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La lucha de los mineros: entre la tradición familiar y la subvención
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EL SENADO VOTA HOY LAS ENMIENDAS A LOS PGE QUE AMENAZAN CON ASFIXIAR LAS CUENCAS MINERAS

La lucha de los mineros: entre la tradición familiar y la subvención

Son nietos de mineros que lucharon en 1934, los hijos de los que lo hicieron en el 62. Quienes hoy reivindican la #ResistenciaMinera que circula desde

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La lucha de los mineros: entre la tradición familiar y la subvención

Son nietos de mineros que lucharon en 1934, los hijos de los que lo hicieron en el 62. Quienes hoy reivindican la #ResistenciaMinera que circula desde hace un mes por las redes sociales se resisten a no decir que son los padres de los futuros mineros de España. En Teruel, hay unos 400 trabajadores directos y miles de indirectos que aseguran no tener más alternativas laborales más allá que bajar al subsuelo y picar unas cuentas toneladas más al día. Todos los afectados por los recortes en las ayudas del carbón aseguran que el quedarse sin sistema productivo les va a condenar a emigrar.

“Yo soy minero como mi padre y mis dos hermanos. Y no sé hacer otra cosa que bajar a la mina”. La calle, para los mineros de galería como Víctor Rodrigo, es el exterior, un sitio donde el trabajo no es tan duro como pasar siete horas seguidas a 500 metros bajo tierra. “Aunque yo no digo que en una oficina no se trabaje”, se defiende. Es minero por tradición familiar. Nacido en la década de los setenta, este minero creció en Ariño, una pequeña localidad de la provincia de Teruel conocida hasta por Bill Gates porque sus alumnos fueron los primeros en colocar en sus aulas pizarras digitales. Un pueblo de 900 habitantes donde hasta el alcalde, Joaquín Noé, trabaja en la mina. “Yo no conozco a ninguna familia de mi pueblo que no le afecte este recorte del Gobierno”, añade Rodrigo. El edil reconoce a este diario que sin las ayudas al carbón y a la reindustrialización del Plan Miner, que ha sido recortado un 64% en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2012 el sector está “abocado al cierre” y sus trabajadores, él incluido, a “quedarse sin trabajo”.

Rodrigo extrajo por primera vez carbón de las entrañas de la tierra con 25 años. Prefiere no habla de futuro porque lo ve más negro que el propio carbón que hoy no quiere dejarlo morir, y solo piensa en luchar hasta “las últimas consecuencias” antes de reconvertirse no sabe todavía en qué, trece años después de aquel primer contacto con la tierra. Veintitrés días después de que los mineros se echaran por primera vez a la calle para reclamar los 190 millones de euros que el Gobierno de Mariano Rajoy quiere recortarles, el turolense confía en que “la fuerza y la unión” les va a llevar a la victoria y que bajo ningún concepto deben dividirse en la defensa de su modo de vida.

Su padre, jubilado a los 53 años, fue minero. Sus dos hermanos, uno de ellos prejubilado a los 47, también siguieron la pauta familiar. Hasta su hermana, fallecida recientemente, trabajó para las oficinas de la cuenca minera. “Aquí no hay más trabajo que en la mina”, se justifica. Durante años, las cuencas mineras de Teruel, León, Asturias, nadaron en abundancia, y el grifo de ayudas económicas europeas parecía no tener fin. Campus universitarios, becas de estudios, infraestructuras, electricidad… en la década de los noventa el “oro negro” todo lo subvencionaba. Hasta que Europa dijo basta y propuso otras formas de energía más rápidas, más limpias, más económicas, menos contaminantes. Fue en 2010 cuando la UE lanzó el plan para prescindir el carbón de las minas en ocho años, un proyecto que la crisis ha obligado a adelantar el cierre, posiblemente a este mismo año. Juanjo, el hermano de Víctor, lleva 17 de sus 34 años trabajando en el sector. "El carbón es muy sabio, y te avisa cuando se va a desgarrar de la tierra para que te dé tiempo a salir corriendo". Otros, todos trabajando a oscuras, no han corrido la misma suerte. "Lo más común es sufrir amputaciones de dedo. Mi suegro, por ejemplo, se cortó la pierna con 25 años", añade.

Prejubilaciones de oro conforme el sector reducía su tamaño

Para no perjudicar a los mineros y reconvertir lo antes posible el sector, se ha destinado dinero que, los más reacios a mantener las ayudas, subrayan que no se han traducido en oportunidades de empleo para los jóvenes en las comarcas mineras, que prefirieron emigrar a zonas con mayor tejido industrial. El sector ha recibido ayudas directas para atraer empresas y buscar nuevas vías de impulso económico que, para sus críticos, no han aprovechado. Son los planes de reactivación de las comarcas mineras, las ayudas a las térmicas que consumen carbón nacional, los costes de las prejubilaciones acometidas en las últimas décadas que crecían conforme el sector reducía su tamaño… “Pero aquí no hay futuro”, sentencia Noé y los mineros de Ariño.

El alcalde recuerda que el carbón ha sido durante gran parte del siglo XX el motor indiscutible de la economía turolense, y hoy, en pleno siglo XXI, sigue siendo un sector de suma importancia “para nuestra provincia, absolutamente vital para las comarcas mineras”. Esos cambios, que los colocan en 2012 directamente en el escenario previstos para el 2017, “generará una caída en cadena del resto de sectores laborales y económicos de la comarca: autónomos, profesionales liberales y más, que no tendrán demandas de servicios”.

Desde ayer, el pleno del Senado acoge la votación de los Presupuestos Generales del Estado para este año, una votación que puede marcar la muerte para la minería. De hecho, los senadores populares de las zonas afectradas se están planteando la posibilidad de romper la disciplina de voto. El jueves mantuvieron una reunión al respecto en la que no se tomó ninguna decisión a la espera de conocer la postura "de la Junta, del Gobierno y de los mineros", según reconoció el vicepresidente primero del senado, el soriano Juan José Lucas. Desde Teruel, los afectados miran hacia el cielo y buscan el milagro de Santa Bárbara, patrón de los mineros. "Prefiero no pensar qué va a ser de mí mañana", sentencia Víctor.

Son nietos de mineros que lucharon en 1934, los hijos de los que lo hicieron en el 62. Quienes hoy reivindican la #ResistenciaMinera que circula desde hace un mes por las redes sociales se resisten a no decir que son los padres de los futuros mineros de España. En Teruel, hay unos 400 trabajadores directos y miles de indirectos que aseguran no tener más alternativas laborales más allá que bajar al subsuelo y picar unas cuentas toneladas más al día. Todos los afectados por los recortes en las ayudas del carbón aseguran que el quedarse sin sistema productivo les va a condenar a emigrar.