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Del "venga, venga, vamos, vamos", al toro que nos acompaña por todo el mundo
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1.000 VALIENTES QUE CALLARON A SU MANERA A 13.000 CHECOS

Del "venga, venga, vamos, vamos", al toro que nos acompaña por todo el mundo

O2 Arena de Praga. Cuatro de la tarde. 14.000 espectadores. Arcos detectores de metales. Registro personales. Ipad, fuera. Nada de metálico dentro del recinto. Todo sea

Foto: Del "venga, venga, vamos, vamos", al toro que nos acompaña por todo el mundo
Del "venga, venga, vamos, vamos", al toro que nos acompaña por todo el mundo

O2 Arena de Praga. Cuatro de la tarde. 14.000 espectadores. Arcos detectores de metales. Registro personales. Ipad, fuera. Nada de metálico dentro del recinto. Todo sea por la seguridad. Al servicio, 13.000 locales más acostumbrados al hockey sobre hielo que al tenis. Al resto, 1.000 españoles  con poca juventud y mucha gente con experiencia entre sus filas. Gritos de todo tipo, tanto en unos checos que se fueron desinflando al ritmo que marcaba David Ferrer, como en unos españoles que no cesaban de animar con gritos de todo tipo, pero todos ellos alejados de lo que se presupone como espíritu nacional. En su día Alejandro Blanco intentó dotar de letra al himno español más allá del ‘lalalalalalala’. Pues no estaría mal que alguien revisara esos gritos de ánimo que se escuchan, en este caso ha sido en el tenis, pero que se pueden trasladar al fútbol o al baloncesto cuando la que juega es España.

 

Ayer no fue una excepción y, pese al intento de esos 1.000 valientes que se han acercado hasta Praga desafiando al frío y a los tenistas checos, es complicado identificarse con alguno de los gritos que se escucharon en apoyo primero de Ferrer y después de Almagro. La variedad fue amplia, empeño tuvieron, pero el nivel de los mismos volvió a dejar mucho que desear. Urge una revisión. A estas alturas no se puede pedir la liturgia de los cánticos e himnos de los deportes ingleses, argentinos o franceses, pero no vendría nada mal revisar el cancionero popular español en busca de un grito de esos que pone los pelos de punta y que casi siempre corre de parte de los enemigos de la Roja. 

 

“Venga, venga, vamos, vamos”, con voz engolada por supuesto, fue uno de los más escuchados, dejando atrás al no menos famoso de “a por ellos, a por ellos” y al empalagoso “este partido lo vamos a ganar”… y así hasta una decena de gritos que piden a voces, nunca mejor dicho, una revisión de los estatutos del buen seguidor del deporte español. Eso sí, siempre nos quedará el “yo soy español, español, español”.

 

¿Se imaginan qué utilizaron los checos para ilustrar la eliminatoria?  Están en lo cierto. Un toro. No podía ser de otra manera. La imagen del astado va con la de España de la mano. Allá por dónde aparece una camiseta roja, por detrás está un toro. En este caso no era el de Osborne, era otro que luchaba contra un león, que venía a representar el poder intimidatorio checo contra la tradición española.

O2 Arena de Praga. Cuatro de la tarde. 14.000 espectadores. Arcos detectores de metales. Registro personales. Ipad, fuera. Nada de metálico dentro del recinto. Todo sea por la seguridad. Al servicio, 13.000 locales más acostumbrados al hockey sobre hielo que al tenis. Al resto, 1.000 españoles  con poca juventud y mucha gente con experiencia entre sus filas. Gritos de todo tipo, tanto en unos checos que se fueron desinflando al ritmo que marcaba David Ferrer, como en unos españoles que no cesaban de animar con gritos de todo tipo, pero todos ellos alejados de lo que se presupone como espíritu nacional. En su día Alejandro Blanco intentó dotar de letra al himno español más allá del ‘lalalalalalala’. Pues no estaría mal que alguien revisara esos gritos de ánimo que se escuchan, en este caso ha sido en el tenis, pero que se pueden trasladar al fútbol o al baloncesto cuando la que juega es España.