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Obama promete cambiar el mundo
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INVITA A DEJAR ATRÁS UNA ETAPA DOMINADA POR LA AVARICIA Y LA IRRESPONSABILIDAD

Obama promete cambiar el mundo

“Estamos dispuestos a ser de nuevo líderes”. Este es el mensaje clave en el discurso de investidura del ya presidente de los Estados Unidos, Barack ‘Hache’

“Estamos dispuestos a ser de nuevo líderes”. Este es el mensaje clave en el discurso de investidura del ya presidente de los Estados Unidos, Barack ‘Hache’ Obama, como fue presentado ayer en la tribuna del Capitolio. Un mensaje dirigido a una nación herida y desgarrada tras ocho años de mal gobierno de George Bush y a la que promete un nuevo comienzo, ‘the remaking of America’, que no va a ser fácil pero que es posible y, sobre todo, imprescindible. Obama invita a  dejar atrás una etapa dominada por la “avaricia y la irresponsabilidad” y sus palabras son también un mensaje dirigido al mundo, a todos aquellos países que comparten los valores ‘antiguos’ que se convierten en renovados -la decencia y el fair play- en esta nueva página de la historia de los Estados Unidos. En su gran discurso de investidura, Obama promete cambiar el mundo.

 

Sin mencionar en ningún momento a Bush, porque se trataba de ser elegante y respetuoso hasta el final, se ha comprometido a marcar una clara distancia con lo que fueron las prácticas del pasado y comprometiéndose a hacer frente a sus consecuencias: los Estados Unidos siguen en guerra, su economía está muy debilitada y quienes tenían que haber tomado decisiones importantes no lo hicieron. Obama quiere hacer frente a esos desafíos heredados de otra manera, con decisión, pero también con respeto a las herramientas que utilizaron los Padres Fundadores y también sus admirados Lincoln, Kennedy o Martin Luther King: los derechos humanos, el trabajo duro, la tolerancia, la curiosidad, la valentía y la honestidad. Valores morales dejados aparte en la etapa Bush, quien mencionó mucho a Dios y no siempre actuó en consecuencia. Valores que se verán confrontados con la realidad en la era Obama y que tal vez no siempre podrán ser aplicados.

Ni triunfalismo ni partidismo

No ha sido un discurso triunfalista, porque las circunstancias no lo permiten, y porque en estas últimas semanas Obama ha bajado el tono de sus intervenciones. A medida que se acercaba el 20 de enero, el presidente electo se iba convirtiendo cada vez más en un hombre de estado y perdiendo ese aire de frescura y espontaneidad que han enamorado a medio mundo. En esta línea de prudencia, Obama ha recordado que los desafíos son “reales, serios y muchos”, pero también ha dicho que serán combatidos y superados. Al no tratarse de un discurso sobre el estado de la nación, no ha habido una exposición concreta de las medidas a adoptar, pero sí un llamamiento a la unidad y a conservar la esperanza en vez de dejarse llevar por el miedo. Un miedo que Obama quiere combatir recordando a sus ciudadanos que son el país más poderoso de la tierra y que están preparados para seguir siéndolo.

No ha sido tampoco un discurso partidista. Sin renunciar a su ideario demócrata, Obama ha querido presentarse como el presidente de todos los norteamericanos, un presidente pragmático, muy en contacto con la realidad y recordando a sus conciudadanos que su unión –la fusión de blancos y negros, judíos, árabes, católicos y protestantes, homosexuales o heterosexuales, paralíticos o capaces de valerse por sí mismos- va a ser la clave de la victoria final, del renacer del país. Y les ha recordado que no es tiempo de chiquilladas, ni de buscar excusas o de escapismos: ha llegado el momento de remangarse la camisa y de trabajar de verdad para salir del apuro.

Mensaje a los musulmanes: respeto mutuo

Barack Obama no ha querido mencionar nada relativo a las enormes expectativas que hay en torno a su persona. Ha utilizado más el “nosotros” que el “yo” en este discurso, y en esta línea se ha dirigido también al resto del mundo. No ha mencionado la palabra Guantánamo, pero sí ha dicho que los Estados Unidos, bajo su autoridad, no harán uso jamás de la tortura. No ha pronunciado el término “Europa”. Tampoco “Rusia” o “Irán”. Se ha dirigido a los países musulmanes tendiendo la mano y subrayando que las relaciones se deben basar en el respeto mutuo. Ha anunciado que se producirá la retirada responsable de Iraq. Que luchará para pacificar Afganistán y para combatir con eficacia el cambio climático. Su única amenaza en términos feroces ha sido la dirigida contra aquellos que utilizan el terror o métodos antidemocráticos para poner en peligro a todo el planeta: “Os derrotaremos”.

Hace sólo dos años Barack ‘Hache’ Obama era sólo un senador de Illinois. Hoy es no sólo un símbolo de cambio y de esperanza, sino la encarnación de esa nueva América que todos necesitamos. Está condenado a triunfar y, al tiempo, es seguro que cometerá errores y que decepcionará a muchos. Es consciente de su poder, pero también de sus limitaciones. Es un gran orador al que ayer, al jurar el cargo, se le trabó la lengua. Ahora toca pasar de las palabras a los hechos. Desde ayer por la tarde, es ya ‘Historia’ con mayúsculas. God bless him.

“Estamos dispuestos a ser de nuevo líderes”. Este es el mensaje clave en el discurso de investidura del ya presidente de los Estados Unidos, Barack ‘Hache’ Obama, como fue presentado ayer en la tribuna del Capitolio. Un mensaje dirigido a una nación herida y desgarrada tras ocho años de mal gobierno de George Bush y a la que promete un nuevo comienzo, ‘the remaking of America’, que no va a ser fácil pero que es posible y, sobre todo, imprescindible. Obama invita a  dejar atrás una etapa dominada por la “avaricia y la irresponsabilidad” y sus palabras son también un mensaje dirigido al mundo, a todos aquellos países que comparten los valores ‘antiguos’ que se convierten en renovados -la decencia y el fair play- en esta nueva página de la historia de los Estados Unidos. En su gran discurso de investidura, Obama promete cambiar el mundo.

Barack Obama