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Humanismo de altura y alpinismo bisexual
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Simón elías, el nuevo exhibicionista de interior

Humanismo de altura y alpinismo bisexual

Simón Elías ha escrito un libro sobre el fracaso para triunfar en lo más básico: la felicidad. Artículos breves desde lo exótico, puro exhibicionismo interior

Foto: Simón Elías, autor de 'Alpinismo bisexual' (Pepitas de calabaza).
Simón Elías, autor de 'Alpinismo bisexual' (Pepitas de calabaza).

Dice que su madre le ha enseñado que la aventura es un estado mental. Y por lo que se lee en cada uno de sus escritos, la aventura le ha enseñado a fracasar. De ambas lecciones ha aprendido que el fracaso es todo un éxito. Del fracaso, de su madre y de la montaña descubre que la épica es el mayor acto de estupidez, inventado por el ser humano para tapar sus vergüenzas. Algo que -como comprobarán en la ilustración de la portada de este libro-, Simón Elías (Logroño, 1975) lleva al aire con bastante buen humor.

“Después de muchas expediciones compartiendo tienda de campaña con otro tipo barbudo de pies especialmente fétidos, he tomado la determinación de superar los prejuicios y seguir los consejos de los clásicos. Apuesto y promuevo el alpinismo bisexual. Un nuevo concepto de actividad montañera en la que no hay espacio para las privaciones carnales y emocionales; solo placer, placer sin límites”. Han leído bien. Alpinismo bisexual, que es como decir, "máxima libertad".

Es el título que ha elegido para un libro que recopila artículos que ha ido publicando aquí y allá, la mayoría de ellos escritos en los dos últimos años. Podríamos contar muchas cosas buenas de este libro, la mejor de todas es que su autor lo hizo bajo los efectos del mal de altura. A menos de ocho mil no se puede ser tan irónico, tan certero, tan sarcástico, tan humano, ni tan sincero.

Adiós a los tabúes

Sólo a esa altitud uno es capaz de acuñar un concepto como el de alpinismo sexual, para expresar la búsqueda de la libertad saliéndose de caminos, normas y convenciones, acercándose a las leyes de la naturaleza, alejándose de la televisión, de los políticos y los vigilantes jurados. Eso le ofrece el alpinismo. “Uso la idea de bisexualidad para hablar del máximo aprovechamiento de los recursos, para encarar la vida con plena satisfacción. No hay tabúes, ni sociales ni sexuales”, explica el autor a este periódico.

Ese hombre desnudo en medio de la nieve, velludo, barbado, delgado, que carga mochila y viste con unos calzoncillos mini y una cinta de pelo roja es el propio Simón Elías. Como todas las fotografías, es importante por lo que no muestra. En este caso, un estrepitoso fracaso fraguado en uno de los cerros de la Patagonia, hace 15 años.

Está tomada en un momento de profunda infelicidad y grandísima tristeza. Era el primer momento en el que me enfrentaba a la derrota cara a cara. Desnudo. Entre llorera y llorera con mis compañeros, salí y traté de enmascarar la tristeza”, cuenta Simón, que presume de una larga colección de fotos “haciendo el bobo en la montaña”.

A estas alturas -ocho mil, repetimos-, ustedes ya han entendido el sentido del reclamo, que con tan buen tino decidió estampar la editorial Pepitas de calabaza en la portada. Ahora deben comprender por qué el alpinista, periodista y escritor, colecciona fracasos, además de fotos a lo pornógrafo en plena montaña nevada. "He trabajado tanto el tropezón que me he dado cuenta de que en una vida aventurera, el error y la derrota son partes fundamentales", cuenta.

Abajo el éxtio

La grandeza de este libro, más allá de su tapa, reside en el contraataque –como lo define él mismo- del culto al éxito. La crítica se hace, además, desde una de las actividades esenciales en la mitificación de la victoria, la superación y el reto. El dichoso reto, el malentendido reto, el manipulador reto, que convierte en esclavos tanto a quienes se lo imponen, como a quienes le es impuesto.

Simón Elías suelta lastre y expía sus petates. Le parecen mucho más pesados en el mundo horizontal que en el vertical. Propone un alpinismo alejado de los conceptos “rendimiento deportivo” y “actividad extrema”. Huye del cronómetro. ¿Y esto a quién interesa? Sobre todo, a quienes no hayan subido una sola montaña en su vida. Pisapraos de fin de semana.

Utiliza el monte como anécdota y decorado, en el que prepara un sainete vital, donde el hombre experimenta la salud del pelele zarandeado. El resultado es una tragicomedia atrevida y un alegato contra los manuales de superación. Esos. Allí encuentras alto rendimiento en la montaña para ejecutivos. Aquí, ironía sobre los secretos de la superación. Ya saben: épica es igual a estupidez.

Pero el mapa de la ironía no es el único territorio que ha memorizado Elías. La profunda humanidad con la que desmonta el sarao de los superhombres es el gran logro de este libro: "Durante años hemos ido a la montaña para buscar espacios de libertad. La escalada, el puro ejercicio físico de ascender, era algo anecdótico; lo importante era compartir un vivac con los amigos, comer una pasta que sabía a té del desayuno y compartir un cigarrillo bajo las estrellas, lejos de toda legislación". La meta es la libertad, no el éxito. En este sentido, es imprescindible vincular Alpinismo bisexual con Futbolistas de izquierdas (Editorial Léeme), de Quique Peinado. Dos autores con la mirada estraviada y visión periférica. En ambos, pura oralidad.

Dice que su madre le ha enseñado que la aventura es un estado mental. Y por lo que se lee en cada uno de sus escritos, la aventura le ha enseñado a fracasar. De ambas lecciones ha aprendido que el fracaso es todo un éxito. Del fracaso, de su madre y de la montaña descubre que la épica es el mayor acto de estupidez, inventado por el ser humano para tapar sus vergüenzas. Algo que -como comprobarán en la ilustración de la portada de este libro-, Simón Elías (Logroño, 1975) lleva al aire con bastante buen humor.

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