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Ana Patricia se rebela contra la regulación bancaria tras discrepar con el BCE y la Fed
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LA CONSIDERA EL MAYOR RETO PARA EL SANTANDER

Ana Patricia se rebela contra la regulación bancaria tras discrepar con el BCE y la Fed

La presidenta del Santander, Ana Patricia Botín, ya ha señalado su primer enemigo: la regulación bancaria, que considera el mayor reto de la entidad a corto plazo.

Foto: Ana Patricia Botín (d), presidenta del Grupo Santander, habla con Javier Marin (i) en la junta de accionistas. (EFE)
Ana Patricia Botín (d), presidenta del Grupo Santander, habla con Javier Marin (i) en la junta de accionistas. (EFE)

La nueva presidenta del Santander, Ana Patricia Botín, ya ha señalado su primer enemigo: la regulación bancaria, que considera el mayor desafío de la entidad a corto plazo. Según explicó ayer en la junta de accionistas que celebró el banco, "la regulación cambia constantemente y es distinta en cada país". Estas declaraciones se producen tras sendas disputas del Santander con la Reserva Federal –que no aprobó el plan de recapitalización de su filial en EEUU– y con el BCE, que discrepaba de los cálculos para el ejercicio europeo que se está llevando a cabo.

"Continuar con la trayectoria de éxito de las últimas décadas no será fácil: el nuevo entorno competitivo y el entorno regulatorio son cada vez más exigentes", explicó al referirse a su compromiso de proseguir la obra de su padre, Emilio Botín, fallecido el martes pasado. También aludió a este entorno al ratificar en su puesto al consejero delegado del banco, Javier Marín: "El consejero delegado y yo hemos trabajado juntos muchos años y seguiremos trabajando juntos para abordar prioridades como los cambios regulatorios y las nuevas tecnologías, y estar más cerca de los equipos y clientes".

Esta resistencia a los cambios regulatorios no es nueva en el caso del Santander. Ya su padre aseguró que "es el momento de frenar el tren regulatorio y valorar y calibrar bien el impacto de las medidas que ya están en marcha" cuando, tras la crisis financiera de 2008 y 2009, los países del G20 endurecieron drásticamente los requisitos de solvencia de las entidades financieras en todo el mundo.

Y es que uno de los mayores afectados por este endurecimiento ha sido precisamente el primer banco español, al que buena parte de los analistas e inversores ha criticado en los últimos años por tener unos niveles de capital demasiado bajos (inferiores a los de sus principales 'pares' internacionales). Sin embargo, la entidad se ha negado a realizar una ampliación desde aquella histórica de 7.200 millones de noviembre de 2008, en pleno hundimiento planetario tras la quiebra de Lehman. Asimismo, ha mantenido una generosísima política de retribución al accionista, y sólo ha reforzado sus fondos propios mediante ventas de activos y los dividendos pagados en acciones.

La Fed y el BCE discrepan sobre su solvencia

No obstante, ahora esta cuestión cobra especial relevancia por las tribulaciones del Santander con los dos principales bancos centrales del mundo. En primer lugar, la Fed norteamericana; aprobó a Santander USA en los test de estrés realizados en ese país la pasada primavera, pero rechazó sus planes de gestión de capital y del dividendo por las "deficiencias generalizadas y significativas que contiene, sobre todo en algunas áreas, como las de gobierno, los controles internos y la gestión de riesgos". Lo mismo hizo con otras entidades de renombre como RBS, HSBC o Citigroup. Se trata de deficiencias cualitativas, no cuantitativas, que el banco español debe resolver mediante un plan de cumplimiento.

En segundo lugar, a la vuelta de las vacaciones el BCE comunicaba al Santander que había serias discrepancias entre los cálculos del banco y los del propio supervisor en la revisión de la calidad de los activos (AQR por sus siglas en inglés) que está realizando de forma paralela a los test de estrés. No es tan grave como plantear la posibilidad de un suspenso, a diferencia de otras grandes entidades europeas (como Deutsche Bank), pero ilustra de nuevo el fuerte impacto que tiene este entorno regulatorio tan exigente en la ciudad financiera de Boadilla del Monte.

No habrá ampliaciones de momento

Aunque ayer la propia Ana Patricia aseguró que "el grupo cuenta con la base de capital, la fortaleza de balance y la capacidad de generación de ingresos necesarios para consolidar una evolución sostenible y creciente de nuestros resultados" y, en consecuencia, sigue descartando ampliar capital, el banco sí ha tomado últimamente otras medidas de reforzamiento de sus ratios de solvencia. Así, hace dos semanas emitió 1.500 millones en CoCos (convertibles contingentes) con un interés del 6,25%.

Asimismo, la presidenta confía en la recuperación del beneficio para generar capital orgánicamente. En su alocución ante la junta también afirmó que "en estos momentos, cuando está ya próximo a concluir el tercer trimestre, puedo decirles que las tendencias positivas en la evolución de los resultados del grupo se confirman".

La nueva presidenta del Santander, Ana Patricia Botín, ya ha señalado su primer enemigo: la regulación bancaria, que considera el mayor desafío de la entidad a corto plazo. Según explicó ayer en la junta de accionistas que celebró el banco, "la regulación cambia constantemente y es distinta en cada país". Estas declaraciones se producen tras sendas disputas del Santander con la Reserva Federal –que no aprobó el plan de recapitalización de su filial en EEUU– y con el BCE, que discrepaba de los cálculos para el ejercicio europeo que se está llevando a cabo.

Ana Patricia Botín
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