Es noticia
"Repita conmigo: soy de Podemos y de derechas": cambios de la política que viene
  1. Alma, Corazón, Vida
EL EJE IDEOLÓGICO SE HA ROTO

"Repita conmigo: soy de Podemos y de derechas": cambios de la política que viene

Cuatro de los más prestigiosos asesores en comunicación política analizan las novedades que estamos viviendo y cuál será su efectividad real

Foto: Esperanza Aguirre y Pablo Iglesias: el descrédito no funciona. (El Confidencial y La sexta)
Esperanza Aguirre y Pablo Iglesias: el descrédito no funciona. (El Confidencial y La sexta)

Durante las jornadas de ACOP (Asociación de Comunicación Política), celebradas la semana pasada en Bilbao, Carolina Bescansa, la persona detrás de la comunicación política de Podemos, aseguró citando una encuesta del CIS, que en los últimos comicios el 40% de los electores decidió su voto durante la campaña y que esa tendencia va a ir en aumento. Lo que Bescansa subrayaba, dicho en ese contexto, tenía más importancia de lo que parecía, porque iba en contra de las creencias que manejan gran parte de los expertos en comunicación política, para quienes las campañas sólo sirven como refuerzo de posiciones ideológicas ya definidas, La idea central es que una campaña es relevante porque recuerda a la gente que hay que votar, pero no sirve para convencer a nadie.

Bescansa venía a decir que las cosas ya no son así, porque esas identidades ideologizadas ya no forman parte del común de nuestra sociedad. Siguen existiendo personas que votarán siempre al mismo partido, pero son cada vez menos. En segundo lugar, lo que Bescansa sugería con esa afirmación, aunque no lo explicitase, es que si Podemos está donde está es precisamente porque ha sabido leer la realidad con más precisión que los demás.

Una sociedad con mucha más política

Más allá de quién salga ganador en el nuevo contexto, lo que sí parece evidente es que algo sustancial ha cambiado desde las elecciones europeas. Imma Aguilar Nácher, jefa de campaña de Eduardo Madina en las primarias socialistas, asegura que la sociedad se ha repolitizado, incluso en estratos sociales como el de los jóvenes, donde no estaba muy presente, algo que es producto del incremento de conciencia ciudadana proveniente del quincemayismo. “Hay un espíritu instalado de cambio y de renovación puesto en marcha por un lobby ciudadano que ha sido más activo y creativo que el de los políticos”.

No es lo que eres, sino dónde estás

No sólo el espíritu es nuevo, también la sociedad en que se asienta. A partir de ahora, las fuerzas políticas tendrán que apoyarse menos en posiciones ideológicas y más en posiciones sociales, señala el asesor Antoni Gutiérrez-Rubí. “Ya no importa tanto lo que soy como dónde estoy. No se trata de que seamos de izquierdas o de derechas, sino del lugar que ocupamos en la sociedad. No somos votantes del PP o de IU, sino que somos desahuciados, por ejemplo, y votamos a uno u otro o a ninguno”.

El reciente manifiesto de un votante de Podemos reivindicándose de derechas y señalando que la potencia de la formación consistía en no centrarse en clasificar clases sociales, sino en "regenerar organizativamente la clase política y la forma de gobernar", sería el mejor ejemplo de que, como afirma Gutiérrez-Rubí, “la ideología va a importar mucho menos que la interpretación de esos nuevos nexos y esas nuevas comunidades de intereses. Ya no vamos a hablar de izquierda y de derecha, sino de la gente común y las élites, de los pocos y los muchos”.

Nuevos ejes, nuevas lecturas

Es cierto que esta reinterpretación de los ejes, que es ya un lugar habitual de la comunicación política actual y en la que Bescansa insiste como mejor definición de nuestra época, puede ser leída de muy diversas maneras. Para Rubí esa es la clave desde la cual resituar los problemas cotidianos de la gente, pero no sólo los ligados a temas de fondo como la corrupción o la participación democrática. “Asuntos como la obesidad o el envejecimiento deben ser analizados como elementos que cuartean la cohesión social, que tienen consecuencias en términos de salud pública y gasto farmacéutico, pero también desde las fracturas que crean en la sociedad. Ahí aparecen las diferencias entre los que tienen y los que no”.

Las temáticas centrales

Hay nuevas variables que están aquí para quedarse. Las formaciones en ascenso comparten una serie de constantes discursivas que se reproducen con independencia de la orientación ideológica. El partido de centro izquierda esloveno formado un mes y medio antes de las elecciones, y que fue el ganador de las mismas, alcanzó su éxito gracias a una promesa de regeneración democrática, persecución de los corruptos y resistencia a las políticas económicas de Bruselas, aspectos muy presentes en las formaciones populistas, sea cual sea su posicionamiento ideológico.

Nuevos líderes

Esa exigencia de cambio hace necesarios otros actores protagonistas. La importancia de las nuevas caras en la política, en la actualidad, no tiene que ver con la necesidad de frescura, sino con la credibilidad. La lucha contra la corrupción o la oferta de soluciones económicas tiene que ser enunciada por alguien en quien se pueda confiar, y los viejos líderes tienen ya una credibilidad limitada.

Cuenta Imma Aguilar que, según las encuestas, “el candidato perfecto sería alguien que no tuviera lastres, que fuese joven, que no debiera nada a nadie y que fuese atractivo, pero tampoco hay que creerlas demasiado, porque si las sigues al pie de la letra te encuentras con que el candidato que te proponen como ideal se parece demasiado a Toni Cantó. Las encuestas retratan un perfil muy populista, y tampoco es real que la gente lo sea tanto”. El elector, afirma Aguilar, por más que diga lo contrario, “quiere un líder, gente especial, alguien que sea mejor que él”.

La corrupción sí cuenta

El papel que va a jugar la corrupción en los procesos electorales también será novedoso. Hasta ahora, señala Bescansa, había tenido un efecto paradójico, porque “las investigaciones habían demostrado que no existía correlación entre la corrupción y el castigo electoral. Los últimos estudios sí afirman que, aun cuando no haya relación de castigo con el partido en el poder, está provocando mayores tasas de abstención”. Pero, en opinión de Bescansa, ese no será el escenario futuro, hasta el punto que “uno de los ejes centrales de la campaña de Podemos, si no el central, va a ser el fin de la impunidad de los corruptos”.

En esa exigencia de cambio democrático, ligada con la indignación ciudadana en que nos movemos, acabar con la corrupción sí puede ser decisivo para los votantes. Según Bescansa, el hartazgo social ha crecido, y terminará volviéndose en contra de los partidos que han tolerado, alentado o ignorado las prácticas corruptas.

Utilizar el “repita conmigo” puede volverse en contra

Uno de los elementos más llamativos del último mes ha sido la constatación de cómo campañas de desprestigio mediático, que en otros momentos habrían sido muy efectivas, están ahora fracasando. Los ataques contra Podemos están sirviendo para elevar la popularidad de la formación, asegura Bescansa, porque “quienes los lanzan no están entendiendo el contexto. En una coyuntura de crisis de legitimidad como la presente, basta que determinada gente te ataque para que suba el pan, que es exactamente lo que está pasando. Con esa actitud quizá el PP movilice a su electorado más conservador, pero no es ese el que le hace ganar elecciones. El electorado que le interesa está escandalizado”.

Que la campaña de desprestigio puede volverse rápidamente contra quien la emite o, al menos, beneficiar a su adversario, quedó claro en el debate del pasado fin de semana entre Esperanza Aguirre y Pablo Iglesias en La Sexta, en el que la presidenta del PP madrileño trató de comprometer al líder de Podemos con su “repita conmigo”, una actitud que no le vino nada bien ni a ella ni a su formación. Del mismo modo, la insistencia de Iglesias en volver en contra de la dirigente del PP la coletilla tampoco le benefició, porque dio la imagen de ser un contrincante que jugaba a la misma altura.

Participación y primarias

Lo que sí parece evidente a partir de las elecciones europeas es que hay un mayor deseo de la gente de participar en la política. Para Daniel Ureña, asesor de Mas Consulting, los estilos de hacer política están cambiando, sus portavoces también y es hora de que las transformaciones lleguen a los partidos. “Lo que hemos visto en el PSOE será algo común. Las primarias son necesarias ahora y en el futuro serán imprescindibles. Va a haber presión de la gente para que puedan elegirse los candidatos de una manera más abierta, y los partidos tendrán que abrirse más si no quieren salir penalizados a medio plazo”.

Pero no exageremos

¿Todos estos cambios nos llevan a un contexto completamente distinto? No, asegura Aguilar, porque hay muchos viejos elementos que son tan potentes o más que antes. “La oratoria, la presencia del candidato, incluso su atractivo, juegan un papel importante que no siempre se quiere reconocer. Del mismo modo, la presencia de las redes sociales hacía pensar que se podía jugar al juego político sin intermediarios, y no es así. Los medios de comunicación son muy importantes, al igual que lo es la estructura del partido”. Vivimos un momento híbrido, que se mueve entre los elementos que condicionan la política de toda la vida y las expresiones de nuevas tendencias y de nuevas mentalidades sociales.

Durante las jornadas de ACOP (Asociación de Comunicación Política), celebradas la semana pasada en Bilbao, Carolina Bescansa, la persona detrás de la comunicación política de Podemos, aseguró citando una encuesta del CIS, que en los últimos comicios el 40% de los electores decidió su voto durante la campaña y que esa tendencia va a ir en aumento. Lo que Bescansa subrayaba, dicho en ese contexto, tenía más importancia de lo que parecía, porque iba en contra de las creencias que manejan gran parte de los expertos en comunicación política, para quienes las campañas sólo sirven como refuerzo de posiciones ideológicas ya definidas, La idea central es que una campaña es relevante porque recuerda a la gente que hay que votar, pero no sirve para convencer a nadie.

Política Eduardo Madina
El redactor recomienda