La marcha de Karanka acaba con el último vestigio de la polémica 'era Mourinho'

La marcha de José Mourinho planteaba a principios del mes de junio planteaba un problema para el Real Madrid. El que había sido su segundo durante su ciclo en el club blanco, Aitor Karanka, no se marchaba con él al Chelsea. La célebre rueda de prensa donde todo el cuerpo técnico coreaba al unísono “¡Karanka portugués!” no fue suficiente para que el exjugador de Real Madrid y Athletic de Bilbao cogiera la rampa de salida hacia Londres. La llegada de un nuevo cuerpo ponía en un aprieto a la institución. Tras la reunión mantenida entre el propio Aitor Karanka y José Ángel Sánchez puso fin al enigma: Karanka deja de pertenecer al club blanco. Junto a sus agentes y Jorge Mendes, el técnico valorará en los próximos días.

La sombra de José Mourinho, alargada como pocas de cuantas han pasado por el Santiago Bernabéu, aún planeaba por la entidad blanca. Su nombre sigue siendo protagonista en distintos actos con presencia madridista. Ya tuvo protagonismo en la pasada Copa Confederaciones, con el conflicto Casillas-Arbeloa (aún sin resolver) como telón de fondo. Finalizada la temporada y confirmada la marcha del técnico portugués al Chelsea, una china parecía en el camino de Zidane y Florentino Pérez: Karanka. Rotas las relaciones con la plantilla, a excepción de contados adeptos a  José Mourinho, su presencia en el día a día de la plantilla blanca se consideraba poco menos que una utopía. Tampoco Carlo Ancelotti veía claro un puesto para el hasta hace poco ‘portavoz’ blanco.

Su marcha supone la desaparición del último vestigio de la ‘era Mourinho’. No se recuerda tanto impacto de un entrenador en un club de la transcendencia mediática del Real Madrid. Su paso por la entidad ha llevado al extremo pasiones internas que parecía residir en el fondo de la afición blanca. Arbeloa y Casillas, dos canteranos madridistas de cuna, han rivalizado por sus desavenencias con el ya técnico del Chelsea. Fiel al hombre que le permitió comenzar su trayectoria en los banquillos, Aitor Karanka defendió a su mentor a capa y espada. Durante la última temporada, suya fue la cara más vista por la sala de prensa de Valdebebas y tras los partidos del equipo. 

De perfil bajo y discreto como jugador, se vio en la tesitura de defender las convicciones mostradas como jugador o aceptar plegarse a las estrategias de su jefe. Optó por lo segundo, dejando en una posición muy delicada su relación con muchos jugadores, algunos de los cuáles tuvo como compañeros (caso de Iker Casillas). Su marcha, aceptada como un pacto de caballeros entre el club y el entrenador, pone fin a la última huella de la etapa más candente en la historia reciente del Real Madrid. Llega Carlo Ancelotti con Zidane a su lado. Otro aire para renovar la toxicidad existente en la casa blanca. Con el italiano al mando, y fichajes de prometedores proyectos como Illarramendi o Isco, el Real Madrid quiere volver a poner los focos sobre el juego. El fútbol, a los futbolistas. Se acabaron las volcánicas ruedas de prensa. Con la marcha Karanka, todo lo relativo a Mourinho ya es una etapa más de la historia madridista.