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El día en que Sandro Rosell perdió una gran ocasión para mantener la boca cerrada
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PINTO TUVO QUE SER EXPULSADO Y EL ERROR DEJA SIN ARGUMENTOS AL PRESIDENTE AZULGRANA

El día en que Sandro Rosell perdió una gran ocasión para mantener la boca cerrada

Sandro Rosell perdió el pasado martes una gran ocasión para callarse, para cerrar la boca, al menos en todo lo referente al tema arbitral. El presidente del Barcelona,

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El día en que Sandro Rosell perdió una gran ocasión para mantener la boca cerrada

Sandro Rosell perdió el pasado martes una gran ocasión para callarse, para cerrar la boca, al menos en todo lo referente al tema arbitral. El presidente del Barcelona, desde su sillón presidencial, y con ese aire guay que luce, criticó lo que para él estaba siendo una corriente de decisiones arbitrales equivocadas. No quiso ser menos que el desafiante Mourinho, el que esperó al árbitro en el párking del Camp Nou. Rosell cambió el capó del coche de Teixeira por la sala de prensa. Se atrevió a decir que auguraba un mal año en cuanto a las decisiones de los colegiados. ¡Zas! En toda la boca

El tiempo no ha tardado en colocarle en su sitio. Un día después de lo dicho, supongo que se querría volver invisible en el palco de Mestalla cuando comprobó el error del colegiado a su favor, claro está. La mano de Pinto fuera del área cortando una jugada de gol del Valencia tenía que haber acabado con el portero en el vestuario, pero el fallo de González González deja sin argumento alguno al máximo mandatario azulgrana. Pasan las temporadas y no aprenden. En cuanto hablas te dan en la boca. La historia se repite.

La acción de Pinto condicionó el resto del partido. Llorente, compañero de palco de Rosell, no se cortó y mostró su enfado por lo dicho y por el fallo arbitral. "No se atreven con los dos grandes, los temen" dijo en Canal +, pero antes se lo comentó al propio presidente azulgrana, a la cara, que en su justificación demostró su desconocimiento del reglamento. Si un portero corta una jugada tocando el balón con la mano, roja y a la calle. Al menos hasta que Paramés, el portavoz de Mourinho, diga lo contrario. Y es que ayer ironizó sobre la citada jugada y habló de otro reglamento, el del Barcelona. Triste imagen la del empleado del portugués, pero peor aún la de su jefe, el entrenador del Real Madrid.

Hablar de los árbitros solo busca condicionar su trabajo, sus decisiones y el presidente del Valencia cree que en esta ocasión han surtido efecto y señala el claro error de González González. Por la mañana avisó Sánchez Arminio. El jefe de los árbitros pidió respeto y educación en el trato para los jueces del fútbol español. Reconoció errores, pero también repartió culpas entre todos los que forman la familia del fútbol. "Parece que los únicos que nos equivocamos somos nosotros. Nos tienen que respetar en el terreno de juego y lejos de él". Por lo que se ve sus palabras no han tenido mucho calado.

Árbitros y presidentes al margen, el partido de ayer fue el de la liberación para Guardiola. Pocas veces ha celebrado un gol como lo hizo ayer. Se ha hablado mucho del momento de su equipo y de lo lejos que el Barcelona tiene la Liga y estalló. Se volvió humano.

Sandro Rosell perdió el pasado martes una gran ocasión para callarse, para cerrar la boca, al menos en todo lo referente al tema arbitral. El presidente del Barcelona, desde su sillón presidencial, y con ese aire guay que luce, criticó lo que para él estaba siendo una corriente de decisiones arbitrales equivocadas. No quiso ser menos que el desafiante Mourinho, el que esperó al árbitro en el párking del Camp Nou. Rosell cambió el capó del coche de Teixeira por la sala de prensa. Se atrevió a decir que auguraba un mal año en cuanto a las decisiones de los colegiados. ¡Zas! En toda la boca

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