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"Los políticos supuestamente más 'verdes' tampoco hacen nada por la ecología"
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FERNANDO GONZÁLEZ SITGES REIVINDICA EL PAPEL DE LA CREATIVIDAD EN LA CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZA

"Los políticos supuestamente más 'verdes' tampoco hacen nada por la ecología"

CINEASTA DE ANIMALES Cualquiera que haya

Foto: "Los políticos supuestamente más 'verdes' tampoco hacen nada por la ecología"
"Los políticos supuestamente más 'verdes' tampoco hacen nada por la ecología"

CINEASTA DE ANIMALES

Cualquiera que haya visto una cantidad mínima de documentales de La 2 ha visto con seguridad alguno suyo. El biólogo y zoólogo Fernando González Sitges (Madrid, 1961) lleva veinte años rodándolos. Con ellos pretende aportar, dice, su "pequeño granito de arena" a la conservación. Ha filmado en medio mundo y sus producciones se han visto en las televisiones de la otra mitad, aunque eso no le salva de remar contra un mar, el del audiovisual español, de aguas cada vez más revueltas.

Biólogo especializado en zoología, pero acabaste haciendo documentales. ¿Cómo?

Pues poco a poco (ríe). En la carrera siempre dicen que hay biólogos de bata y biólogos de bota, pero yo creo que además hay una tercera vía, que es la de mirar la biología desde el punto de vista plástico o artístico, por llamarlo de alguna manera. Es biología de bota, claro, de estudiar las cosas in situ, oliéndolas, tocándolas, temiéndolas, pero trayéndote todas esas sensaciones de África, de Alaska o de la Antártida e intentando transmitírselas a otras personas, que es algo cada vez más necesario.

¿Cada vez más necesario?

Sí, porque estamos perdiendo la capacidad de asombrarnos. Antes, hasta hace incluso unas pocas décadas, descubrir la naturaleza era precisamente eso: descubrirla. Pero hoy ya la tenemos muy vista y muy estudiada, en particular en zoología. Para encontrar algo nuevo tienes que dedicarte a investigar las funciones de las proteínas que hay en la antena de un himenóptero de una subespecie... Es muy específico.

¿Y eso es malo?

No, claro que no. Significa que sabemos más cosas. Lo que ocurre es que pierdes la capacidad de maravillarte ante la naturaleza y, al perderla, le pierdes también el respeto. Y eso sí que es malo. Sobre todo para la propia naturaleza.

Y me imagino que también para el documentalista, que se queda sin trabajo

Y sin un gran trabajo. Yo me considero un afortunado por poder hacer lo que hago. Me permite combinar las dos pasiones de mi vida, que son la naturaleza y la creatividad, y eso es un lujo.

¿Un lujo en este país o un lujo en general?

Un lujo en general, pero quizá particularmente en este país. No nos equivoquemos: en España hay mucha, mucha creatividad. Nos va en el carácter, en la sangre. La creatividad consiste en transmitir emociones y para transmitirlas hay que sentirlas primero. En eso los españoles y los latinos en general tenemos mucho ganado, porque somos pasionales, muy de sangre.

¿Entonces?

(Piensa) A España le ocurre con el arte y la creatividad como con la arqueología: que a poco que excaves te encuentras con tesoros casi en cada palmo de suelo. Pero hay que excavar, porque es algo que está castrado o reprimido. Es una cuestión de educación. En este país la creatividad no se valora, para empezar, en los entornos laborales. No se valora en la práctica, en el día a día, que es cuando realmente es necesaria. Celebramos mucho a los grandes genios del arte, por ejemplo, pero si son grandes estrellas o figuras del pasado. En la cotidianeidad no les prestamos atención.

¿Por ceguera?

Seguramente. En las empresas no se percibe como un activo, como algo que puede aportar un beneficio extra. Y los españoles estamos muy acostumbrados a acertar la quiniela los lunes. Eso no vale. Decir que Van Gogh era un genio está muy bien, claro, pero ya da igual. Lo importante, lo necesario, es saber quién es el genio que está hoy, como Van Gogh en su día, a punto de cortarse la oreja de la desesperación.

Resumiendo: que hacer documentales en España, complicado

Lo más complicado de hacer documentales en España es, curiosamente, hacerlos sobre España. Quedan tan pocos animales en sus hábitats y tan poca naturaleza virgen que tienes que pasar meses hasta conseguir una grabación decente. Así que al final acabamos todos en el mismo sitio: en las reservas africanas y en el Serengueti (ríe). Aquí hay tal burocracia y tal cantidad de permisos que rodar en España se convierte en una misión imposible, por tiempo y por dinero.

¿Y vender?

Parecido. No se puede sobrevivir distribuyendo tus documentales solo en España. No se podía ni siquiera hace un años, en la era doradísima del audiovisual, así que imagínate hoy.

¿A qué proporción del share televisivo aspira un documental?

A poca, y eso sí es un mal endémico en nuestro país. Carecemos de cultura de documentales, de programas de divulgación, y la televisión pública, aunque los programa en La 2, cuida poco a sus espectadores, a esos fieles que tienen los famosos documentales para dormir la siesta. Debería cuidarlos más. En este sentido tengo mis esperanzas puestas en la nueva gestión.

Y en que TVE se parezca un poco más a la BBC, que produce unos documentales fabulosos

Sí, y además no los pone a la hora de la siesta, como aquí, sino en prime time. Los anuncian, los promocionan y consiguen que la gente los vea. ¿Porque son buenos? Por supuesto, pero también porque han creado una audiencia aficionada a los docus y a la divulgación, lo que a su vez justifica invertir en nuevos proyectos documentales ambiciosos y producir buenos documentales. Es una pescadilla que se muerde la cola, y eso no se logra de un día para otro, como pretenden aquí. 

Que se lo digan a Félix Rodríguez de la Fuente  

Félix fue un pionero, leyenda, mito y referente. Todo eso y más. Y no solo para los que hacemos documentales, sino en el mundo de la conservación en España. Era un comunicador fabuloso, un auténtico genio, que no solo reunía frente al televisor a audiencias millonarias; es que además conseguía cambiar la mentalidad de muchos respecto a muchos temas, como el del lobo. Conseguía convencer de que la naturaleza es un patrimonio que hay que cuidar incluso a los más cerrados de mente. 

Y eso que a veces no decía cosas muy populares, lo que me recuerda que en tu serie Herederos del Arca defendiste el papel de los zoológicos, de los buenos zoológicos, en la conservación. Habrá quien se eche las manos a la cabeza

El problema de la naturaleza, de la ecología y de la conservación es el discurso buenista. Suelo explicarlo con el siguiente ejemplo: cuando estás metido en un barrizal y cubierto de fango hasta el cuello para empujar y sacar el Land Rover del charco las cosas no son bonitas ni tienen por qué serlo. Ojalá viviésemos en un edén natural en el que no necesitásemos los zoos y los parques, pero es que vivíamos en ese edén y nos lo hemos cargado. Ahora toca remangarse la camisa y meterse en el barro, y hay quien parece que no lo entiende. A mí es algo que me produce desesperanza, la verdad. 

De modo que el ecologista es a veces el lobo del ecologista

Muchas veces sí. Sobre todo los que creen que la conservación consiste en gritar y empuñar una pancarta y que eso es más importante, más efectivo para su propio objetivo, que conocer aquello sobre lo que gritan. Por eso no acepto a esas personas que va a las puertas de un zoo con caretas de cebra, vestidos de preso y gritando: "¡Liberad a los animales!". ¿Liberarlos? ¿A ejemplares criados en cautividad, para que mueran? ¿A miembros de especies amenazadas, para que se extingan?

Imagino que tampoco les gusta que se haga dinero con esos ejemplares

Pero es que esa actividad económica garantiza la supervivencia del centro, que a su vez permite la conservación de las especies y que la gente vaya a verlas y tome conciencia del problema. Estos activistas no van allí a gritar que quieren un parque mejor, donde los animales vivan en condiciones más parecidas a las naturales: ellos van a gritar que no quieren un zoo. Así, sin más. Desde la soberbia moral, sin análisis, sin conocimientos. Es como pedirle a un cirujano que opere pero sin rajar con el bisturí, que es muy desagradable, y además reprocharle que gana dinero. ¿Acaso lo importante no es que salva una vida y que consigue de este manera tener un sueldo que le permite dedicarse a salvar vidas? En conservación, el buenismo es terrible y ¿sabes por qué? Porque es un ismo, como el resto de extremismos.

Dices que no aceptas a estos ecologistas de boquilla pero, ¿respetas a los negacionistas?

Respeto a todo el mundo, pero es que negar la evidencia es, pues eso: negar la evidencia. A esos casi me cuesta tomármelos en serio.

¿Y los políticos? ¿Niegan también la evidencia en materia verde?

Hacen algo peor, empezando por aquellos de quienes se espera que sean más verdes, que suele ser la izquierda. Llegan, dicen que sí, que van a hacer esto y lo otro, se cuelguen la medalla, se llevan los votos y luego no hacen nada. Ocurre en ecología como en tantos otros órdenes. En todo caso, la política muestra el peor lado del ser humano. No digo que sean todos iguales, claro.

Menos mal, porque los hay que han hecho cosas por la conservación. Piensa en Al Gore

¡Y muchas cosas! Últimamente hay mucha leyenda negra en torno a él y hay gente que dice que sí, que es muy ecologista, pero que produciendo sus documentales se consumieron no sé cuántos vatios de potencia... Pero, ¿qué tontería es esa? Incluso sí es verdad, no me importa. Hay que cambiar el concepto que tenemos del calentamiento global, y el primero que ha conseguido un avance a nivel mundial ha sido él. Ha sido un hito, así que tiene todos mis respetos. Incluso si no fuera verdad que la Tierra se está calentando, ha conseguido algo admirable.

¿Crees que el calentamiento es un mito? No me digas que eres un ecologista negacionista...

¡Ni mucho menos! (ríe). Pero hay un debate sobre si el calentamiento es o no un fenómeno planetario cíclico en el que no tenemos parte, y hay gente que plantea que, como podríamos no tener responsabilidad, podríamos probar con no hacer nada. ¡Como si eso fuera una opción! La Tierra ya ha pasado antes por calentamientos y enfriamientos y lo ha resuelto con extinciones masivas. ¿Estamos dispuestos realmente a asumir ese riesgo? Yo no, desde luego. Tengo hijos y quiero que conozcan, que huelan y que sientan el mismo planeta que conocí yo.

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