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Por qué son tan aburridos los políticos cuando hablan y qué nos cuentan en realidad
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Por qué son tan aburridos los políticos cuando hablan y qué nos cuentan en realidad

Incluso en momentos socialmente complicados como el actual, la expectación que suscitan las palabras de nuestros dirigentes es limitada. Y la rebajan aún más en cuanto

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Por qué son tan aburridos los políticos cuando hablan y qué nos cuentan en realidad

Incluso en momentos socialmente complicados como el actual, la expectación que suscitan las palabras de nuestros dirigentes es limitada. Y la rebajan aún más en cuanto abren la boca. Sus formas expresivas no parecen ser las más adecuadas para llegar a la mayoría de los ciudadanos, aseguran los expertos, ya que no poseen la convicción y la solidez de los grandes oradores del pasado ni tampoco la agilidad y la habilidad de los grandes story-tellers contemporáneos, caso de Obama.

Como explica Jordi Rodríguez-Virgili, experto en comunicación política, nos encontramos en un periodo de transición no suficientemente asumido. “La retórica parlamentaria decimonónica tenía, en su expresión británica, mucha agilidad e ironía. Los parlamentarios españoles y los franceses optaban por discursos más largos y floridos, muy argumentativos, que estaban hechos para ser reproducidos en los diarios de sesiones y en los periódicos”. La llegada de la televisión produjo un gran cambio, asegura, llevando los discursos al terreno de las ideas claras que se expresan brevemente y de los golpes de efecto.

Si los políticos españoles son tan aburridos no es porque hayan cambiado los tiempos, sino porque son asíPero no podemos culpar de la baja calidad expresiva de nuestros políticos a los cambios provocados por las innovaciones tecnológicas. Según Luis Arroyo, asesor de comunicación, es evidente que hoy se buscan ideas que se puedan expresar en un corte de ocho segundos o que se puedan tuitear, pero las armas retóricas continúan siendo las mismas que hace muchos siglos. El problema es que los políticos españoles no las toman en serio, y por eso se expresan de un modo tan gris. “No hay color si nos comparamos con Francia o con EEUU. Quien le escribía los discursos a Obama, Jon Favreau, es un treintañero, y se va ahora a Hollywood, y quien lo sustituye es un tipo de su edad. No puedes comparar lo que hacen ellos con lo que hacen Arriola o Moragas”. Según Arroyo, para ser brillante tienes que prestar atención a tus discursos y contar con un equipo de escritores tan buenos como el que tiene Obama o el que tenía Sarkozy. De modo que si los políticos españoles son tan aburridos no es porque hayan cambiado los tiempos, sino porque son así”.

El mundo político se encuentra, asegura Rodríguez-Virgili, “en un momento de indefinición, ya que con sus discursos deben cumplir una doble finalidad que no siempre satisfacen”. De una parte, y en tanto se dirigen a los parlamentarios, deben exhibir una lógica argumentativa a través de la cual defender o criticar una gestión de gobierno, y apoyarla con datos; de otra parte, se habla para un público externo, y por tanto han de utilizarse metáforas claras e inteligibles. “No basta con mostrar datos fríos, sino que se han de contar cosas en las que los ciudadanos se vean identificados. Y eso no acaban de cogerlo. El fondo de los mensajes es muy fuerte y se prepara muy bien, pero la forma no tanto. Los discursos han de ser más sentidos y más vividos, la persona es inteligencia, pero también sentimiento y voluntad”.

Ese tono gris, no obstante, también puede ser útil. Para Rodríguez Virgili, Rajoy es un buen orador parlamentario, ya que tiene un toque de ironía que funciona muy bien en el hemiciclo. Y si no aprovecha más esas cualidades es porque a veces lo más adecuado no es que los políticos sean brillantes, sino que pasen desapercibidos. Le ocurría a Solbes, al que a veces sacaban para que aburriese a los periodistas y así mitigar las tensiones”.

A veces lo más adecuado no es que los políticos sean brillantes, sino que pasen desapercibidosAlgo de eso hay, asegura Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación y consultor político, quien ve esa debilidad retórica como una opción y no como un déficit. Rajoy ha utilizado un discurso bien construido, decididamente exento de cualquier floritura, y en el que las palabras ‘duro’ y ‘dureza’ han aparecido con frecuencia. Ha sido un discurso monocorde, pero con una energía constante, en el que ha querido subrayar que las cosas están mal pero que no hay nadie como él para salir de esta situación. Y para esa tarea, un orador rudo, sin calidades retóricas, viene bien. Rajoy no es como Obama por dos razones: porque no puede, pero también porque no quiere. Rajoy busca un cuerpo a cuerpo constante con la realidad, y esto me parece interesante”.

En realidad, el discurso de ayer y la correspondiente réplica, se basaba en una serie de ideas sencillas a la que se han ido sumando datos, detalles y buena parte de retórica, pero no ha resultado formalmente brillante, según los expertos. Si hubiera que descomponer lo dicho por Rajoy y lo contestado por Rubalcaba de la manera más simple posible, nos quedaría:

Rajoy:

  • Nada de brotes verdes. La situación es muy dura, lo estamos pasando muy mal, pero ya hemos atravesado lo peor. He hecho lo que tenía que hacer y hemos evitado el naufragio.
  • No vamos a parar. Seguiremos con un ambicioso plan de reformas, porque si no, las cosas volverán a torcerse.
  • Los españoles lo estamos pasando mal, pero hay que tener paciencia. Hemos hecho grandes esfuerzos, y aunque la gente común no ve los resultados, llegarán.
  • Tanto hablar de corrupción está generando una muy mala imagen de España. En todas partes hay excepciones, pero no se representan más que a sí mismas, de modo que no conviene a nuestro país seguir por ese camino.
  • Hablaremos de lo que haga falta en el plano territorial, dialogaremos lo que sea necesario, pero dentro de un orden, el constitucional. Pero no os paséis, hay límites.

Rubalcaba:

  • Las cosas están muy mal. Nada está mejor que hace un año y todo lo importante está peor. Una quinta parte de los españoles está en riesgo de pobreza.
  • Todo va a ir a peor. La economía decrecerá y se destruirán 500.000 puestos de trabajo. Nos espera una buena…
  • El PP no gestiona, se deja llevar por su ideología. Han acabado con la sanidad, con los derechos de los trabajadores, con la educación, etc.
  • El Gobierno debe reinventarse. Ha de abandonar la senda equivocada y apostar por otras políticas.
  • Nosotros tenemos propuestas. Y lo mejor es escucharlas y aprovecharlas para establecer el diálogo y hacer un gran pacto social para salvar España.

Incluso en momentos socialmente complicados como el actual, la expectación que suscitan las palabras de nuestros dirigentes es limitada. Y la rebajan aún más en cuanto abren la boca. Sus formas expresivas no parecen ser las más adecuadas para llegar a la mayoría de los ciudadanos, aseguran los expertos, ya que no poseen la convicción y la solidez de los grandes oradores del pasado ni tampoco la agilidad y la habilidad de los grandes story-tellers contemporáneos, caso de Obama.