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Lo que tienes que saber acerca de cómo funcionan hoy los trabajos
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Lo que tienes que saber acerca de cómo funcionan hoy los trabajos

En todos los libros sobre el mundo laboral –que, todo sea dicho, cada vez abundan más en las librerías– suele aparecer con frecuencia una misma idea,

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Lo que tienes que saber acerca de cómo funcionan hoy los trabajos

En todos los libros sobre el mundo laboral –que, todo sea dicho, cada vez abundan más en las librerías– suele aparecer con frecuencia una misma idea, aunque no siempre de manera explícita: que en nuestras relaciones con los compañeros de trabajo, superiores y subordinados, sólo la experiencia (y los errores) nos permiten aprender cómo relacionarnos con los demás si no queremos llevarnos desafortunadas sorpresas o dar un peligroso paso en falso en nuestra carrera laboral.

La experiencia es un grado, como se suele decir, y esta ha sido reflejada por los trabajadores veteranos (y, además, por los coaches y expertos en organización empresarial) en infinidad de libros y artículos sobre el tema. Muchos autores anglosajones utilizan el concepto de workplace politics, u office politics para referirse a esos movimientos que se producen en los lugares de trabajo y que en muchos casos pasan desapercibidos (hasta que es demasiado tarde).

El término suele referirse al “uso de poder dentro de las organizaciones con el objetivo de llevar a cabo planes secretos basados en el interés personal, sin tener en cuenta sus efectos en la organización”. Así visto, parece tener un matiz claramente negativo, pero en muchas ocasiones simplemente se trata de defender nuestro territorio, ser capaces de adaptarnos a la vida de la empresa y relacionarnos de la manera correcta con compañeros y superiores.  

  • Es todo personal. Uno de los tópicos asociados con el trabajo es que no tiene nada que ver con la vida privada de las personas, con sus emociones y sentimientos. Que se trata de negocios, vaya. Pero es una separación un tanto ficticia, reconocen los psicólogos organizativos, en cuanto que todas las decisiones están tomadas por seres humanos a los que, en el fondo, les cuesta mantener al margen sus emociones, simpatías y favoritismos a la hora de tomar una decisión. Todo lo que ocurre más tarde no son más que racionalizaciones realizadas a posteriori.
  • Por lo que pueda pasar, encuentra un maestro. El orgullo nos lleva a considerar que podemos salir adelante por nosotros mismos, que no necesitamos la ayuda ni el consejo de nadie. Mucho menos si somos jóvenes y pensamos que no necesitamos los desfasados consejos de las generaciones anteriores. Pero como Peggy Klauss señalaba en The Hard Truth about Soft Skills: Workplace Lessons Smart People Wish They’s Learned Sooner (HarperBusiness), es muy importante tener un mentor cerca. No solo por los conocimientos teóricos y prácticas que se pueden obtener de él, sino también porque contar con un poderoso aliado dentro de la empresa puede marcar la diferencia en momentos de crisis. Los animales que viven en manada están mucho más protegidos ante el ataque del depredador.
  • Conoce las reglas (antes de romperlas). Existe una serie de máximas que se deben respetar siempre en el mundo laboral: respeto, puntualidad, corrección, etc., y que son tan obvias que no hace falta recordarlas. Sin embargo, cada organización tiene unas peculiaridades que en ocasiones son difíciles de conocer o no se aprenden hasta pasado un tiempo, y que pueden ir desde discutir ciertas costumbres que se dan por aceptadas hasta mostrar respeto hacia cierto trabajador que puede estar atravesando una complicada situación que nosotros no conocemos.
  • Es una carrera de fondo, no una maratón. Muchos de los ensayos sobre desarrollo profesional coinciden en esta idea que, sin embargo, suele olvidarse con frecuencia. La necesidad de lograr reconocimiento, fama o un gran sueldo rápidamente llevan a muchos trabajadores a arriesgarse y exponerse demasiado; en muchas ocasiones, a tomar el camino sencillo, que puede ser también el que nos conduzca al fracaso si nos excedemos. Por el contrario, señalan los expertos, aquellos que consiguen llegar más lejos en su carrera son los que han sabido medir mejor cada uno de sus pasos y conocer el territorio en el que se internaban antes de hacerlo.
  • Al final, los resultados son lo que importa. Donald Asher recomienda en Who Gets Promoted, Who Doesn’t and Why: 10 Things You’d Better Do If You Want to Get Ahead (Ten Speed Press) que tomemos con precaución los discursos de nuestros superiores, especialmente esos tan motivadores que nos recuerdan que lo importante es el esfuerzo, la calidad y que lo pasemos bien mientras trabajamos. Todo suena muy bien, pero Asher señala que “lo importante en todos los trabajos es vender, ya sean ideas, productos, presupuestos, o lo que sea. Así que lo mejor es ponerse en marcha y no esperar al momento y el lugar apropiados”.
  • Los correos electrónicos los carga el diablo. Una de las realidades que han irrumpido de la mano de los adelantos tecnológicos y de la que no nos damos cuenta hasta que es demasiado tarde, generalmente después de contestar de la manera equivocada un e-mail. Nunca, señala Mike Phipps, autor de 21 Dirty Tricks at Work: How to Win at Office Politics (Capstone) junto a Colin Gautrey, hay que emplear este medio para “abroncar o coaccionar a otra persona”. Por una parte, porque la comunicación escrita elimina las sutilidades de la comunicación cara a cara. Pero también, porque los correos electrónicos tienen una serie de características (quedan por escrito, se pueden reenviar, se pueden imprimir, se pueden poner en copia) que nos pueden poner en serios aprietos.
  • Hay que aprender a saber cuándo quejarse. Una de las primeras cosas que ha de aprender un joven trabajador es a saber obedecer, algo que, aunque parezca muy sencillo, a ciertas personas no les resulta nada fácil. En ocasiones, pensaremos que nuestro superior se porta de forma injusta, pero saber dónde está el límite de lo tolerable es una de las mejores habilidades que puede tener un trabajador. Nuestro nivel de tolerancia quizá no deba llevarnos a decir que “sí” a cualquier cosa, pero tampoco puede estar por los suelos.
  • Todo el mundo mueve sus hilos. En el prefacio de Secrets to Winning at Office Politics: How to Achieve Your Goals and Increase Your Influence at Work (St. Martin’s Griffin), la coach Marie G. McIntyre señala la idea principal de su libro que es que hay que tener presente que, en mayor o menor grado, todos conspiramos. La autora señala que es como el sexo, es decir, que todos lo hacemos pero no nos gusta reconocerlo frente a los demás. La percepción cambia significativamente si somos nosotros los que incurrimos en dichos comportamientos o si son los demás. Si son ellos, “estarán comportándose como trepas e intrigando”. Si somos nosotros, “es que nos gusta relacionarnos con los demás y abrir canales de comunicación”.
  • La imagen que los demás tienen de nosotros puede no corresponderse con la realidad. En muchas ocasiones, es bastante probable que nuestros compañeros tengan una imagen negativa o equivocada de nosotros, originada en ocasiones por nuestras malas habilidades sociales. Esto puede ser negativo, pero peor es no ser consciente de ello y pensar que los demás tienen una imagen idealizada de nosotros. En ese sentido, Colin Gautrey recomienda que lo esencial es controlar nuestras emociones, sobre todo ante las provocaciones de los demás, que pueden dejarnos en muy mal lugar, y conocer qué piensan realmente los demás de nosotros.

En todos los libros sobre el mundo laboral –que, todo sea dicho, cada vez abundan más en las librerías– suele aparecer con frecuencia una misma idea, aunque no siempre de manera explícita: que en nuestras relaciones con los compañeros de trabajo, superiores y subordinados, sólo la experiencia (y los errores) nos permiten aprender cómo relacionarnos con los demás si no queremos llevarnos desafortunadas sorpresas o dar un peligroso paso en falso en nuestra carrera laboral.