Es noticia
“Todo es política y puro interés, como en nuestro mundo, pero con magia”
  1. Cultura
LAS CLAVES DE "JUEGO DE TRONOS", AL DESCUBIERTO

“Todo es política y puro interés, como en nuestro mundo, pero con magia”

Aunque la saga Juego de tronos cuente ya en su haber con algo más de 5.000 páginas (y las que quedan), la bibliografía a la que

Foto: “Todo es política y puro interés, como en nuestro mundo, pero con magia”
“Todo es política y puro interés, como en nuestro mundo, pero con magia”

Aunque la saga Juego de tronos cuente ya en su haber con algo más de 5.000 páginas (y las que quedan), la bibliografía a la que ha dado lugar probablemente supere con creces dicha cantidad, a base de ensayos, reflexiones y fanfictions. Sin ánimo de exhaustividad, la editorial madrileña Errata Naturae acaba de publicar Juego de tronos. Un libro afilado como el acero valyrio, una compilación de diferentes ensayos que intentan definir, desde diferentes puntos de vista, la personalidad de la saga pergeñada por George R.R. Martin. El periodista Guillermo Altares, por ejemplo, nos recuerda que nuestra fascinación sobre la saga procede de la posibilidad de contemplar desde el pacífico siglo XXI “los momentos más brutales de la historia de la sociedad”, en la época en la que se conformaban los Estados; el profesor Greg Littmann trae a colación a Hobbes para juzgar las ambiciones de las diferentes familias de la saga; y Pierre Blanc desempolva las mitologías nórdicas para bucear en los antepasados directos de Eddard Stark. Un caleidoscopio de miradas que sugieren que la obra de Martin es uno de los grandes test Rorschach de nuestra época, y que al mismo recuerdan por qué una novela que en principio estaba destinada a un público muy concreto se ha convertido en uno de los grandes éxitos de la cultura popular de los últimos tiempos.

Martin ha conseguido identificar esa necesidad psicológica de conectar con lo irracional y lo mágico“Como lector”, señala Rubén Hernández, editor y compilador del tomo de Errata Naturae, a El Confidencial, “lo que me cautiva, y no soy un admirador del género fantástico, es que Martin ha conjugado muy bien con las expectativas que tanto el lector habitual del género como el no habitual tenían”. La clave del éxito aparentemente inesperado de la saga se encontraría en ese retorno de la épica, la violencia y la magia, a una sociedad en la que la narrativa de las últimas décadas ha dado la espalda a todo lo irracional. “Recordemos que el mundo en el que se desarrolla la acción es un mundo en el que se habla de la magia como algo que ha desaparecido y en que pocos creen y que comienza a retornar poco a poco. Muchos personajes desconfían de ello, pero termina irrumpiendo. Juego de tronos responde bien a ese deseo irracional e infantil que todos tenemos de que ocurran cosas mágicas”.

“El mundo de Juego de tronos no es tan diferente al nuestro”, prosigue Hernández. “Todo es política, el interés individual y las pequeñas aspiraciones de cada cual, y de repente irrumpe algo profundo, simbólico e irracional que a todos nos atañe como es la magia. El gran logro de Martin se encuentra en haber captado esa necesidad psicológica”. Una pizca del perdido aliento épico en tiempos de incertidumbre y mediocridad.

La familiaridad de lo oculto

Quizá el improbable éxito de la saga se encuentre en aquello que señalaba Altares (“observar la violencia desde la distancia del siglo XXI”), algo que en el fondo no la sitúa tan lejos de fenómenos editoriales como el de Cincuenta sombras de Grey, que apelan a la fascinación del gran público por lo oculto (la violencia, el sexo, la manipulación) desde el confort de la ficción. “Si lo piensas, el concepto de 'porno para mamás' es muy comercial. Vivimos en un mundo en el que existen multitud de obsesiones sexuales que son afrontadas desde el prejuicio burgués y con una cierta distancia moral”, señala el editor. “Estas novelas permiten acceder a ese contenido, que está visto en términos positivos. No hay que hacer una transgresión para llegar al producto. Se satisface esa demanda de pulsiones 'bajas' o 'traseras', a través de lo accesible”.

Es un best-seller, pero también es buena literaturaAlgo semejante ocurriría con Juego de tronos, donde las amplias dosis de violencia y sexo y la incertidumbre casi nihilista que envuelve a los personajes (¿quién será el próximo en morir?) es presenciada desde el presente del lector en su hogar, consciente de que entre la multitud de desgracias que puede afrontar el hombre moderno, ser decapitado en la plaza mayor de su ciudad probablemente no se encuentre entre ellas.

La respetabilidad de lo popular

Cuando Hernández señala que con las estilizadas ilustraciones de Ignacio Varone que acompañan al libro “buscaban salirse de la estética propiamente fantasy”, lo que está haciendo es referirse de manera indirecta al gran logro de la saga: llevar al gran público uno de los géneros literarios más menospreciados de los últimos años, la fantasía heroica, aunque quizá esta haya necesitado del barniz de calidad que proporciona la HBO para poder reconquistar su reputación perdida (si es que alguna vez la tuvo). ¿Era posible plantear un ensayo semejante hace, pongamos, veinte años? Hernández recuerda que “la introducción en la Academia de este tipo de obras populares nos devuelve a los tiempos en los que Umberto Eco realizó un análisis semiótico de las películas de James Bond en los setenta. Pero aquello era diferente porque su método le permitía analizar cualquier cosa. Ahora, por primera vez, las series son objeto de un análisis como obras de alta calidad, de igual forma que se haría con una película de Lars Von Trier o una novela de Kurt Vonnegut”.

Otro de los factores que separa la saga de Martin de otras obras literarias de gran éxito sería esa profundidad psicológica que la diferenciaría de los folletines y otro tipo de best sellers: “Hay una complejidad en las motivaciones de los personajes que no se encuentra en otros best-sellers. En el libro se menciona que Martin definió cómo debía ser la serie como ‘Los Soprano con espadas’, y es verdad que comparte muchas cosas”.

El éxito de la saga no es como si te tocase la lotería, sino el resultado de apostar por lo que puede funcionar¿Qué opina de todos aquellos que han señalado a la abundancia de sexo y violencia en la serie como su baza para el éxito? “No sé si hay más sexo que en la novela, en todo caso puede ser que este sea más explícito. Pero creo que la propia mente del lector puede crear imágenes más potentes”, señala Hernández. “No se trata de un pastiche medieval, no es Conan. De hecho, el punto de partida de muchas ideas es más Renacentista que medieval. Bebe de muchas fuentes y también de revisiones posteriores, como es la idealización que en el siglo XIX se produjo de esa época”, como demuestran algunos de los artículos del volumen, que recurren a Maquiavelo o a Foucault para analizar la obra.

Un sleeper con moraleja

Para el editor, “el éxito de Juego de tronos es sorprendente sólo hasta cierto punto”, a pesar de que hayan pasado alrededor de quince años entre la publicación del primer volumen y la serie de la HBO. “Es un best seller, pero también es buena literatura. Ha ido levantándose poco a poco, con lentitud, y aunque su éxito no fuese arrasador, cuando se ha consolidado ha sido importante. La serie se planteó como una gran producción desde el primer momento”. Juego de tronos, la serie de novelas, es lo que los anglosajones denominan un sleeper, un éxito obtenido contracorriente que se beneficia del boca-oreja de los fans, y que demuestra de qué manera una pequeña apuesta puede crecer hasta convertirse en un mamut de dimensiones descomunales. No todo en el mundo literario es promoción y marketing.

“Es algo semejante a lo que ocurrió con Harry Potter”, señala Hernández. “De hecho, ninguna de las grandes sagas, quitando Millenium, han sido publicadas por grandes editoriales. De hecho, Harry Potter fue rechazada por bastantes editores. Ahí es donde se encuentra el ojo del editor y su capacidad para averiguar lo que puede funcionar. No es que te toque la lotería, sino que son los resultados de apostar fuerte y recibir la recompensa posterior”. Quizá este sleeper pueda proporcionar una buena moraleja para estos tiempos complicados para el sector.

Aunque la saga Juego de tronos cuente ya en su haber con algo más de 5.000 páginas (y las que quedan), la bibliografía a la que ha dado lugar probablemente supere con creces dicha cantidad, a base de ensayos, reflexiones y fanfictions. Sin ánimo de exhaustividad, la editorial madrileña Errata Naturae acaba de publicar Juego de tronos. Un libro afilado como el acero valyrio, una compilación de diferentes ensayos que intentan definir, desde diferentes puntos de vista, la personalidad de la saga pergeñada por George R.R. Martin. El periodista Guillermo Altares, por ejemplo, nos recuerda que nuestra fascinación sobre la saga procede de la posibilidad de contemplar desde el pacífico siglo XXI “los momentos más brutales de la historia de la sociedad”, en la época en la que se conformaban los Estados; el profesor Greg Littmann trae a colación a Hobbes para juzgar las ambiciones de las diferentes familias de la saga; y Pierre Blanc desempolva las mitologías nórdicas para bucear en los antepasados directos de Eddard Stark. Un caleidoscopio de miradas que sugieren que la obra de Martin es uno de los grandes test Rorschach de nuestra época, y que al mismo recuerdan por qué una novela que en principio estaba destinada a un público muy concreto se ha convertido en uno de los grandes éxitos de la cultura popular de los últimos tiempos.