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El motivo por el que a Apple cada vez le cuesta más innovar: su secretismo
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"No han presentado nada nuevo en 4 o 5 años"

El motivo por el que a Apple cada vez le cuesta más innovar: su secretismo

El hermetismo, buque insignia de Apple, está causando problemas a la compañía. Cada vez le cuesta más desarrollar productos innovadores

Foto: La compañía cimenta su éxito en los productos más exitosos.
La compañía cimenta su éxito en los productos más exitosos.

El público aficionado a la tecnología, y especialmente los más entusiastas de los productos de la manzana mordida, espera expectante la llegada del iPhone 7 que, según las predicciones, tendrá su gran lanzamiento en septiembre de este año. Distintas filtraciones —esto con Jobs no pasaba— han ido dando pistas sobre las nuevas características del dispositivo. Una cámara trasera con doble lente, una pantalla más grande y la eliminación de la entrada jack de audio serían, según la rumorología, los cambios más relevantes de un modelo que no parece que vaya a introducir grandes innovaciones.

Foto: Si los rumores aciertan, la apariencia del nuevo iPhone será muy similar a las del 6 y el 6s. (EFE)

Una vez más, y si los rumores aciertan, Apple se habrá limitado a mejorar o actualizar uno de sus productos estrella, que ya cuenta con una legión de consumidores entregados listos para adquirir el siguiente modelo. Sin embargo, parece que en los últimos años la empresa está teniendo problemas para innovar y cimenta su éxito en la reconversión de sus dispositivos más afianzados.

Distintos analistas han señalado al oscurantismo de la compañía como uno de los grandes culpables de esta falta de innovación. Aficionados a patentar de manera casi compulsiva, con una participación muy escasa y opaca en congresos, contrarios a que sus investigadores publiquen ‘papers’ y fieles adeptos a su política de no revelar nunca en qué están trabajando, Apple es sinónimo de secretismo. Y ese hermetismo que ayudó durante años a que las 'keynotes' y los ‘one more things’ de Steve Jobs fueran objeto de culto le puede estar jugando ahora una mala pasada a la empresa.

Enfrentándose a una caída de las ventas de iPhone y cuestionada por una parte de sus accionistas, Apple va a gastar 10.000 millones de dólares (unos 9.000 millones de euros) en I+D. De hecho, desde 2011, el desembolso de la compañía en esta área ha ido aumentando exponencialmente para pasar de los poco más de 2.000 millones de dólares (unos 1.800 millones de euros) de dicho año hasta la elevada cifra de 2016 que aumenta en un 30% la inversión del año anterior. Como siempre, todo son elucubraciones sobre los posibles destinos que tendrá esta inyección de capital. Realidad virtual y el proyecto Titán —nombre que recibe el supuesto coche eléctrico— serían dos de las apuestas más fuertes.

Pero, a pesar de que su inversión en I+D está aumentando, rompiendo con una tradición de gasto controlado que se remonta a los 80, su método de trabajo y la directriz de no revelar en qué trabajan y de no comentarlo ni siquiera con otros miembros de la compañía ajenos al equipo siguen vigentes.

"El secretismo tiene sus ventajas. La competencia no sabe lo que estás haciendo y puedes organizar grandes ‘shows’, como hace Apple, en los que retiras la cortina y se produce un ‘wow’ ante el nuevo producto", explica a Teknautas Bradford Cornell, profesor de Economía Financiera en el Instituto de Tecnología de California, también conocido como Caltech, y asesor especializado.

"Pero las desventajas son muchas y están creciendo. Yo enseño en Caltech, una de las mejores universidades tecnológicas del mundo, y nunca podría recomendarle de buena fe a uno de mis estudiantes que se fuera a Apple. No puedes discutir tu trabajo, no puedes publicar tus descubrimientos, no puedes presentarlo en congresos o seminarios… Ese no es el tipo de ambiente en el que una mente creativa puede desarrollarse", añade.

Nunca podría recomendar de buena fe que un estudiante fuera a Apple. No puedes discutir tu trabajo ni publicar descubrimientos

La relación de este profesor con la compañía viene de lejos, en concreto de principios de los 70, cuando Cornell era estudiante de posgrado en la Universidad de Stanford, en Silicon Valley. En aquella época conoció a Steve Jobs y a Steve Wozniak y vio el ‘kit’ que reunieron para su primer ordenador. Interesado por sus planes y por la compañía, fue uno de los primeros compradores del Apple II y, cuando salieron a bolsa, adquirió acciones. “Desde entonces he comprado casi todos sus productos, incluidos los más raros como el Apple III, el Lisa, Newton y todos los demás”, señala.

Este experto en economía financiera, todavía poseedor de acciones de la compañía, ha seguido atentamente su actividad y afirma que una de las cuestiones con las que siempre ha tenido un problema —"y que se remonta a la época de Steve Jobs"—, es su obsesión con el secretismo.

"Esta cultura va a ser dañina a largo plazo", asegura. "De hecho, ya les está afectando. Creo que han conseguido tener éxito a pesar de ella y no gracias a ella. Tienen algunos productos geniales como el iPad, el iPhone o el iPod y por ese motivo podían seguir con su política y con los ‘shows’ y todo funcionaba".

No obstante, mantener a los consumidores apartados de sus planes y a los trabajadores obligados a no comentar su trabajo puede dejar de funcionar. “Imagínate que trabajas en el supuesto coche de Apple. ¿Vas a estar cuatro años en secreto total? ¿Cómo vas a rendir en ese ambiente? En mi opinión es muy perjudicial para la compañía, para sus consumidores y para los accionistas. Me gustaría verles cambiándolo”.

Por supuesto, no se trataría de revelar los secretos de sus proyectos ni de dar datos sobre cómo van a fabricar, por ejemplo, el supuesto coche eléctrico, sino de explicar a qué se dedican y permitir que sus investigadores reciban cierto grado de ‘feedback’.

El problema para atraer talento joven

La publicación de estudios científicos es una de las grandes diferencias de la política de la compañía con sede en Cupertino con respecto a la de otras grandes tecnológicas. Facebook, Microsoft y Google respaldan la publicación de los descubrimientos que llevan a cabo sus empleados e incluso recogen las publicaciones en distintos repositorios. En algunos casos, como el de la compañía fundada por Larry Page y Sergey Brin, separados en distintas áreas de forma muy visual. En Apple, en cambio, no está permitido publicar.

Cornell señala que este es uno de los puntos más negativos de toda su política de hermetismo y el que, a la larga, les creará más problemas para atraer talento. "Si un estudiante me dijera que quiere trabajar en una tecnológica grande, tendría que decirle que le echara un ojo a Google, a Facebook o incluso a Amazon, que también tiene un problema con el secretismo, aunque más pequeño. Pero en Apple no sé cómo vas a estar bien. Si la gente joven creativa llega a la misma conclusión va a ser un desastre para la compañía", comenta.

Cornell cree que los jóvenes necesitan que su trabajo esté disponible y contar con la posibilidad de publicar estudios, debatir sus ideas y recibir el ‘feedback’ de otros científicos. "Si no puedes hacer todo eso, ¿cómo vas a mejorar? ¿Qué pasa si estás en el camino incorrecto? Cuando yo escribía un ‘paper’ en Caltech se lo mandaba a todos mis colegas, que me escribían comentarios y me daban su opinión. No disponer de esa opción es una desventaja para ellos y para la compañía".

La negativa de Apple a presentar el fruto de su trabajo en congresos ajenos a la propia empresa y la limitación que impone a sus trabajadores sobre su participación en eventos se suma a la negativa a que publiquen sus avances. Resulta llamativo que, mientras Google y Facebook tienen formularios para que los eventos puedan solicitar la presencia de uno de sus conferenciantes, la compañía de Cupertino limita las apariciones de sus miembros y no ofrece ningún servicio similar.

"Desde la muerte de Steve Jobs, Apple no ha hecho nada realmente nuevo. Han introducido el iWatch, pero que es solo un pequeño iPhone que te puedes poner el la muñeca. Han mejorado el iPhone un poco y le han hecho la pantalla más grande. Pero no he visto ninguna innovación real en los últimos cuatro o cinco años. Y esto está totalmente relacionado con su secretismo y su forma de trabajo", concluye Cornell.

A pesar de todas estas barreras, parece que el escudo de la compañía empieza a tener pequeñas brechas. Junto al ya mencionado aumento del gasto en I+D y la limitada conversión de Swift en un lenguaje de código abierto, Apple ha hecho otro anuncio que supone una apertura en su permanente hermetismo. En la XXVII Conferencia Mundial de Desarrolladores (WWDC por sus siglas en inglés), celebrada en abril, Apple anunció que daría acceso a las joyas de la corona de iOS a través de una serie de API para Siri, iMessage y Maps. Esta posibilidad, ya disponible en la versión beta de iOS 10, supone la primera vez que la empresa renuncia a un poco de su control sobre su sistema operativo, algo que podría indicar un pequeño cambio de rumbo en su política, que, por lo demás, permanece intacta.

Puede que sus recientes anuncios supongan una ligera admisión de que algo falla, o puede que simplemente se trata de abrir una ventana a un aspecto del negocio que no podían ignorar. De momento, la llegada del próximo terminal de la compañía será un buen indicador sobre su capacidad (o incapacidad) para innovar durante los dos últimos años. La próxima 'keynote' podría ser decisiva.

El público aficionado a la tecnología, y especialmente los más entusiastas de los productos de la manzana mordida, espera expectante la llegada del iPhone 7 que, según las predicciones, tendrá su gran lanzamiento en septiembre de este año. Distintas filtraciones —esto con Jobs no pasaba— han ido dando pistas sobre las nuevas características del dispositivo. Una cámara trasera con doble lente, una pantalla más grande y la eliminación de la entrada jack de audio serían, según la rumorología, los cambios más relevantes de un modelo que no parece que vaya a introducir grandes innovaciones.

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