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Entrevistas que cuestan vidas y médicos que se suicidan: la telebasura ya no tiene límites
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DOS MUERTES Y UN NUEVO ESCÁNDALO

Entrevistas que cuestan vidas y médicos que se suicidan: la telebasura ya no tiene límites

¿Cuáles son los límites de la telebasura? ¿Hacia dónde va la sociedad del espectáculo? ¿La caja tonta es una nueva deidad autómata? Estas eran solo algunas

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Entrevistas que cuestan vidas y médicos que se suicidan: la telebasura ya no tiene límites

¿Cuáles son los límites de la telebasura? ¿Hacia dónde va la sociedad del espectáculo? ¿La caja tonta es una nueva deidad autómata? Estas eran solo algunas de las preguntas que los encolerizados comentaristas franceses se hacían después de conocer la segunda muerte en el exitoso programa televisivo Koh-Lanta, la versión gala de Supervivientes. Se trata del médico del reality, Thierry Costa, que se suicidó tan solo diez días después de que muriese el joven concursante de 25 años Gérald Babin, presuntamente, por un ataque al corazón. Sus motivos quedaron reflejados en una carta dirigida a su familia en la que decía sentirse superado por la presión mediática y las repetidas acusaciones de negligencia.

La pesadilla del médico comenzó cuando el concursante falleció en el helicóptero que lo trasladaba al hospital más cercano. El joven había realizado antes una dura prueba física, como es habitual en este tipo de programas, que consistía en cruzar a nado la playa donde se grababa el programa, situada en la isla camboyana de Koh Rong. Al finalizar la prueba Babin solicitó la asistencia del médico al sentir un fuerte dolor en el pecho, pero los responsables de la grabación lo obligaron, supuestamente, a realizar primero unas declaraciones a cámara, según ha publicado la prensa gala citando varias fuentes anónimas próximas a los concursantes, que tuvieron que regresar a Francia tras suspenderse el show. La revista sobre televisión Arrêt sur Images fue el primer medio en publicar un reportaje de investigación hilado con estas fuentes anónimas.

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Cuando Costa pudo atender al concursante y comprobar la gravedad de su estado de salud ordenó su evacuación al hospital más cercano, pero llegó cadáver y los médicos solo pudieron certificar su muerte. Las elucubraciones sobre una posible negligencia médica, centradas en la tardanza de la intervención, comenzaron a sucederse hasta que se hicieron insoportables: “Durante los últimos días, mi honor ha sido manchado en los medios con acusaciones injustas y sospechas infundadas contra mí”, lamenta el doctor en una escueta nota escrita a mano y que ayer publicaba la prensa gala después de que la productora la filtrase a los medios.La contemplación del sufrimiento humano siempre ha tenido su público

Una paradoja de la sociedad del espectáculo que ha transformado en tragedia lo que se suponía realidad simulada. El hambre de espectáculo del público es cada vez mayor y el sufrimiento de los concursantes cotiza al alza. Así lo recoge el profesor de Medios de Comunicación en la Universidad de Navarra Carlos Barrera en un artículo académico sobre estos programas: “Lo morboso, la contemplación del sufrimiento humano siempre ha tenido su público”. Como resultado, las pantallas están inundadas por lo que se ha dado en llamar “pornografía del sentimentalismo”, donde “el sufrimiento humano ocupa un lugar preeminente”.

Medios y productora se acusan unos a otros del suicidio

El relato del médico continúa con una defensa de su profesionalidad: “Durante 20 años (…) siempre me he esforzado por trabajar duro, tanto desde el respeto a mis pacientes como desde el amor a la medicina de acuerdo con el juramento hipocrático. Ahora tengo la sensación de que todos mis esfuerzos han sido menospreciados por culpa de los artículos falsos”.

La productora del reality, Adverture Line productions (ALP), fue quien dio a conocer en un comunicado la muerte por suicidio de Costa. Una nota en la que también aprovechó para responsabilizar del suicidio a los medios que habían publicado los testimonios “acusatorios sin comprobar su veracidad”.

La televisión privada TF1, en la que se emite este programa, apoyó la versión de ALP en otro comunicado firmado por la directora general del canal Nonce Paolini: “Esta tragedia debe pesar sobre la conciencia de quien hizo conjeturas sobre las circunstancias de la muerte de Gérald Babin, así como sobre los medios que le dieron crédito, antes incluso de que se arrojase luz sobre este drama”.Se ha solicitado a la productora que facilite a la policía todos los vídeos de los que disponga

El cruce de acusaciones no ha cesado desde entonces, y la revista Arrêt sur Images hizo un llamamiento público a la productora y a TF1 para que no relacionen sus revelaciones con el suicidio del médico, al mismo tiempo que justificó su reportaje por tener la única intención de “esclarecer las causas de la muerte del concursante”. Ahora será la justicia francesa quien determine si realmente se produjo un homicidio imprudente, por lo que ya se ha solicitado a la productora que facilite todos los vídeos de los que disponga a la policía encargada de la investigación.

La deriva de los reality, en el punto de mira

La gran baza de ALP es la carta manuscrita que Thierry Costa dejó antes de suicidarse. En ella explica que está seguro de haber atendido correctamente al fallecido “no como un concursante, sino como un paciente”. Sin embargo, concluye que el daño sobre su persona está hecho y que su reputación ha sido destruida para siempre, por lo que remata: “No tengo otra salida posible”.

No atendí a Gérard como un concursante, sino como un paciente

El debate sobre los límites y consecuencias de la cultura del espectáculo televisivo ha vuelto arribar a las tertulias mediáticas. La deriva de la sociedad del espectáculo, descrita desde un punto de vista fatalista por Guy Debord a finales de los años 60, parece que comienza a asomarse por los televisores. El auge de la telebasura ha ido acompañada de duras críticas que han llegado a colarse en el cine.

La película italiana Reality (Matteo Garrone) se asoma a esta realidad para cuestionar las falsas esperanzas que estos programas generan, sobre todo entre las clases medias, así como la sinrazón de la cultura del éxito por el éxito. Con mucha más dureza, la serie Black Mirror (Charlie Brooker) también retrata una sociedad enferma y controlada hasta la anulación de su personalidad. Una crítica especialmente evidente en el segundo capítulo de los tres con los que cuenta cada temporada (independientes unos de otros), basado en un reality que recuerda a Tú sí que vales.

¿Cuáles son los límites de la telebasura? ¿Hacia dónde va la sociedad del espectáculo? ¿La caja tonta es una nueva deidad autómata? Estas eran solo algunas de las preguntas que los encolerizados comentaristas franceses se hacían después de conocer la segunda muerte en el exitoso programa televisivo Koh-Lanta, la versión gala de Supervivientes. Se trata del médico del reality, Thierry Costa, que se suicidó tan solo diez días después de que muriese el joven concursante de 25 años Gérald Babin, presuntamente, por un ataque al corazón. Sus motivos quedaron reflejados en una carta dirigida a su familia en la que decía sentirse superado por la presión mediática y las repetidas acusaciones de negligencia.