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A España le espera Brasil en Maracaná tras saber sufrir ante una correosa Italia
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LOS PENALTIS LLEVAN A LOS DE DEL BOSQUE A LA FINAL

A España le espera Brasil en Maracaná tras saber sufrir ante una correosa Italia

Maracaná y Brasil esperan. Una España de menos a más, con ambición y sin perder la cara al partido, necesitó la tanda de penaltis y catorce

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A España le espera Brasil en Maracaná tras saber sufrir ante una correosa Italia

Maracaná y Brasil esperan. Una España de menos a más, con ambición y sin perder la cara al partido, necesitó la tanda de penaltis y catorce lanzamientos desde el punto fatídico para sellar su pase a la final de la Copa de las Confederaciones. Jesús Navas hizo bueno el fallo de Bonucci y dio el triunfo a una España que no tuvo la brillantez de otros días, pero sí la entrega y las ganas de siempre. Ahora, todo sonríe y hasta las casi siempre ingratas tandas de penaltis son favorables. La temida Italia ya sueña con España, como lo hace la ingrata torcida local, que no paró de animar a los de Prandelli en todo momento.

Los de Del Bosque no encontraron el ritmo del partido hasta los últimos veinte minutos, coincidiendo con la entrada de Mata. El del Chelsea dio sentido al juego y amasó la pelota para dominar y crear ocasiones, algo que apenas había sucedido en el resto del partido. Italia, quizás, mereció algo más pero el último cuarto de hora y la prórroga sólo busco la suerte de los penaltis, que como en Viena favoreció a los españoles.

España parecía que ya había ganado sin bajarse del autobús. El recuerdo de la pasada final de la Eurocopa y ese cuatro a cero de Kiev se dejaba sentir en el ambiente. La prensa brasileña ya hablaba de una final contra España, la grada ya pensaba en la final y censuraba cualquier actuación de los hombres de Del Bosque, pero el césped y lo que se veía sobre él no invitaba a pensar en una nueva victoria española.

Tras cinco minutos de salida en los que parecía que España iba a repetir el guion de anteriores partidos, los campeones del mundo chocaron contra el planteamiento de Prandelli. Esa línea de cinco centrocampistas, colocados a manera de barrera humana por detrás de Gilardino y por delante de los cuatro defensas, dejaba sin capacidad alguna a los jugadores españoles. No veían la manera de superar las dos líneas, que intentaban dejar atrás con reiteradas paredes y con alguna que otra arrancada de Pedro o Iniesta como único argumento. Las bandas no existían. La derecha se suponía que iba a ser así, pero la izquierda pasó a mejor vida. Jordi Alba ni se acercaba a saludar a Buffon. Ni de lejos. 

Ante este panorama, Italia decidió que era el momento de pisar el campo contrario, de robar la pelota y salir con velocidad, esa que no tiene Pirlo en sus movimientos, pero sí cuando el balón contacta con su pie. Una y otra vez el jugador de la Juve buscaba la mejor opción. Sabía que en una banda iba a tener a Maggio y en la otra a Giccherini. La jugada se repetía y la ausencia de ayudas a los laterales españoles los convertía en vulnerables. El azulgrana ni defendía ni atacaba, mientras que el madridista padecía con el interior de la Juve, que una y otra vez veía cómo De Rossi y Candreva ganaban la espalda a los centrocampistas españoles.

Un par de paradas de Casillas, otros dos saques de esquina envenenados, un par de apariciones de Maggio, un lanzamiento de De Rossi metían el miedo a los de Del Bosque, que dejaban a Torres solo, sin acompañamiento, pese a lo cual se inventó en el minuto 36 la única ocasión de España en toda la primera parte. Tras un magistral movimiento, la cruzó en exceso ante la salida de Buffon. La distancia condenaba a la campeona del mundo, que, por extraño que pueda parecer, acudía al patadón ante la ausencia de ese toque y de ese movimiento de hombres y balón tan habitual en el último lustro.

La segunda mitad se inició con miedo y con las piernas pesadas por el calor y la humedad. Italia empezó a sentir vértigo y a pensar que tras lo hecho en la primera mitad, poco podría hacer más para marcar. España tiró de Navas y fue lo único que cambió el anodino ritmo del partido. Los de Prandelli se volvieron más especulativos. Ya no miraban tanto a Casillas. Los de Del Bosque seguían planos, sin chispa. Los ataques nacían veinte metros por delante del área de Casillas y terminaban a otros veinte metros de la de Buffon.

Un disparo de Navas y un par de arrancadas de Iniesta mal culminadas antes del minuto veinte, hicieron pensar en una vuelta al especulador pasado de Italia, pero la triste España de la noche del jueves en Fortaleza llevó a los de Prandelli a sentirse superiores, a ir a buscar el partido. Lo tenían fácil. Balones a la banda derecha y peligro seguro. Maggio y Candreva se comieron a Jordi Alba durante los noventa minutos de juego. El azulgrana estuvo superado en todo momento, y España lo pagó más en ataque que en defensa.

Italia dominaba, se sentía cómoda. No importaba el calor ni la humedad. Los de Prandelli corrían y disfrutaban; los españoles, no. Necesitaban algo de oxígeno y lo encontraron en Juan Mata. A partir de su entrada la pelota tuvo color rojo. Buscaba a su compañero en el Chelsea, Fernando Torres, que era capaz de arrastrar a la defensa y buscar las llegadas de Navas y una de Piqué, la más clara de todas. Y es que España terminó el tiempo reglamentario metida en el área de Buffon. 

En la prórroga, y pese el lanzamiento al palo de Giaccherini al poco de empezar, Italia buscó descaradamente los penaltis. Se veían al límite. Los de Del Bosque, con Javi Martínez en punta, querían la pelota. Mata la buscaba. Casi siempre buscaba a Navas y su velocidad. Las ocasiones se sucedían, más como consecuencia del cansancio de los italianos que del acierto español.

Las tuvieron Ramos, Piqué, Javi Martínez, Mata, pero no era el día de acertar entre los tres palos, al menos durante los ciento veinte minutos del choque. Xavi lo hizo, pero una mano tonta de Buffon desvió el balón a la madera. España, superior físicamente, terminó encerrando a una Italia que no veía el momento de que Webb pitara el final del partido y del sufrimiento.

- Ficha técnica:

0 - España:
Casillas, Arbeloa, Piqué, Sergio Ramos, Jordi Alba, Busquets, Xavi, Iniesta, Silva (Navas, m.52), Pedro (Mata, m.79) y Fernando Torres (Javi Martínez, m.94).

0 - Italia: Buffon, Maggio, Barzagli (Montolivo, m.46), Bonucci, Chiellini, Giaccherini, Pirlo, De Rossi, Candreva, Marchisio (Aquilani, m.79) y Gilardino (Giovinco, m.91).

Tanda de penaltis: 1-0: Candreva. 1-1: Xavi. 2-1: Aquilani. 2-2: Iniesta. 3-2: De Rossi. 3-3: Piqué. 4-3: Giovinco. 4-4: Ramos. 5-4: Pirlo. 5-5: Mata. 6-5: Montolivo. 6-6: Busquets. 6-6: Bonucci. 6-7: Navas.

Árbitro: Howard Webb (ING). Amonestó a Piqué (105) por España, y a De Rossi (65) por Italia.

Incidencias: partido de semifinales de la Copa Confederaciones, disputado en el estadio Castelão ante la presencia de 59.000 espectadores. Los capitanes Casillas y Buffon leyeron en los prolegómenos del partido un manifiesto en contra del racismo. Italia portó brazaletes negros en memoria de Stefano Borgonovo. 

Maracaná y Brasil esperan. Una España de menos a más, con ambición y sin perder la cara al partido, necesitó la tanda de penaltis y catorce lanzamientos desde el punto fatídico para sellar su pase a la final de la Copa de las Confederaciones. Jesús Navas hizo bueno el fallo de Bonucci y dio el triunfo a una España que no tuvo la brillantez de otros días, pero sí la entrega y las ganas de siempre. Ahora, todo sonríe y hasta las casi siempre ingratas tandas de penaltis son favorables. La temida Italia ya sueña con España, como lo hace la ingrata torcida local, que no paró de animar a los de Prandelli en todo momento.