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Un bronce olímpico para ocultar y superar un cáncer de mama
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WILLIAMS-MILLS CORRIÓ EN LONDRES SABIENDO QUE TENÍA UN TUMOR

Un bronce olímpico para ocultar y superar un cáncer de mama

Novlene Williams-Mills (Jamaica, 1982) encaró los últimos 100 metros del relevo 4X400 sobre el tartán del Olímpico de Londres con una decisión y un coraje que

Foto: Un bronce olímpico para ocultar y superar un cáncer de mama
Un bronce olímpico para ocultar y superar un cáncer de mama

Novlene Williams-Mills (Jamaica, 1982) encaró los últimos 100 metros del relevo 4X400 sobre el tartán del Olímpico de Londres con una decisión y un coraje que escondía algo más que la lucha por una medalla en una carrera agónica con Rusia y Estados Unidos. La atleta jamaicana, asida con fuerza a su posta, volaba para liberar la angustia, para sentirse viva. El éxito era un valor añadido, pero accesorio. Eso es lo que sabemos hoy, un año después de aquella carrera del pasado 11 de agosto de 2012 en los Juegos Olímpicos. La medalla de bronce que se colgó Williams-Mills guardaba un doloroso secreto: sufría cáncer de mama.

La atleta jamaicana reveló este martes que disputó los Juegos Olímpicos con Jamaica conociendo que sufría un cáncer de mama y que los médicos estaban esperando impacientes que concluyera su participación para intervenirla. "El 25 de junio me comunicaron la terrible noticia", confiesa Williams-Mills al diario británico Daily Mail. "Me sentí traicionada por mi cuerpo, como si me hubiese apuñalado. Te preguntas: ¿por qué a mí? Soy una atleta, cuido mi cuerpo". La noticia, sin embargo, quedó entre ella y su marido. Nadie más salvo los médicos podía saber de su enfermedad. Los Juegos estaban a la vuelta de la esquina y no precisaba de una cirugía inminente. 

Después de la dolorosa lucha psicológica por aceptar la enfermedad, llegó la pregunta: "¿Sobreviviré a esto?". La respuesta la encontró en la pista, en el deporte. El sueño de los Juegos era demasiado poderoso para que el cáncer lo frenara en seco, así que con el permiso de los médicos puso rumbo a Londres. "Nadie en el equipo lo sabía. No quería condicionar la preparación de todos. Estar en los Juegos es un sueño y lo iba a emplear para supera el mayor obstáculo de mi vida". Y el sueño se hizo realidad y el bronce de su cuello brilló en el podio con la fuerza del oro. "Estaba recogiendo la medalla y no sabía si esa iba a ser mi última carrera", admite Williams-Mills.

La carrera más importante, en cualquier caso, aún estaba por disputarla. Tres días después de que Londres se rindiera a su velocidad, la jamaicana fue intervenida para extirparle el tumor. Una operación que desveló un "cáncer muy agresivo". Tanto, que seguido se sometió a una doble mastectomía: "Era la mejor opción para reducir el riesgo de sufrir un nuevo tumor del 99% al 3%". Todo resultó un éxito. Williams-Mills regresó al tartán el pasado mes de mayo en Kingston para disputar un 400 m. Desde entonces, no ha parado y el pasado domingo en Birmingham terminó tercera en el Gram Premio de Sainsbury. "Me sentí muy bien, feliz", reconoce una atleta que ha puesto a disposición de todos una historia de superación y lucha que también viven en silencio millones de personas. Su ejemplo, será un referente sin duda. 

Novlene Williams-Mills (Jamaica, 1982) encaró los últimos 100 metros del relevo 4X400 sobre el tartán del Olímpico de Londres con una decisión y un coraje que escondía algo más que la lucha por una medalla en una carrera agónica con Rusia y Estados Unidos. La atleta jamaicana, asida con fuerza a su posta, volaba para liberar la angustia, para sentirse viva. El éxito era un valor añadido, pero accesorio. Eso es lo que sabemos hoy, un año después de aquella carrera del pasado 11 de agosto de 2012 en los Juegos Olímpicos. La medalla de bronce que se colgó Williams-Mills guardaba un doloroso secreto: sufría cáncer de mama.

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